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Los Cabos, un destino de playa que crece con estricto cuidado del agua

MDZ estuvo en Los Cabos, México, y se sorprendió: un desierto con mar y montaña, escasez de agua pero que sin embargo no para de expandirse.

Los Cabos, un destino de playa que crece con estricto cuidado del agua.

Los Cabos, un destino de playa que crece con estricto cuidado del agua.

Laura Fiochetta/MDZ

Los Cabos (México) es uno de los destinos turísticos que más ha crecido en las últimas dos décadas. Su prestigio internacional, su conectividad aérea en expansión- MDZ fue en el vuelo inagural que partió desde Panamá operado por Copa Airlines el último 4 de diciembre posibilitando la conexión con Latinoamérica- y la llegada constante de inversiones hicieron se consolidaran como un polo turístico de playas paradisíacas a nivel mundial. Sin embargo, detrás de ese brillo, aparece un problema tan estructural como urgente: el agua.

En esta región del desierto sudcaliforniano, donde las lluvias son escasas- llueve sólo diez días al año- y el crecimiento urbano avanza sin pausa, la gestión del recurso hídrico es un desafío cotidiano tanto para residentes como para la industria turística.

Los Cabos vive de un modelo híbrido exigente: el servicio domiciliario funciona por turnos, con días de suministro y días sin, mientras que los hoteles —desde los más pequeños hasta los grandes resorts de marca internacional— están obligados a producir, comprar o desalinizar su propia agua. En paralelo, se suman esfuerzos por reutilizar el recurso, como ocurre con los 18 campos de golf del destino, que se riegan exclusivamente con agua tratada.

En un contexto global donde las ciudades turísticas enfrentan cada vez más presiones ambientales, Los Cabos se convierte en un caso emblemático: cómo crecer sin comprometer un recurso vital y escaso.

Agua domiciliaria por turnos: así funciona el sistema para los residentes

"Los martes lavo la ropa", nos dice Sandra. "Acumulo toda la ropa y pongo el lavarropas sólo ese día", suma. Quienes viven en Los Cabos conocen de memoria la dinámica del agua por turnos. No es una medida excepcional sino una rutina establecida. El suministro se habilita para los barrios por días o incluso por franjas horarias, dependiendo de la zona. Hay colonias que reciben agua cada dos días, otras cada tres y algunas solo dos veces por semana. La distribución está calculada para estirar el recurso lo más posible y asegurar que todos reciban, aunque sea de manera limitada.

Los hijos de Sandra también saben de cómo cuidar el agua. "Mi hijo no usa un jean una vez y me lo da, tiene que estar realmente sucio, de verdad para que lo lavemos", agrega. Este sistema no responde únicamente a una falta de infraestructura, sino a una escasez estructural de agua dulce en toda la península de Baja California Sur. La región depende casi exclusivamente de acuíferos subterráneos, que están bajo presión desde principios de los años 2000. La demanda residencial crece de la mano de la migración interna y externa —ya que muchos mexicanos y extranjeros se mudan para trabajar en el turismo— y de la construcción de viviendas vinculadas al área.-

Los vecinos, conscientes de que el agua llega por turnos, organizan su vida en función del calendario de suministro. La mayoría de las casas tiene cisternas que se llenan cuando toca el turno. La presión suele ser baja y, en ocasiones, el agua no llega a ciertos sectores por la saturación. Esta situación obliga a muchas familias a contratar pipas de agua, un gasto que se vuelve casi mensual para miles de hogares. "Sino te alcanza, tenés que comprar más", nos dice la habitante de Los Cabos.

"Aprendimos, por ejemplo, que el lavavajillas gasta menos agua que lavar a manos", sigue Sandra con su relato y nos sorpende. Mientras tanto, la industria turística —que sostiene gran parte de la economía local— debe funcionar sin interrupciones. Y esa continuidad implica inversiones, tecnología y obligaciones muy específicas.

Los Cabos y la gestión hotelera del agua: desalinización, plantas propias y reutilización

Uno de los rasgos más particulares del modelo hídrico de Los Cabos es que los hoteles no reciben agua del sistema domiciliario. No pueden depender del recurso público. Por ley y por necesidad, los desarrollos turísticos deben producir y gestionar su propia agua.

La opción más extendida es la desalinización del agua de mar, un proceso costoso pero indispensable para sostener un destino que recibe a millones de visitantes al año. Los grandes resorts cuentan con plantas desalinizadoras propias, capaces de generar enormes volúmenes diarios. Otros establecimientos más pequeños compran agua tratada a proveedores privados o se asocian para operar sistemas en conjunto.

A esto se suma el manejo del agua residual. Casi todos los desarrollos turísticos cuentan con sistemas de tratamiento y reciclaje que permiten aprovechar el recurso para riego, refrigeración o mantenimiento de áreas verdes.

El agua en los 18 campos de golf

Los Cabos tiene 18 campos de golf, muchos diseñados por referentes internacionales. Mantener esas extensiones verdes en pleno desierto sería imposible sin una estrategia paralela y eficiente de reutilización de agua.

Todos los campos se riegan con agua tratada, proveniente de sistemas de reciclaje. Ninguno usa agua potable destinada a la población. Este esquema permite preservar uno de los atractivos turísticos más importantes sin poner en riesgo el abastecimiento humano.

Los hoteles generalmente llevan el agua hacia los campos de golf. Pero si miramos el agua del mar, el agua es cristalina: se debe a que jamás tiran el agua usada y sucia para el principal atractivo de Los Cabos.

los cabos

Una comunidad con conciencia hídrica: en Los Cabos el agua no se desperdicia

A diferencia de otros destinos turísticos donde las tensiones entre residentes e industria son frecuentes, en Los Cabos existe una conciencia social muy fuerte sobre el cuidado del agua. La población vive desde hace años con turnos, con almacenamiento doméstico y con un uso racional que se volvió parte de la cultura local. Para ellos, el agua es un recurso que se respeta.

Los Cabos convive con la escasez, pero también con una ciudadanía informada y una industria consciente. En un territorio donde el desierto impone reglas claras, la comunidad responde con un compromiso colectivo: el agua se cuida, se reutiliza y jamás se da por sentada.