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Homo Argentum, Javier Milei y la viveza criolla

La figura de Javier Milei en Homo Argentum muestra la cara actual de la viveza criolla: entre la transgresión y la tradición política.

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Disney Latino.

La proyección de Homo Argentum en el Consejo de Ministros, a instancias del presidente Javier Milei, no fue un simple gesto cultural. Fue una jugada política calculada que trasladó el debate de la sala de cine al terreno de la agenda pública.

El film de Mariano Cohn y Gastón Duprat no solo arrasa en taquilla, con en sus primeras semanas, también despierta incomodidad porque refleja, sin anestesia, la cara menos amable de nuestra sociedad: la naturalización de las pequeñas transgresiones.

Cuando el cine salta a la política

En su intervención, Milei elogió la película y criticó a los llamados “progres caviar”. Más allá de la polémica, el punto central de Homo Argentum no está en la discusión partidaria. Su fuerza está en exponer un mal que atraviesa ideologías: la erosión de la confianza social por la repetición de pequeñas “trampas” cotidianas.

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Homo Argentum.

Homo Argentum.

La ética mínima y la viveza criolla

El film no aborda homicidios, narcotráfico ni grandes tramas de corrupción. Su eje está en la “viveza” como patrón cultural, esa lógica de “si lo hacen todos, ¿por qué yo no?” que se instala desde lo doméstico hasta lo institucional.

Estudios criminológicos sobre desorden social advierten que la tolerancia a estas microtransgresiones alimenta, a largo plazo, conductas delictivas más graves.

16 viñetas, un mismo espejo

Cohn y Duprat construyen una película que funciona como un espejo de nuestra vida cotidiana, mostrando la moralidad en acción y la ética de la viveza. No hay sermón ni juicio explícito: lo que vemos es la repetición de conductas que, al normalizarse, erosionan lentamente la confianza y el tejido social. La película no busca señalar culpables individuales, sino revelar cómo pequeñas transgresiones se acumulan hasta definir el clima moral de toda una sociedad.

Del gesto mínimo al daño sistémico

La criminología urbana ha demostrado que no existen pequeñas faltas cuando estas se normalizan. Lo que empieza con la infracción tolerada termina minando el contrato social y abriendo espacio a la corrupción estructural. La viveza criolla deja de ser folclore cuando destruye la base de la convivencia.

Un debate que no podemos esquivar

Convertir Homo Argentum en munición partidaria, desde cualquier sector, es reducirla a un eslogan. La verdadera potencia de la película es que obliga a mirar al ciudadano de a pie tanto como a las élites. La pregunta que plantea, aunque no la responda, es si estamos dispuestos a dejar de celebrar al “vivo” y reconstruir una ética común.

* Lic. Eduardo Muñoz. Criminólogo. Divulgador en Medios. Análisis criminológico aplicado a temas sociales de actualidad y seguridad.

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