Historias ásperas de la Triple Frontera
El límite entre Godoy Cruz, Luján y Maipú vive días de fuego. Asesinatos, casas quemadas y tiroteos marcan el pulso en la zona más caliente del Gran Mendoza.
Dicen que esta noche se puede "pudrir" en la Triple Frontera. El sábado mataron a un chico. Ya lo velaron y enterraron: la lógica delirante de las banditas que operan en la zona dicta que tiene que haber una respuesta por parte del grupo rival. Eso significa más muerte.
Por eso las barriadas están en silencio. Desde la mañana hay móviles policiales patrullando la calle Rawson, desde Terrada hasta el asentamiento Néstor Kirchner (NK). Pero hace rato que se terminaron las garantías de paz.
"Van dos meses de lío todos los días. La semana pasada se puso todavía más pesado. Tenemos balaceras a cualquier hora, y ves a los niños refugiarse en los recovecos para que no los caguen a tiros", lanza sin pelos en la lengua un señor que se asoma a la puerta de su casa.
Los vecinos están aterrorizados y no quieren dar su nombre ni contar a qué se dedican. "El problema no es que tiren tiros, eso se veía antes también. El tema es que ahora usan ametralladoras, granadas y chalecos antibalas", remata el hombre. Luego se encierra tras una reja.
La interna
El viernes pasado, la policía ingresó al NK y detuvo a cuatro sujetos con armas de guerra, entre ellas una escopeta de doble caño y una granada. Pertenecían a uno de los grupos de narcomenudeo que dominan este caserío insólitamente pequeño, donde las peleas se producen en un radio que no supera los 1000 metros.
Al día siguiente, sábado, Noelia -una mamá del asentamiento- quería festejar el cumpleaños de su hijito. Había comprado cotillón y globos. Pero cuando despertó y vio la onda que había en el barrio, decidió trasladar toda la fiesta al Barrio Tres Estrellas. Hizo bien, porque a eso de las 16.30, el panorama a 100 metros del NK era el siguiente (video provisto por los vecinos):
Al rato se supo que había fallecido Agustín Exequiel Galdámez (15) a causa de un balazo en el abdomen. Para vengarse, sus allegados fueron a quemar una casa al Barrio Pablo VI, sede del grupo que habría cometido el asesinato. Y como represalia, gente del Pablo VI incendió, a su turno, varias casas del NK. Idas y vueltas, odio y más odio.
¿Cómo empezó la "guerra"? Circula una versión que, lejos de ser oficial, explicaría la escalada. Según se rumorea, en el Néstor Kirchner había un narco más grande, apodado "El Rey". Era el dueño del búnker que la Policía Federal demolió en mayo de 2019. Tras su encarcelamiento, uno de sus mandos medios tomó el poder. Los clientes siguen yendo a buscar droga y más de una vez llegan en autos de alta gama.
Pero -siempre según versiones- otra banda, del barrio Pablo VI, se enteró de que "El Rey" ya no estaba en el territorio e hizo lo posible para hacer base en el asentamiento NK. Por eso se estaría dando la lucha entre los dos grupos. Por un lado los que estaban y por otro los que quieren llegar.
Mendoza bajo la alfombra
"Las personas que toman una cerveza en la Arístides nunca se preguntan de dónde vienen los pibes que les venden estampitas. Ven nenitos, pero nunca sus caras ni sus historias", se indigna -con lágrimas en los ojos- Nuria, una maestra del lugar. "El sábado yo estaba frente a una de las casas que se estaban quemando y uno de los niñitos, que me conoce porque soy su maestra, vino corriendo a abrazarme y me dijo que no quería vivir más de esa manera".
Las opciones son volverse de piedra o sufrir en silencio. Nuria optó por un tercer rumbo: formó junto a otras mujeres de barrios complicados el grupo "Planificar para luchar", que tiene como meta mostrarles a los adolescentes que hay otros caminos.
La otra es quedarse en el molde. En el Barrio Posta Norte, que queda pegado al NK, cuentan que no hace mucho un hombre iba por la calle y dos personas en una moto le dispararon cinco tiros antes de huir a toda velocidad. Probablemente un ajuste de cuentas. "Estaba en el suelo, sangrando, y nadie se animaba a ayudarlo, porque todos sabían que la bandita estaba espiando desde algún lado. Al que fuera a asistir al tipo, lo iban a marcar. Acá las paredes ven y escuchan", coinciden los entrevistados.
El hombre se retorció en el suelo varios minutos hasta que uno de los vecinos se la jugó y lo fue a salvar. Los demás miraban desde la ventana.
Sin escape
Dejando de lado un par de escuelas, no hay espacios de cultura en esta sección de la Triple Frontera. En el Posta Norte, una organización mantiene como puede una canchita de fútbol y un salón para que los pibes puedan asistir a talleres de dibujo y otras actividades. "No me vas a creer: nos llegan niños que no saben cómo jugar", comenta una de las encargadas. Sus compañeros admiten que reman como pueden, pero no se sienten acompañados por los municipios. "Mirá, ni siquiera hemos podido ponerle color a este proyecto", tercia otra vecina, y señala al salón. Enfrente, un galpón de chapa, apenas pintado de blanco, parece mirar con pena los ranchos y la pobreza que hay enfrente.