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Monumentos cruzados: lazos de bronce entre Argentina e Italia

Dedicamos las últimas notas a distintos monumentos en nuestro país, a Giuseppe Garibaldi entre otros, que vinculan el arte y las obras.

Garibaldi en Plaza Italia: símbolo de libertad

Garibaldi en Plaza Italia: símbolo de libertad

Archivo MDZ

Los pueblos han dejado huellas de sus vínculos a través del arte público. En Argentina, esos lazos están cincelados en mármol y fundidos en bronce. Recorremos el imponente Monumento a Guiseppe Garibaldi en la Plaza Italia de Buenos Aires y el Monumento al General Manuel Belgrano en la Piazza Tommaseo de Génova. Obras separadas por un océano, pero unidas por un diálogo simbólico que nos une con Italia, nuestra segunda madre patria.

Giuseppe Garibaldi en Plaza Italia: símbolo de libertad

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Inaugurado en 1904, el monumento ecuestre a Giuseppe Garibaldi (1807-1882) fue el primero en su tipo en Buenos Aires y uno de los primeros de toda Sudamérica. La obra fue financiada mediante una suscripción popular organizada por la comunidad italiana residente en Argentina, con el apoyo del gobierno nacional y municipal.

Detalle de los altorrelieves del Monumento a Garibaldi en Plaza Italia

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Su autor fue el escultor Eugenio Maccagnani (1852-1930), académico romano, quien capturó la figura del “héroe de dos mundos” con la espada en alto y el caballo en movimiento, evocando tanto su gesta europea por la unificación italiana como su paso activo por el Río de la Plata, donde combatió en los conflictos civiles del siglo XIX, al frente de la Legión Italiana en Uruguay.

La escultura se convirtió en una señal de orgullo de la comunidad italiana, que encontraba en Garibaldi una figura puente entre las luchas por la libertad en ambos continentes.

Belgrano en Génova: el cruce inverso

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Casi un cuarto de siglo después, en una especie de respuesta simbólica, el Estado argentino encargó un monumento a Manuel Belgrano en Génova, ciudad de origen de la familia Belgrano y cuna de gran parte de la inmigración italiana que pobló el país a fines del siglo XIX.

El proyecto fue confiado al escultor florentino Arnaldo Zocchi (1862-1940), quien ganó el encargo sin mediar concurso abierto, debido a su renombre internacional y a su experiencia previa en obras públicas en América Latina, entre ellas el Monumento a Colón que estuvo históricamente frente a la Casa de Gobierno y fue luego trasladado a la costanera norte frente al aeroparque.

Arnoldo Zocchi (1862-1940) Monumento a Belgrano en Génova

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La estatua ecuestre de Belgrano (financiada por el gobierno argentino, en el marco de las celebraciones del centenario de la independencia) fue fundida en bronce en Nápoles, a partir de cañones tomados en la Batalla de Salta (1813), como gesto de autenticidad histórica. La base, de granito rojo andino, completó el simbolismo. Fue inaugurada en la Piazza Tommaseo de Génova el 27 de octubre de 1927, en una ceremonia con autoridades de ambos países, incluido el rey Víctor Manuel III. En el puerto de Génova estaba anclada la Fragata Sarmiento, un dirigible sobrevolaba el acto al que asistió una gran multitud y la presencia del Papa venido especialmente de Roma.

Rosario: la réplica que une continentes

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La fuerte carga simbólica del monumento genovés generó el deseo de replicarlo en territorio argentino. Así fue como, en 1928, se inauguró en el Parque Independencia de Rosario una copia exacta del original, también realizada por Arnaldo Zocchi. Esta vez, la financiación corrió por cuenta de la comunidad italiana en Rosario nucleada en una comisión presidida por Santiago Pinasco, con aportes del municipio y del gobierno nacional, como muestra de gratitud hacia su país de acogida.

El Monumento de Rosario en la actualidad

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La instalación de la estatua reforzó los lazos afectivos e identitarios entre los inmigrantes y la historia nacional, consolidando la figura de Belgrano como un símbolo no solo patriótico, sino también transnacional.

Un puente cultural de ida y vuelta

Garibaldi y Belgrano no solo comparten monumentos ecuestres y gestas libertarias. Ambos representan, en su iconografía, los profundos lazos que unieron —y aún unen— a Argentina con Italia.

Uno, italiano de nacimiento, luchó en el territorio rioplatense mucho antes de convertirse en héroe europeo. El otro, argentino de raíces ligures, se convirtió en prócer nacional mientras su legado cruzaba el océano, hasta ser inmortalizado en la tierra de sus antepasados.

Los monumentos que los celebran —levantados con metales de batalla, piedras del continente, bronces fundidos en Europa y financiaciones comunitarias— son mucho más que esculturas. Son testimonios de afecto, de identidad compartida y de integración cultural. Entre las plazas de Buenos Aires, Rosario y Génova, los nombres de Belgrano y Garibaldi trazan un puente simbólico que sigue vigente, hecho de historia, arte y memoria colectiva.

Rogelio Yrurtia (1879-1950)

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Nuestra próxima columna será dedicada al gran escultor argentino que dejó importantísimos monumentos en la ciudad de Buenos Aires.

Como adelanto y en adhesión a lo que considero un saludable acto para la República acompaño la obra de su autoría instalada en la entrada principal del Palacio de Tribunales, sede de la Corte Suprema de la Nación.

* Carlos María Pinasco es consultor de arte.

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