Navidad: menos ruido, más sentido, doble "click" en lo trascendental
Entre el consumo y el vacío, la Navidad invita a detenerse, redescubrir la austeridad, el vínculo auténtico y el sentido profundo de lo eterno.
Que esta Navidad nos encuentre sabiendo que en nuestra vida hay una “sana tension” entre lo efimero y lo eterno.
Archivo MDZNavidad. El año “voló”. Sin entrar en lugares o dichos comunes, nunca en la historia de la humanidad ha habido tantas urgencias tan poco relevantes. Tantas necesidades no necesarias. Tantas corridas hacia ningún lado. Como si estuviésemos corriendo en una gran rotonda. Se habla como un índice del consumo navideño… que ha bajado. ¿Es una mala noticia? No lo se.
Suele pasar que la abundancia de ojalata tapa el propósito de lo trascendental. De lo que deja pozo. Quizás en las compras de este año exista una mayor “austeridad” no buscada. Quizás ni deseada. Pero aprovechémosla. El exceso de consumo encandila exteriormente y produce mucho ruido interior que impide, limita, entorpece el vinculo verdadero. El vínculo que nutre y que vigoriza el alma.
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Detengamos el ruido unos momentos, es Navidad
La locura de pensar que un Dios, solo y únicamente por mi, se haya hecho hombre con nuestras debilidades debiera modificar radicalmente nuestras vidas. Y, en ese escenario no sobraba nada, ni nadie. Hoy transitamos una paradoja existencial. Jamás tuvimos a nuestro alcance tantos bienes y servicios como lo hay hoy pero a la vez tanta “soledad acompañada”. Tanto vacío lleno de cosas y deseos inservibles.
No es que nos paremos frente a un dicotomía, “shopping vs pesebre ”, pero claramente se nos ha ido desdibujando este evento de tal relevancia que dividió la historia en dos. Pienso en los padres de familia y en la responsabilidad que tenemos respecto de nuestros hijos y descendientes. Cuanto bien haríamos si volvemos a prender la antorcha del propósito original de la Navidad. Quisiera que subrayemos simplemente – puede haber más- algunas características que nos pueden servir.
- Una austeridad llena de brillo y dignidad. Esa cueva de animales, fría y con malos olores, paso a ser un espacio donde el niño Dios sonrio por haberse preparado con inmenso amor por sus padres. Mas allá de las realidades que cada una de nuestras familias esten viviendo, que nosotros como padres seamos portadores y defensores de una paz verdadera, dejando de lado egos y rencillas. Nuestros hijos desean y necesitan esa paz, concordia y comprensión que no se pueden comprar en shoppings.-
- Presencia real de Dios en momentos de dificultad y necesidades. El pesebre es una muestra clara de que el “lenguaje” de Dios dista mucho del que nosotros entendemos como de “éxito” y “felicidad” en el mundo. A veces pareciera que la felicidad esta reservada para otros. No es cierto. Hay que descubrirla agazapada en cada instante que nos es regalado, en los detalles que nos son brindados, en el silencio de la contemplación del milagro cotidiano
- No tomar los aparentes fracasos humanos como termómetros de la valia o de la plenitud.- Nuestros vínculos son importantes. Muy importantes. El pesebre nos enseña a que no debe haber acartonamientos innecesarios, ni posturas fingidas.
Que esta Navidad nos encuentre sabiendo que en nuestra vida hay una “sana tension” entre lo efimero y lo eterno, lo caduco y lo que permanece, lo que sacia momentáneamente y lo que nutre de verdad.
Que podamos hacer doble click en lo segundo
Que nos sirva de antorcha para darnos cuenta que los tesoros verdaderos van por otro carril y que si nos desgastamos tanto por sinrazones, ¿No será para llenar algún vacio interior que tengamos?
* Felipe Manuel Yofre. Abogado. Escribano. Padre de familia.



