El exD2 de Mendoza: la arquitectura que fue testigo del terror en pleno Parque Cívico
Visitar el Espacio para la Memoria, exD2 es fundamental para conocer nuestra historia y mantener viva la memoria en el edificio que fue símbolo del genocidio.

Eugenio en algunas de las celdas del ex D2. Sólo en una de ellas entra luz. En las demás no sabías si era de noche o de día. ¿El objetivo? Perder la noción del tiempo, romper con el ciclo circadiano como parte de la tortura.
Mercedes Gómez/MDZEl Espacio para la Memoria es un intento para rescatar del olvido parte de la historia que recorrió el edificio del ex Departamento de Investigaciones (exD2). Sobrevivientes y organismos de DDHH exponen tanto la crueldad del genocidio y su conexión con el presente, como también la firmeza de una generación militante convencida de que otra vida es posible.
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A 150 metros de la Casa de Gobierno de Mendoza, la fachada de un edificio de ventanas pequeñas y diseño laberíntico oculta una de las historias más siniestras de la última dictadura cívico-militar. Funcionó como el Departamento de Investigaciones (D2) de la policía, un centro clandestino de detención donde la tortura fue un método ejecutado por el terrorismo de Estado para el "disciplinamiento social", mientras por otras puertas los ciudadanos realizaban trámites cotidianos. Hoy, convertido en Espacio para la Memoria, se erige como un testimonio físico del terror que padecieron al menos 430 víctimas –detenidos-desaparecidos y asesinados– cuyos nombres integran el listado unificado que el propio Espacio logró reconstruir.
“La arquitectura es fría, con ventanas pequeñas que impiden ver hacia adentro, pero desde dentro se puede vigilar fácilmente el exterior”, describen Eugenio (ex detenido en el D2) y Romina (militante de HIJOS y próxima a recibirse de socióloga) quienes hicieron las veces de guías. El diseño, de una complejidad tal que incluso el Colegio de Arquitectos local desconocía muchos de sus planos, estaba al servicio del control. “Quienes lo conocían podían moverse rápidamente, pero para un desconocido es fácil perderse”.
El sótano del horror y la tortura “científica”
La crudeza se intensifica a cada paso. “Debajo hay una especie de sótano inmenso con calabozos terribles, como el ‘calabozo cero’, donde una persona solo puede estar de pie. Otros son como sarcófagos partidos al medio”, relatan. Esta “arquitectura brutalista estaba puesta al servicio del control y el castigo”, dice Eugenio conocido como Queno.
El primer destino de los secuestrados era una sala de tortura. “Un grupo más pequeño se hacía cargo, realizando un trabajo de inteligencia ‘científico’: conocían al detalle la vida de la víctima”. Surge entonces la pregunta crucial: si ya lo sabían todo, ¿para qué la tortura y la violación? La respuesta, explican, trasciende el sufrimiento individual: “Era una forma de sancionar a quienes no encajaban en el modelo neoliberal y patriarcal que querían imponer”.
El ensañamiento con perspectiva de género: castigo al cuerpo político de las mujeres
Dentro de la maquinaria represiva, las mujeres enfrentaron un protocolo específico de terror. La violación sistemática no era un daño colateral, sino una herramienta de disciplinamiento social calculada para castigar a quienes habían transgredido los roles de género tradicionales. "La dictadura aplicó una perspectiva de género específica en sus actos de tortura", explican en el Espacio para la Memoria. "Las torturas hacia las mujeres tenían un ensañamiento particular, con violaciones sistemáticas, para castigar a quienes habían roto el rol tradicional de ama de casa y tenían participación política".
Este ensañamiento respondía a una lógica patriarcal que veía en la mujer politizada una doble transgresión. La lucha de las sobrevivientes en los juicios logró un reconocimiento jurídico fundamental: "Gracias a sus testimonios, las violaciones pasaron de ser consideradas solo 'tormentos' a ser tipificadas como delitos de lesa humanidad por sí mismos, un agravante de igual importancia".
La complicidad necesaria vista en los zapatos: jueces, médicos y curas
El terror no se sostenía sólo con uniformes. La dictadura fue una trama de complicidades. Eugenio cuenta cómo a veces se podía ver por debajo de las vendas de sus ojos. Así muchos detenidos coincidieron en la descripción de la escaleras que llevaban a la sala de tortura. Lo que también pudieron ver son los zapatos y vestimentas de sus verdugos que no siempre eran solamente borceguís. Esto da cuenta de la complicidad orquestada con otros sectores civiles: zapatos lustrados, ambos y sotanas.
“Fueron enjuiciados cuatro jueces federales en Mendoza, algo impensado décadas atrás”. También hubo un rol siniestro para el personal médico. “Su rol era mantener con vida a las personas para continuar la tortura. Ellos decidían hasta el momento de la muerte, arrebatándole a la víctima incluso el derecho a decidir cuándo morir”. Este testimonio de Queno cobra más sentido para mí cuando me cuenta que él cuando fue detenido era estudiante en la Facultad de Ciencias Médicas de la UNCuyo y alumno de Carlos Espeche quien era auxiliar y docente de la cátedra de anatomía normal.
Los medios de comunicación, por su parte, fueron “cómplices necesarios”. “Fueron el canal para implantar el miedo en la población”. Se traza un paralelismo con la actualidad, señalando cómo las coberturas periodísticas sobre víctimas de violencia de género, como el caso de Lara, Brenda y Morena en Florencio Varela, mantienen una lógica similar de culpabilización.
Del archivo policial al archivo histórico: La reconstrucción de la memoria
Frente a la política de destrucción de pruebas -"La mayoría de los archivos de la dictadura fueron destruidos en incendios 'casuales'", señalan-, el trabajo del Espacio ha sido fundamental en la recuperación documental. El organismo logró que "13 mil fichas del archivo policial" pasaran a ser patrimonio público, transformándose de instrumento de persecución en "archivo histórico" y herramienta de reconstrucción de la memoria. Esta conversión de las fichas policiales en documentos accesibles para la comunidad e investigadores representa una victoria contra el olvido y el negacionismo.
De un lado se pueden observar datos personales y un casillero ideológico. Del otro lado, los detalles de la vida política. Muchas de esas fichas fueron recuperadas y hoy se pueden ver en el Espacio para la Memoria. Muchas otras no se sabe dónde están, al igual que muchos otros archivos. Este accionar muestra lo que se sostiene desde el Espacio: fue un plan sistemático orquestado para aniquilar a todas aquellas personas que cuestionaran no sólo el orden establecido, sino también el plan económico.
Memoria militante contra el silencio
El Espacio se sostiene sin presupuesto oficial, con trabajo militante y donaciones. “Es 100% militante. Todo se sostiene con trabajo, donaciones y el esfuerzo propio”. A diez años de su creación, su impacto es tangible: más de 21.500 personas, en su mayoría jóvenes, han recorrido sus pasillos.
El objetivo es combatir el pacto de silencio a través de la memoria viva en un contexto complejo donde el negacionismo crece. Y, con firmeza, concluyen: “Es muy probable que los represores sí sepan dónde están [los restos de los desaparecidos], pero lo niegan”.
En un edificio que fue epicentro del terror, el “Nunca Más es hoy y es para todo” en un claro llamado a tomar partido para retomar las lecciones del pasado y con una crítica también a la Conadep que sostiene la famosa "teoría de los dos demonios". Frente al individualismo, el Espacio invita a recordar que la pelea por “otro tipo de sociedad, basada en la solidaridad y la memoria, fue posible y puede volver a serlo”.