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Mora Godoy: la bailarina que llevó el tango al mundo y construyó una carrera a puro vértigo

La artista Mora Godoy repasa su camino del Colón al éxito global, su lucha por sus obras, el recuerdo de su padre y el estreno de La Máquina Tanguera.

Mora Godoy Entrevista

En el universo del tango, pocos nombres generan tanta identificación inmediata como el de Mora Godoy. Bailarina, coreógrafa, creadora y verdadera embajadora cultural, construyó una carrera que la llevó desde los pasillos del Teatro Colón (donde se formó como bailarina clásica) hasta escenarios icónicos de Londres, París, China y Buenos Aires.

Su talento la convirtió en protagonista de éxitos como Tanguera y Chantecler Tango, obras que redefinieron la estética del tango escénico y la posicionaron como una de las grandes referentes internacionales del género.

Entrevista completa Mora Godoy

Godoy no solo brilló en el escenario, sino que se transformó en empresaria de su propia marca, liderando Mora Godoy Tango Company y produciendo espectáculos que fusionan tradición e innovación. Bailó con Obama, compartió escena con estrellas globales, obtuvo el Récord Guinness en 2016 por danza en altura y se convirtió en figura destacada de la cultura argentina.

Pero detrás de sus logros también existieron muchas luchas que constituyeron una carrera construida peldaño a peldaño, además de batallas legales por sus obras, sacrificios personales y la guía fundamental de su padre, fallecido en diciembre de 2024.

En diálogo con MDZ, Mora repasa su historia, sus dolores, sus aprendizajes y el presente creativo que la encuentra preparando un nuevo estreno: La Máquina Tanguera, un espectáculo que busca volver a romper moldes con la incorporación de la inteligencia artificial en el tango.

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“Me enamoré del tango tirada en el piso de un palco del Colón”

—Sos egresada del Teatro Colón, empezaste en el Modern Jazz Ballet y después llegó el tango. ¿Cómo fue ese cambio?

—Fue una casualidad hermosa. En los pasillos del Colón escuché un ensayo de Piazzolla. Me escondí en un palco literal tirada en el piso, porque si nos veían nos echaban o nos amonestaban. Y ahí me enamoré del tango sin saber qué era. Para mí era música clásica, música de Buenos Aires, un bandoneón. Tendría 14 o 15 años. Terminé la escuela del Colón, entré a la compañía y, en paralelo, empecé a estudiar tango.

—¿Y cómo se dio ese salto tan rápido?

—Me vio Miguel Ángel Zotto, y al mes ya estaba estrenando en el Sadler’s Wells de Londres. Primero como solista, después como primera bailarina. Ese fue el inicio fuerte. Ahí empecé a cranear mi compañía, mi escuela y lo que después sería Tanguera.

mora godoy tango

Tanguera y la traición de su confidente

—Manejaste tu carrera sin un mánager externo. ¿Cómo fue?

—Dificilísimo. Soy mi propia manager por obligación. Me hubiese encantado tener un gran representante, como Lino Patalano con Julio Oca. Pero empecé sola, posicionándome sola, construyendo la marca Mora Godoy. El estilo gustó: un tango enriquecido con técnica del Colón y del jazz, algo distinto.

—Y llegó Tanguera, pero también un conflicto muy fuerte.

—Sí. Le llevé la idea a Diego Romay, mi pareja en ese momento, y terminé firmando algo que me quitó mis derechos. Fue una traición enorme. Me echó de la compañía de una forma muy violenta. Yo tapé todo eso trabajando: hice otra obra, volví a tener éxito. Pero fue tremendo, especialmente cuando en pandemia revisé los contratos. No podía creer lo que había firmado sin asesoramiento. Él iba con abogados, contadores, escribanos, todo. Yo no. Hoy no repetiría jamás ese error. Leán siempre lo que firman.

—¿Sentís que todavía tenés que demostrar algo?

—No. La gente sabe que Tanguera soy yo. Representé a la Argentina en el mundo. Creo que a algunos les debe incomodar que yo hablara, que contara lo que pasó. Pero cada uno sabe quién es cuando se acuesta a dormir.

Cómo no marearse ante el éxito

—Siempre dijiste que tu carrera fue peldaño a peldaño. ¿Qué marcó un antes y un después?

—Varios momentos. El primero, aparecer en afiches y diarios de Londres con 20 años. Después, el boom de Así se baila el tango y Solo Tango, que explotó en el mundo con las clases para aprender a bailar. Más tarde, Tanguera, que afichó Buenos Aires entera en 2002 y nos llevó a China, la primera compañía argentina en ir allá. Luego Chantecler en el Châtelet de París, bailar para presidentes, para los Rolling Stones… Pero el verdadero trabajo está atrás: horas de ensayo, inversión, innovación constante.

—¿De dónde viene esa disciplina?

—De mi origen. Soy de La Boca. Nada me fue fácil. Nunca me la creí. A veces hubiese encantado creérmela un poco para defender contratos o evitar abusos de empresarios. Pero soy una laburante. Y lo voy a ser siempre.

“Lo saqué a bailar a Obama con los láser en la espalda”

Baile con Obama

—Contaste que cuando bailaste con Obama te habían dicho que no te acercaras porque te iban a disparar.

—Lógico: es el presidente más importante del mundo, tiene seguridad extrema. Nadie sabe si la bailarina es una espía o si tiene un cuchillo en el vestido. Pero cometieron el error de decirme “no te acerques”. Y yo tengo algo transgresor, rebelde. No conozco el techo. Avancé igual. Gritaron todos los ministros, sentí los láser en la espalda, pero Obama se acercó, se cerró el saco y se produjo el baile. Fue increíble.

—¿En tu carrera también sentiste esos “láser en la espalda”?

—Sí. Muchas veces. A mí me tiraron a matar. Incluso del poder. El poder te tira a matar: empresarios, políticos mediocres que creen que pueden destratarte. Hoy incluso tengo una cancelación de la ministra de Cultura actual. ¿Cómo me levanto? Pensando que la cultura queda. Los artistas quedamos, los mediocres pasan.

La despedida a su padre y Adiós Nonino

El rol de su papa - Entrevista con Mora Godoy

—Tu papá fue clave en tu vida. ¿A qué le dijiste adiós cuando murió?

—Estamos creando una coreografía en homenaje a él: Adiós Nonino. Se estrena el 11 de diciembre en el Broadway y después va al Teatro Colón de Mar del Plata y al Enjoy de Punta del Este. Es mi despedida, mi agradecimiento y también un duelo por Tanguera. En un momento de la obra rompo los contratos como gesto de liberación. Me moviliza muchísimo.

—¿Qué momento de tu carrera le mostrarías y le dirías “papá, lo logré”?

—Todos. Vivimos juntos los últimos cinco años. Me acompañó a París, a Madrid, a tantos viajes. Él siempre me decía: “Lo que hiciste no es normal”. Venimos de un origen humilde: mi abuelo era albañil paraguayo, vivían en un rancho. Mi papá fue economista, culto, militante, amaba el tango. Él me hizo empresaria. Él me enseñó de qué lado pararse en la vida. Hoy siento un desamparo sin él.

—Si lo tuvieras hoy al lado, ¿qué le dirías?

—Que estoy construida con una parte de él. Que la otra parte que me quedó me impulsa a ayudar a otros. Entrenamos gratis a chicos que no pueden pagar una clase. Les damos herramientas para salir adelante. Ese es mi papá, y sé que estaría orgulloso.