Luces, música y el detrás de escena de cómo se organiza una fiesta de Navidad
Montar una fiesta de Navidad para miles de jóvenes implica planificación, logística, seguridad y muchísimas horas de trabajo.
Cada vez más jóvenes eligen pasar Navidad bailando, pero pocos conocen todo lo que hay detrás de una fiesta masiva.
404Para muchos jóvenes mendocinos, pasar la Navidad o el Año Nuevo bailando ya es parte del ritual. Las fiestas especiales de fin de año crecen, se multiplican y convocan a miles de personas.
Sin embargo, organizar una fiesta de Navidad para miles de personas no es solo elegir música y vender entradas. Detrás de cada evento grande hay semanas, meses de trabajo invisible que va desde conseguir un predio habilitado hasta coordinar seguridad, barras, escenarios y tecnología. En Mendoza, donde cada vez más jóvenes eligen pasar Navidad y Año Nuevo bailando, el desafío para los organizadores crece año a año.
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La fiesta Navidad 404, que se realizará en colaboración con El Ático, es un buen ejemplo de esa transformación de la noche mendocina. MDZ habló con Francisco Vigari, uno de sus organizadores, para entender qué implica montar un evento de esta magnitud y por qué estas fiestas se volvieron una opción tan buscada por el público joven.
“Muchos ven la fiesta terminada y piensan que es algo simple, pero hay muchísimo laburo atrás”, resume Vigari. Desde la habilitación municipal hasta el armado del escenario, todo debe estar pensado para que la experiencia sea segura y fluida para miles de personas.
Del cansancio del boliche a organizar su fiesta
La historia de 404 arranca de manera bastante genuina: un grupo de amigos jóvenes cansados de repetir el mismo boliche todos los fines de semana. “Nos gusta el cachengue y veíamos que no había fiestas grandes de ese estilo, como sí pasa con la electrónica”, contó Vigari.
La primera excusa fue el Día del Amigo, después llegaron fechas puntuales como la Primavera y ahora Navidad. La lógica es clara: ofrecer algo distinto para los momentos donde la gente quiere salir, más cercano a un festival que a una noche tradicional de boliche.
Esa idea también responde a un cambio de hábitos. Hoy muchos jóvenes buscan eventos más esporádicos, mejor producidos y en lugares no convencionales, en lugar de salir todos los fines de semana al mismo lugar.
Conseguir un predio y cumplir con todo
Uno de los mayores desafíos es encontrar locaciones adecuadas. “En Mendoza hay pocos lugares que te permitan hacer fiestas grandes y que estén en regla”, explicó el organizador. Cada evento necesita habilitaciones específicas, controles y condiciones que no todos los predios pueden cumplir.
Navidad 404 se realizará nuevamente en Quinta Doña Elvira en Rodeo de la Cruz, un espacio que El Ático ya utiliza para fiestas de fin de año. La experiencia previa y el trabajo conjunto entre productoras permite ordenar mejor todo lo que pasa puertas adentro.
La capacidad también es un punto sensible. En ediciones anteriores llegaron a reunir entre 1.500 y 1.800 personas, lo que obliga a ajustar permanentemente la logística y aprender de cada experiencia.
La coordinación para un evento de esta magnitud
Aunque el público llegue en la madrugada del 25, el trabajo arranca mucho antes. El montaje de estructuras, torres y soportes comienza alrededor de una semana antes. Luego se continúa con la técnica de sonido e iluminación junto con la decoración.
La seguridad es otro eje central. Se trabaja con empresas privadas que se encargan de aportar personal habilitado y seguro, y la cantidad de efectivos se ajusta según el público estimado. Las experiencias previas, incluso las complicadas, sirven para mejorar edición tras edición.
El sistema de ingresos también cambió mucho. Hoy las entradas digitales con QR reducen errores, evitan falsificaciones y agilizan el acceso. Esto no solo mejora la experiencia del público, sino que también le da tranquilidad a los organizadores, que pueden controlar mejor la capacidad y el flujo de gente.
El riesgo y el negocio de un evento como este
La pregunta aparece siempre, pero la respuesta no es tan lineal. Según Vigari, una fiesta de este tipo puede ser rentable, pero el riesgo es muchísimo más alto que en eventos sociales como casamientos.
“Con cinco o seis casamientos ganás lo mismo que con una fiesta de Navidad”, explicó. La diferencia está en la exposición, ya que si algo sale mal, el impacto es mucho mayor y la responsabilidad también. Además, a diferencia de un evento privado, acá la gente no va por una pareja que se casa, sino por la fiesta en sí. Eso implica un voto de confianza que hay que saber devolver.
Cómo cambió la noche mendocina
Para Vigari, la noche en Mendoza mutó fuerte hacia la electrónica, algo que no ve como negativo. Sin embargo, siente que el cachengue perdió espacios y público con el paso del tiempo.
“Antes había más opciones, ahora muchas noches son iguales”, analiza. De ahí surge la idea de llevar la lógica de los festivales electrónicos al cachengue: fiestas grandes, producidas y pensadas para disfrutar sin rutina.
Una Navidad distinta y el trabajo detrás
La fiesta contará con dos propuestas bien marcadas. Habrá dos pistas: una principal para unas 1.200 personas y otra más chica, pensada para unas 800. En la pista cachengue estarán Juli Sánchez, Juan Pablo Gallart, Francisco Vigari, Nicolás Plana y Bauti Filizzola. En la electrónica, el DJ internacional Raxon, desde Egipto, será el plato fuerte, con warm up a cargo de Marienne.
La ubicación de los escenarios, la orientación del sonido y la distancia entre pistas se define con técnicos especializados para evitar que una música invada a la otra. “El sonido se va a cruzar un poco, es inevitable, pero se trabaja para que sea lo menos posible”, explicó Vigari.
Mientras el público solo ve luces, música y barras funcionando, detrás hay un equipo coordinando cada detalle. Organizar una fiesta de Navidad en Mendoza es, hoy, una mezcla de pasión, riesgo y mucho laburo silencioso.





