Presenta:

El mensaje oculto en la cúpula del Congreso Nacional y la basura de la ciudad

La cúpula del Congreso Nacional muestra un enigma histórico, en sus esculturas, en una ciudad marcada por la basura, la falta de higiene y la desidia urbana.

Vista de la cúpula del Congreso Nacional

Vista de la cúpula del Congreso Nacional

Archivo MDZ

En febrero de 1910 se le encargó al escultor italiano Garibaldi Affani el diseño de 24 esculturas para el interior de la cúpula del Congreso Nacional, en el marco de las celebraciones por el centenario de la Revolución de Mayo en Argentina.

Las esculturas dejan un mensaje

El trabajo se realizó contrarreloj, y la historia, bien documentada por el investigador del Departamento de Conservación y Restauración del Senado de la Nación, Pablo Chiesa, estuvo marcada por idas y vueltas. En 1914, un decreto ordenó el retiro de las figuras, argumentando que no contaban con mérito artístico y que el proyecto representaba un valor sumamente elevado. Sin embargo, las esculturas permanecen hasta el día de hoy en el Congreso, y cada una de ellas nos habla de las principales actividades de la Argentina en aquellos años del centenario de la revolución de mayo.

Un día, mientras caminaba por el Salón Azul del edificio, alcé la vista y me llamó la atención una de esas figuras: la que representaba a la higiene. ¿Qué hacía allí, entre la navegación, la agricultura, la ganadería, los ferrocarriles y otros sectores estratégicos de la época?

CABRAL

Me hizo reflexionar que, a comienzos del siglo XX, la higiene no era solo una actividad más, era considerada un pilar esencial de la nación. Basta recordar la pintura de Juan Manuel Blanes, Un episodio de la fiebre amarilla en Buenos Aires, para evocar las múltiples epidemias que azotaron al país en ese tiempo.

La higiene es un pilar esencial

Al observar la escultura que representaba a la higiene con más detenimiento, noté que esta estaba representada por una mujer con el torso desnudo, sosteniendo una copa en una mano y con una serpiente enroscada en el otro brazo. Investigando, descubrí que aquella figura estaba inspirada en Hygieia, la diosa griega de la salud, la limpieza y la sanidad.

Pero el hallazgo no terminaba allí. El patrimonio siempre tiene algo más que decirnos, y comencé a observar las ubicaciones de las obras. No parecía casual, Affani había dispuesto las esculturas con cierto orden. Un sector estaba dedicado a las actividades productivas, otro a los servicios, pero la higiene se encontraba nada menos que entre la literatura y las artes gráficas. Es decir, Affani decidió ubicarla en el ámbito de la cultura.

No sé si la decisión del artista fue azarosa, pero el mensaje es claro: la higiene es, ante todo, un tema cultural.

En el campo de la higiene urbana existe un famoso apotegma que dice: “La ciudad más limpia no es la que más se limpia, sino la que menos se ensucia”. Y aquí vale la pena preguntarnos: ¿qué relación tenemos con los residuos que generamos? ¿La basura es un problema? Y si lo es, ¿qué responsabilidad asumimos como ciudadanos?

contenedores
En el campo de la higiene urbana existe un famoso apotegma que dice: “La ciudad más limpia no es  la que más se limpia, sino la que menos se ensucia”

En el campo de la higiene urbana existe un famoso apotegma que dice: “La ciudad más limpia no es la que más se limpia, sino la que menos se ensucia”

No respetar un horario, las correctas formas de disposición de los residuos, los lugares donde dejarla, la separación en origen, o pagarle a un “otro” para que simplemente el residuo voluminoso que no entra en una bolsa “desaparezca”, no es neutral. Por eso, es hora de reflexionar, que la cultura (o la ausencia de ella) no es un intangible, sino que tiene efectos concretos sobre la realidad y un costo material, sanitario y ambiental para toda la comunidad, es decir, para todos nosotros.

Argentina es un país donde, comparado solamente con otros países de la región, el camión recolector pasa más veces por semana que el promedio. Esto revela que la falta de cultura es acompañada por un exceso de servicios.

En este sentido, dependiendo de las características de la ciudad y su gestión, la recolección de Residuos Sólidos Urbanos (RSU) generalmente representa entre el 20% y el 40% de los presupuestos municipales. Muchas veces, los sistemas de gestión deben contemplar gastos extras para equipamiento y servicios especiales que subsane aquello que está mal dispuesto.

Es cierto también que los Estados municipales, y sus poblaciones, se enfrentan a una gran deuda de alcance nacional en la etapa de disposición final de los residuos. Si el país cuenta con unos 2.500 municipios y comunas, y existen alrededor de 5.000 basurales a cielo abierto, es evidente que el “elefante está en la sala”. Debemos replantearnos qué modelo queremos para la generación de infraestructura relacionada a la etapa de valorización y disposición final de los RSU, y, sobre todo, qué nivel de gobierno debe tener la competencia de generarla, administrarla, regularla y/o controlarla en caso de que esté bajo un modelo de esquema privado o mixto.

En Argentina hay 5.000 basurales a cielo abierto

Pero volviendo a la cultura, puede haber campañas de promoción ambiental, multas o recompensas, pero la basura que generamos tiene que ser internalizada, ante todo, como una problemática donde el proceso de gestión inicia con nosotros.

Que importante reflexionar que, entre el ruido y las discusiones cotidianas de los pasillos del Congreso, Garibaldi Affani siga hablándonos desde lo alto de la cúpula, más de un siglo después. Y tal vez, una de las lecciones silenciosas que nos deja sea la importancia cultural, política y ciudadana de la higiene urbana, y quizás, de otras cosas también.

* Mgtr. Fausto CabralSubsecretario de Ambiente e Higiene Urbana del municipio de Tres de Febrero.