Supera cualquier ficción

Femicidio de Dora Hidalgo: la insólita razón que le quita el sueño a la familia

El caso de la mujer que desapareció el 31 de agosto en Coquimbito (Maipú) parecía resuelto: hay un sospechoso de haberla matado y varias pruebas en su contra. Pero aunque la pesquisa avanzó, queda pendiente un tema que supera cualquier ficción. El reclamo de la hija y una historia increíble.

Facundo García
Facundo García jueves, 12 de noviembre de 2020 · 17:57 hs
Femicidio de Dora Hidalgo: la insólita razón que le quita el sueño a la familia
Afectos Dora tenía 67 años y era muy querida por su entorno.

A fines de agosto, miles de mendocinos siguieron el caso con expectación: una mujer de 67 años había desaparecido. No se le conocían enemigos ni conflictos con nadie, así que la primera hipótesis fue que se había perdido. Dora Hidalgo trabajaba en un predio de Coquimbito (Maipú), y hacia allí se orientó el rastrillaje.

El 4 de septiembre, la Policía encontró a Dora. Estaba muerta. Los informes iniciales parecían inverosímiles: decían que su cadáver se hallaba dentro de un pozo, a 70 metros de profundidad. Y así era. El cuerpo de la mujer -que fue asesinada- se ubicaba en una especie de aljibe que se utiliza para regar el amplio parque que ella cuidó hasta el último día de su vida.

El fiscal de Homicidios Gustavo Pirrello se hizo cargo de la causa. Mientras la familia recibía el impacto de la noticia, policías y bomberos se pusieron a buscar el modo de extraer los restos de la víctima, que seguía en el pozo.

Y los sacaron. Aunque no a todos.

Lo que faltó extraer -todavía está ahí abajo- es el tema de esta nota.

Detenido

“En un inicio las autoridades nos dijeron que no quedaba nada dentro del pozo; pero hoy sabemos que no es así. Necesitamos resolver este asunto para hacer el duelo como corresponde. Tienen que entender que lo que hay ahí abajo no es un dedo ni una mano. Es algo mucho más importante”, cuenta a este diario Patricia Ortega (40), que está tratando de asimilar la ausencia de su mamá junto a los otros tres hijos de Dora.

En algunos sentidos, el caso avanzó. Ya está detenido un hombre de 37 años, José Moreira, quien se desempeñaba como casero en el mismo predio amplio y arbolado en el que trabajaba Dora. Él habría sido la persona que la atacó y la metió en el hueco, que luego quedó sellado con una pesada placa de cemento.

Se sospecha de él, además, porque la zona en la que estaba el aljibe fue cerrada con llave -es alguien que conoce el lugar- y porque las cámaras del sitio tomaron a Moreira manejando un auto que llevaba un bulto atrás.

"Mi mamá era una persona muy recta -recuerda Patricia-. Trabajó toda su vida y nos enseñó a no ser flojos. Entonces era de carácter fuerte: no le gustaba la gente vaga. Y este tipo, Moreira, siempre esquivaba el trabajo. Es más, usaba los jacuzzis que hay en el complejo junto con su amante. Todos empezamos a notar que hacía eso y le llamamos la atención. Pero se ve que él decidió desquitarse con la persona más indefensa".

Patricia tira un dato más: cuando los allegados a Dora se alarmaron por su ausencia, el mismísimo Moreira los habría "ayudado" en la búsqueda. "Venía con nosotros y hacía como que la buscaba, cuando en realidad sabía todo lo que había pasado. Te digo más, poco después de haberla matado, seguía usando los jacuzzis del lugar. Por la noche, sacaba agua del pozo para regar el predio. Es una cosa inaudita la sangre fría de este señor".

Rastreo final

¿Y qué quedó dentro del pozo tras retirar el cuerpo? No hay forma sutil de decirlo. Vaya pues, con el máximo respeto: quedó -a un centenar de metros de profundidad- la cabeza de Dora.

La descubrió hace algunas semanas el Grupo Halcón K9 de rastro específico y localización de personas, que fue contactado por la familia ante las dudas sobre lo que había en el casi insondable aljibe maipucino. Los especialistas utilizaron perros -a la altura de la superficie- y cámaras sumergibles.

Los canes detectaron zonas en las que había huellas de sangre dentro del predio y en el auto que habría usado Moreira. Y las cámaras bajaron por el hueco, a través de toneladas de agua y con oscuridad creciente, hasta llegar a más de 100 metros bajo tierra.

Ahí estaba parte de la ropa de la víctima, sus botas, sus llaves, el candado que usaba para cerrar su casa y el barbijo, además del cráneo y un elemento punzante -una tijera grande o una guadaña- que habría sido el que usó el asesino.

“A muchos familiares nos molesta esta situación, porque el pozo continúa con actividad a su alrededor. Mientras, ahí sigue la evidencia...no me parece. Hace tres meses que esperamos para sacar lo que falta, así que aunque entendemos el lío que causa la pandemia, no estamos del todo conformes con los tiempos que maneja la Justicia”, opinó una sobrina de Dora que fue contactada por este diario y prefirió el anonimato.

“Es simple -resumió a su turno la hija de la mujer asesinada, Patricia- pedimos al juez que por favor nos autorice a sacar el cráneo y el resto de la evidencia antes de las fiestas. Es lo que pediría cualquier ser humano. Queremos cerrar un ciclo"

Desafío técnico

El informe del grupo Halcón K9 fue enviado al juez el lunes. La extracción no será tarea fácil, pero tampoco imposible. Además de las cámaras submarinas, la organización posee un brazo hidráulico que habrá que hacer descender hasta allá.

“Tenemos todo el equipo para extraer el material y lo ponemos al servicio de la sociedad”, confirma Pablo Rivero, que por su experiencia es uno de los referentes del mencionado equipo de rastreo. “Somos voluntarios comprometidos: nos interesa mucho rescatar las pruebas, para colaborar con la búsqueda de la verdad”, subraya.

Los miembros del Grupo Halcón vienen trabajando desde hace 5 años en este tipo de tareas. “Nos desempeñamos con perros, pero estamos sumando tecnología y psicólogos que nos ayudan con la asistencia a las víctimas”, describe Rivero.

Para la familia de Dora, está claro que el acceso a la justicia y el fin de la investigación serán un alivio. Si la causa es elevada a juicio, Moreira, el acusado por el femicidio, enfrentará un proceso por jurados que podría derivar en una sentencia a cadena perpetua. Hay fuentes, sin embargo, que advierten que la instrucción no está terminada y podría haber algún giro en el expediente.

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