De Mendoza al mundo: la botella que cuenta lo que pasa bajo tierra
Nano Alfonsín participó en Make a Mark, el encuentro global de diseño en Mónaco, donde presentó un proyecto que vincula el vino, Mendoza y una mirada cultural.
Tehul el diseño del mendocino Marino Alfonsín que dejó admirados a más de uno en Mónaco.
Estar en Mónaco, frente a los estudios más influyentes del planeta, fue un punto de inflexión para un equipo que piensa el diseño desde la idea, no desde la forma. El mendocino Mariano Alfonsín viajó como único representante argentino a Make a Mark, la plataforma que cada año convoca a proyectos experimentales en packaging de lujo.
Allí mostró “Tehul”, una exploración que nace en los viñedos mendocinos y que convierte el subsuelo en relato visual. “Es un orgullo enorme y una puerta que abre otras. Nos eligieron entre doce estudios del mundo y sentí la responsabilidad de llevar una mirada distinta”, cuenta Nano Alfonsín a MDZ.
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Identidad desde el subsuelo de Mendoza
El origen de “Tehul” está en la tierra. No como postal, sino como fundamento. El equipo partió de una pregunta sencilla: ¿qué define el carácter del vino antes de que exista la botella? La respuesta estaba bajo los pies. Texturas minerales, capas, humedad, memoria geológica. La palabra elegida para nombrar el proyecto proviene del idioma Huarpe y remite a lo que ocurre debajo de la superficie. “Queríamos hablar del territorio sin clichés. La tierra es donde empieza todo y nos pareció honesto poner ese ‘debajo’ en el centro del diseño”, dice Nano Alfonsín a MDZ. En el sistema visual, las capas del suelo se transforman en relieve, sombras y materiales que sugieren profundidad. Nada grita lujo; el lujo aparece cuando el conjunto respira coherencia.
El diseño de Mendoza que brilló en Mónaco.
El proceso no arrancó con una tipografía o una forma. Empezó escuchando. Entender el producto, el productor y el contexto. Desde allí se definió una idea, fuerza y, recién entonces, el lenguaje. “Supimos que íbamos bien cuando cada decisión respondía a un mismo eje. Todo conectaba: materiales, acabados, proporciones. No había piezas sueltas”, resume Alfonsín. La validación llegó al ver el prototipo: el objeto transmitía aquello que el concepto prometía. La elección de recursos fue quirúrgica. Menos tinta, más materia. Técnicas táctiles que evocan estratos. Un contraste de luces que sugiere profundidad real. La pieza habla bajito, pero deja huella.
Cultura que ancla la forma
El nombre no es un detalle. “Elegimos un término Huarpe porque necesitábamos raíz cultural, no solo estética. ‘Tehul’ nos permitió enlazar diseño con historia y territorio”, explica a MDZ. La referencia no es decorativa. Informa el tono y evita que el proyecto se pierda en modas. La botella invita a mirar más allá del dorado y el barniz. Muestra un origen. Propone una narrativa que puede sostenerse en el tiempo. “Busco que quien sostiene la botella sienta algo. Sorpresa, curiosidad o emoción. Que note que hay una idea detrás, no solo un gesto bonito”, afirma. El objetivo no es impresionar en la góndola por un segundo, sino construir vínculo.
NAS, el estudio de Nano Alfonsín, trabaja con equipos pequeños y vínculos directos. Eso reduce filtros y acorta la curva de aprendizaje. “Nos interesa diseñar con el cliente, no para el cliente. Preguntar, discutir, proponer. La confianza es clave para animarse a soluciones que salgan del manual”, señala. Nada de fórmulas en serie. Cada proyecto arranca de cero, desde su mensaje, su contexto y su público.
Marino Alfonsín es el mendocino que llevó el nombre de la provincia a lo más alto del diseño internacional.
Lo que viene
El camino hasta Mónaco no fue meteórico. Fue constancia. Años de aprender del vino y su ecosistema. Ensayos, ladrillo a ladrillo. “Empecé con etiquetas cuando era muy joven. Todo fue de a poco, con aciertos y tropiezos. Hoy siento al estudio más enfocado y con proyectos que nos representan”, dice. ¿Qué lo entusiasma ahora? Desafíos con alma. Marcas que asumen riesgo y buscan su propia voz. “Los proyectos que más me mueven son los que confían en el proceso. Quiero seguir en esa línea: ideas valientes, cercanía en el trabajo y una identidad que no copie a nadie”, cierra Nano Alfonsín.
En Make a Mark, “Tehul” funcionó como una carta de presentación y, al mismo tiempo, como manifiesto. Defender la idea, escuchar al producto y dejar que el territorio hable. El lujo, entendido así, no es brillo. Es sentido.


