Muerte de Thiago: ¿Error policial o legítima defensa?
El tiroteo ocurrió el miércoles pasado, en La Matanza cuando el papá lo llevaba a la casa de su mamá. Un tiroteo entre delincuentes y un policía.
La legítima defensa exige necesidad, inmediatez y proporcionalidad.
Archivo MDZThiago Correa tenía siete años. Murió de un disparo en la cabeza mientras esperaba el colectivo con su padre en La Matanza. La bala lo alcanzó durante un tiroteo entre un policía federal de 21 años, que estaba fuera de servicio, y cuatro delincuentes que intentaban asaltarlo.
El agente portaba su arma reglamentaria y, al identificarse como policía, abrió fuego. En ese cruce, Thiago cayó víctima de una situación que se volvió incontrolable. Su caso desnuda un dilema que incomoda: ¿cómo debe actuar un policía fuera de servicio cuando es víctima directa de un asalto? ¿Es posible aplicar el protocolo bajo una amenaza inminente y real?
Te Podría Interesar
Están preparados los policías para ser víctimas
Ser policía no convierte a una persona en invulnerable. Portar un arma y una credencial puede, de hecho, volverlos un blanco. A los agentes se los entrena para intervenir y contener amenazas, pero rara vez para enfrentarlas desde la posición de víctima.
Cuando un policía es sorprendido en situación de desventaja, lo que enfrenta es una escena cargada de miedo, adrenalina e incertidumbre. Y en ese marco, el protocolo —diseñado para contextos más controlados— no siempre es aplicable. Exigir racionalidad quirúrgica cuando hay un arma apuntando al rostro es, como mínimo, injusto.
Instinto, estrés y consecuencias
Desde la criminología sabemos que en situaciones límite el cerebro activa respuestas automáticas: se libera adrenalina, aparece la visión túnel, se distorsiona la percepción. Disparar no siempre es una decisión racional; puede ser una reacción automática.
Pero si hay civiles cerca, ese reflejo puede derivar en una tragedia
Los Principios Básicos de la ONU sobre el Uso de la Fuerza (1990) establecen que la fuerza letal debe ser el último recurso y solo puede usarse para proteger vidas, no para ponerlas en riesgo. Sin embargo, estos lineamientos no siempre contemplan la complejidad de una emboscada urbana donde todo ocurre en segundos.
Legítima defensa o exceso
La legítima defensaexige necesidad, inmediatez y proporcionalidad. Pero cuando un inocente muere, surgen preguntas ineludibles: ¿existía otra alternativa? ¿Se intentó evitar el daño?
La Justicia deberá determinar la legalidad del accionar, pero estos hechos nos obligan a repensar qué recursos reales (formativos, operativos y emocionales) tienen los policías para tomar decisiones críticas sin poner en riesgo a terceros.
Thiago no puede ser una estadística
A veces, entre la defensa y la tragedia hay solo centímetros de diferencia. Un movimiento, un reflejo, un disparo pueden definir la vida de muchos. Thiago no puede convertirse en una estadística más. Su nombre debe marcar un punto de inflexión: el momento en que una sociedad se detiene a discutir cómo proteger sin dañar, cómo defender sin exponer a los más vulnerables.
No hay respuestas simples. Pero sí hay una urgencia: debatir sin fanatismos. Porque mientras ignoremos esa delgada línea entre la protección y el peligro, otras vidas inocentes seguirán corriendo riesgo.
* Lic. Eduardo Muñoz. Criminólogo. Divulgador en Medios. Análisis criminológico aplicado a temas sociales de actualidad y seguridad.
linkedin.com/in/eduardo-muñoz-seguridad
IG: @educriminologo