Carlos Buono: "Tanto andar... y al final es el mismo cielo que Junín"
De Junín al mundo: ocho pasaportes completos, sinfónicas, Japón, Rusia y André Rieu. “Miro arriba y digo: el mismo cielo que Junín", reflexiona Carlos Buono.
Carlos Buono, compositor y bandoneonista
Agustín Tubio / MDZCarlos Buono, compositor y bandoneonista, afirma que “la historia comienza en Junín ” y que, tras “tanto andar”, siempre vuelve a mirar el mismo cielo. Entre el flechazo infantil por el fuelle, el servicio militar con bandoneón, la decisión empujada por su compañera (“General Paz 27”), giras por Venezuela y Japón, sinfónicas en Armenia y Rusia, y la invitación de André Rieu en el Luna Park, repasa una vida entera dedicada al tango.
Honra la memoria de su padre, "Pepe" Buono, periodista muy querido en el diario de Junín llamado "Democracia" que lo llevo a una comida en el Club "Ambos Mundos", con tan solo siete años no imaginaba lo que iba a pasar en su vida, al escuchar el sonido del bandoneón.
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-¿Dónde empieza tu historia musical?
-La historia comienza en Junín y terminará quizá también en mi ciudad, en mi querida ciudad… viajando por el mundo ocho pasaportes completos totalmente; estoy con el noveno casi lleno. Tanto andar, tanto andar… y al final el mismo cielo que Junín. Eso lo dije cruzando el puente Öresund que une Malmö con Copenhague… me dijeron ‘cambia, los cielos’ y yo prefiero seguir pensando —como en La comparsa— que mi madre vuelve cuando mordisqueo el pan y que mi padre está conmigo cuando fumo. No le busqué explicación: miro arriba y digo el mismo cielo que Junín.
-¿Qué te deslumbró del bandoneón de chico?
En Junín, calle Cabrera 119, veía pasar un señor con una caja; me llamaba la atención el perfume. En un asado del club lo veo subir: era Balducci, mi maestro, un tipo querible. Abre la caja… y me volví loco. Siete años, le digo a mi mamá. Me habían comprado un bandoneón —aunque de estudio—; las cajas eran de madera y me marcó la pierna de llevarlo. Me iba caminando y mi papá decía: ‘es un fuelle de cartón’. Yo lo puse acá —el fuelle— y me volví loco siete veces.
-¿Qué te pasó al viajar tanto por el mundo?
-He conocido lugares increíbles: Suecia, Copenhague; Amsterdam, el concierto de Holanda; Guayaquil, Quito… Serbia: Bel Tango, músicos gypsy, son muy competitivos, tienen una forma de vivir bastante parecida a nosotros; Kusturica. Turkmenistán —tocamos para Yeltsin—. Armenia —toqué con la Sinfónica de Armenia y dirigí.
Y todos dicen siempre volvés a Junín
-¿Cómo fue el salto a Buenos Aires y los primeros maestros?
-Me escuchó Héctor Artola, arreglador de Troilo: ‘se tiene que ir a Buenos Aires’. A los 18 años ya me vine a vivir en pensión. Me escuchó Alfredo Gobbi en un bar de Sarmiento: ‘estás muy tiernito’… me impactó la belleza: cutis blanco, alto, vestido de negro; era la idea que yo tenía del tanguero. Después servicio militar: toqué vestido de marinero, me dejaron en calabozo; ‘desde hoy es ordenanza’, pero tiene que traer el bandoneón a la cuadra. Así comencé.
-¿Una escena imborrable de aquellos años y la primera etapa profesional?
-Toqué sin tiempo de cambiarme, vestido de marino; calabozo; me junté con el comandante y seguí tocando. Llevo 83 años, 65 con el fuelle, 58 de casado. Banco de Junín —bancario, un desastre—, pero con el bandoneón siempre, profesor en escuela. En el 78 ya estaba acá —festejé el Mundial—. 81: Michelangelo. 75: Venezuela. 81: viaje a Japón con Horacio Salgán y Raúl Barboza; en el 83 me llevan de nuevo, a dirigir y a tocar con músicos japoneses.
Carlos Buono y André Rieu "Adios Nonino y Libertango"
-¿Qué lugar tuvo tu compañera en tu camino?
-Mi mujer me dijo: tenés que hacer lo que te gusta… la petisa, las bendiciones de todo lo que hizo. Le hice un tema: ‘General Paz 27’ —todavía lo tengo original— y después me lo edita Sony. Me vine de nuevo en pensión, ya un tipo grande, y ahí empecé a arrancar: mostrarme, meterme. Sin ella… la verdad que no.
-¿Cómo te adaptaste a tocar y a dirigir con sinfónicas?
-Armenia: ‘no tenemos director’. ‘No importa, dirijo yo’… con la cabeza, con los gestos. Pensé que no lo iba a poder lograr, pero lo podía hacer. Después Rusia, Festival Rostro Pobre de Moscú. Viajo con el noneto y sumo la cuerda de la sinfónica: ‘lo mismo que hago… orquesta sinfónica a la cuerda’. No hago una cosa elitista: ‘lo mismo que toco en la noche, ¿por qué no?’. Salgán es muy sincopado, no es fácil, el tempo; Dudamel lo logró pero un poco lento. Yo dirijo tocando; son gestos, y llevo un grupo de primera.Llevo Piazzola, pero no hago una cosa elitista.
Llevo Piazzola, pero no hago una cosa elitista.
-¿Cómo llegó y qué significó la invitación de André Rieu?
-Luna Park: alguien le dijo que toque; me di cuenta que había silencio. ‘Te quiere ver mañana’ —Park Tower, 9:00—; ya me estaban filmando. ‘Tiene cinco días para prepararse’ —le van a llegar los papeles—. Presentación en Maastricht, Holanda: ocho actuaciones, 20.000 personas, todo firmado; agosto 2013. En noviembre me llama él: ‘hacemos la gira mundial’. Me mandó los papeles: Italia, Taipei, Shanghái, Singapur, Países Bajos, Estonia, Lituania… me tomó afecto. Viajan 95, 100, 110 personas, todo en container, con cocinero. Si el tren pasa una sola vez, tenés que ser claro.