Mauricio Kartun: "La pantalla agotó el asombro, el teatro es el último refugio de lo vivo"
El dramaturgo más influyente de la escena argentina habla del boom teatral, de la crisis de lo virtual, de su hijo Julián y del presente sus obras “La vis cómica” y “Baco Polaco”. Un Mauricio Kartun íntimo, lúcido y frontal.
Mauricio Kartun
Agustín Tubio / MDZMauricio Kartun es una de las voces esenciales del teatro argentino. Dramaturgo, director, maestro de varias generaciones y creador de obras que ya son parte del canon contemporáneo (Terrenal, La vis cómica, Salomé de chacra, etc), su pensamiento funciona como un mapa para entender qué le pasa al escenario hoy, cómo cambió el público y por qué, en tiempos de pantallas infinitas, el cuerpo volvió a ser el territorio del asombro.
Con más de cinco décadas de trayectoria, Kartun sigue escribiendo, dirigiendo y debatiendo con un entusiasmo casi subversivo. Su última obra, Baco Polaco es pastiche de Las bacantes de Eurípides. Su esperpento. El mito aquel trasladado a un pueblo de la pampa profunda, allá en los ´30. Esta se volvió un fenómeno teatral que forma parte de la programación del CTBA, y se puede ver en el Teatro Sarmiento, mientras La vis cómica atraviesa su sexta temporada y prepara la séptima en Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini. En esta charla para MDZ, reflexiona sobre la vitalidad del teatro porteño, la educación pública, el oficio del actor, el fenómeno de su hijo Julián y el rol del artista en tiempos de inteligencia artificial.
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-Primero que nada, ¿cómo ves el teatro argentino en este tiempo de velocidad, de cosas rápidas, de gente pendiente del celular? ¿Qué les aporta hoy el teatro a las personas?
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-Mira, el teatro dio la vuelta: parecía en crisis frente a lo audiovisual, pero la reiteración de lo virtual produjo agotamiento. El cine de sala entró en crisis, las películas se volvieron series y lo seriado pertenece a la industria, no siempre al arte. El teatro, en cambio, hoy tiene una repercusión extraordinaria en el mundo. Tarantino está ensayando teatro y Coppola escribió sobre hacer cine en vivo, reconociendo que el cuerpo es el único lugar posible para recuperar lenguaje. El teatro muestra la belleza del cuerpo expresivo. En Buenos Aires, la calle Corrientes es un hervidero con colas en todos los teatros. Y el teatro está picando en la puerta para que las entidades de cultura comprendan su importancia y lo apoyen con el plus de que Buenos Aires tiene público.
-¿Y por qué sentís que el público reacciona así? ¿Por qué cree que ahora está eligiendo o este fenómeno se está produciendo?
-Porque hay agotamiento de lo virtual, porque hay un agotamiento grande. A ver, yo siempre digo, si voy a ver una película de Marvel y lo que pienso es en los efectos. Y digo che, pero eso yo la lo vi en la anterior. Tírate 50 millones de dólares más, me estas pijoteando, porque ya no me sorprende, lo audiovisual ya no sorprende, y con la IA, menos todavía. Hoy cualquier chabón con una computadora puede hacer un video y hasta componerle una canción. Porque me sorprendería algo que hace lo audiovisual hoy. Pero yo me sigo parando en la esquina asombrado a mirar a un pibe que parado en un semáforo revolea cinco clavas. Y digo porque, porque el fenómeno del espectáculo es la sorpresa. El teatro tiene eso, no hay IA posible en el teatro, porque justamente de lo que se trata es nada más y nada menos que de una inteligencia corporal. Algo que no puede ser remplazado porque el atractivo está en el soporte y no el discurso. Larga vida al teatro.
-En el artificio del cuerpo ¿No?
-Efectivamente en el artificio del cuerpo. Y la palabra artificio en ese sentido es muy gráfica y muy elocuente. El artificio no es otra cosa que crear un arte ficcional merced a un sistema de signos. Crearlo con el cuerpo es algo apasionante. Yo voy a ver teatro y salgo fascinado a veces por trabajos corporales, porque a veces tanto la historia no me convoca, a veces la puesta no me enamora, pero salgo y no puedo dejar de hablar de lo que hizo esa actriz o ese actor. Vayan al Teatro Sarmiento a ver Baco Polaco. Van a ver a seis intérpretes tres actores y tres actrices, totalmente fuera de lo común. Vas a ver lo que pueden. Vas a salir diciendo: “¿Cómo no conocía a esta piba? ¿Cómo no conocía a este tipo?”. Ese es el fenómeno del teatro: sorprenderte con el cuerpo de alguien que no conocías. Un artista que crea con su cuerpo ese artificio.
Agotamiento de lo virtual
-Alguien que no tiene que responder a la fama o al reconocimiento, sino simplemente tener una virtud sobre el escenario que lo convoque.
-Exacto. Para mí, eso es lo extraordinario del teatro. Yo hablo desde la realidad que conozco, con una mirada poco federal, la de Buenos Aires: la calle Corrientes junta a grandes figuras, a figuras extraordinarias, que la gente va a ver, porque quiere verlas en vivo, y quiere ver lo que puede justamente el cuerpo de un Beto Brandoni por ejemplo, y junta esa gran figura con un ilustre desconocido que de pronto empiezan a hacerse conocido por el “boca en boca”. “Che, andá a ver tal cosa”, “anda a verla”, y así aparecen actrices como la piba de Suavecita, o Lorena Vega con Imprenteros, donde cuenta su vida y dramatiza algo precioso. Ese fenómeno que permite el teatro también nos empodera a los humanos, al artista. Para hacer teatro no se requiere más que cuatro giles que se juntan en una casa cuatro veces por semana durante cuatro meses —y le robo la frase a Bartís: alguna obra va a salir. El teatro es contracultural porque se hace con el cuerpo y con la juntada, frente al peso corporativo y empresarial del arte comercial. El teatro te da una posibilidad de producción extraordinaria.
-Te llevo por otro lado. Tu hijo Julián hace algo muy diferente a lo que vos haces hace años. ¿Cómo te llevas con eso? Y ¿Cómo te llevas con la popularidad de Julián?
-Me llevo fenómeno, porque me entienden muy bien en los bancos (risas). Soy “el papá del Caro Pardíaco ”. Pero en relación a Julián hay algo que me gusta mucho, y es que haya incorporado de una manera orgánica e inteligente la idea del artista integral, del artista de variedades: puede hacer reír, puede hacer drama, puede llenar un estadio como frontman de una banda que lleva más de 20 años. Entonces ese fenómeno de entender una vez más la potencia del cuerpo. Y en el caso de Julián yo siempre me alegro de haberle jodido la vida para que estudie algo. Y gracias a haber estudiado producción de cine y televisión, con lo cual además entiende cómo funciona el negocio. A los artistas eso nos cuesta muchísimo. Saber cuánto vale tu trabajo, con quién negocias y por qué. Cuánto vale tu trabajo. Es muy importantísimo para profesionalizarse.
-Hablando de enseñar: fuiste maestro durante muchos años de escritores, dramaturgos y también actores que fuimos para aprender dramaturgia, pero también aprendimos de teatro. Y en un momento lo dejaste de hacer. ¿Qué pasó?
-En realidad no lo dejé de hacer, cambié el formato. Ahora doy seminarios intensivos, hago uno o dos por año y en vez de trabajar con grupos chicos, trabajo con 350 o 400 personas juntas en seminarios intensivos. En pandemia me di cuenta de que la vida era más feliz si no estaba pendiente de los lunes y martes del estudio. Me perdí giras increíbles, me perdí las mejores, por dar clases. Fueron 20 años. Todo tiene su tiempo.
-20 años no es poco, es un numerito…
-Sí. Y 25 en la EMAD, donde creé la carrera de Dramaturgia. Y 25 años en la Universidad del Centro, en Tandil. Y 15 años en la Escuela de Titiriteros del San Martín con la primera catedra de dramaturgia para títeres de la argentina. Había una sobrecarga importante de docencia. Y además escribir, y además dirigir. Era mucho.
La popularidad de Julián
-Para cerrar: tenes en este momento dos obras en cartel. Contame de La vis cómica y Baco Polaco.
-La vis cómica está en su sexta temporada y arreglamos la séptima. En el Centro Cultural de la Cooperación, los sábados 19:30. La sala sigue caliente. Hay gente que la vio cuatro o cinco veces. Y estamos de gira, nos invitaron al Festival Latinoamericano de Costa Rica. Es una suerte enorme. Y Baco Polaco… Nosotros decimos que no es que quieras más a un hijo, es que querés más al que tenés en brazos. Es el bebé. Estoy en todas las funciones. Retoco, ajusto, corrijo. De jueves a domingo en el Teatro Sarmiento, 20:00. La sala está llena: hay que sacar entradas con una semana de anticipación. Si alguien duda del poder del cuerpo en escena, que vaya a ver Banco Polaco. Ahí está el genio del teatro vivo.
