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Andrés Casciani: procesos artísticos opuestos

Lienzos y soportes digitales: el mundo del artista. Atmósfera que creó rodeado de su papá músico -Walter Casciani- y su mamá artista plástica -Cecilia Franks-. ¡Leé este mano a mano con MDZ Arte!

jueves, 4 de julio de 2019 · 09:20 hs

Andrés Casciani

¿Autodidacta o estudiado?

Ambos. Soy egresado de la Escuela Provincial de Bellas Artes (Bachiller Orientación Artística con Especialización en Escultura) y de la Carrera de Artes Visuales de la Universidad Nacional de Cuyo (Profesor de Grado y Licenciado en Artes Visuales). El aprendizaje más intenso a nivel “taller real” lo realicé en los de los artistas Osvaldo Chiavazza (con quién aprendí dibujo, pintura y escultura), Gastón Alfaro (grabado expresionista) y Marcelo Marchese (caricatura). También es cierto que el aprendizaje “autodidacta” se presenta en la fusión constante que realizo de todas estas fuentes en medio de una actividad constante bastante afiebrada en cuanto a producción y búsquedas expresivas dentro de los diversos géneros y ámbitos de las Artes Visuales.

¿Qué es el arte para vos?

Es indescriptible en palabras, por eso mismo me dedico a este “lenguaje que dice de otras formas”. Si bien es infinito en sus posibilidades, puedo balbucear que en mi experiencia se acerca a: una manera de dejar un “rastro de vida”; un “testimonio” en medio de tanto sinsentido; una manera de “escupirle en la cara al verdugo” ante los actos de injusticia que presenciamos día a día en este lento genocidio necropolítico; una forma elevada de la poesía (donde algo de tu esencia vital queda a modo de fruto, doloroso a veces y otras lírico); una “botella al mar” que lanzás tratando de comunicarte en un lenguaje universal que trasciende cualquier frontera idiomática (rompiendo los límites espacio-temporales de la cotidianeidad, generando un diálogo a través de los siglos entre almas que han sentido, intuído, sufrido y vivenciado algunas fibras similares: te identificás en algún sentido en algo que no podés decir en palabras, y ahí aparece el arte como una voz posible). Todo eso y mucho más que no puedo expresar en sinónimos: 

En mi vida el arte es un hogar y modo de respirar cuando la sociedad trata de vaciar de contenido y licuar la dignidad intrínseca del ser humano al convertirlo en una máquina de consumo vacuo, una “ventana” trascendental que te demuestra que no sólo somos huesos y carne buscando placer y huyendo del dolor.

Andres Casciani

¿Qué expresa?

Es infinito el potencial expresivo del arte, tan infinito e irrepetible como cada ser viviente. Puede ser una melodía llena de sensibilidad, un abismo de melancolía, una luz infinita más cálida que la del Sol (porque calienta el alma). Puede ser también una manera de opinar, de “batallar culturalmente” contra la injusticia, una búsqueda de sentido en el infinito vacío de la resignación humana, etc.

¿Cómo nació esta necesidad de expresarte a través del arte?

Desde que tengo memoria me comunico a través de lo visual: antes de saber escribir ya dibujaba historietas y no tenía ninguna duda de que me dedicaría a ello como modo de vida.

¿Qué sentís cuando pintás?

Sensaciones muy intensas y opuestas: a veces se siente un inmenso goce al experimentar el fluir de una imagen (como si fueras una “antena” que capta un mensaje). También es muy angustiante y doloroso el sentir los límites de tus capacidades, la inmensa distancia que te separa de ese diáfano paisaje lejano al cual sabés que no llegarás nunca y que toda tu vida consistirá en una carrera desenfrenada hacia ese horizonte que se aleja, pero en dicha carrera van surgiendo frutos que condensan tu dolor y esperanza, tu furia y tu capacidad de amar. Pintar es intentar llegar de un salto a un paraíso inalcanzable: la energía y convicción con que pegás esos saltos destinados al fracaso son los que pueden inspirar o conmover a otros seres tan perdidos en el desierto como vos.

Andres Casciani

¿Cómo te enfrentás a un lienzo blanco, a un material sin forma?

Tengo una rutina de trabajo muy intensa que se desarrolla en diferentes ámbitos y géneros: dibujo, pintura, grabado, caricatura, ilustración, historieta etc, esta constante ebullición genera que no exista una “hoja en blanco” sino más bien un inmenso campo perceptual en el que intento rugir con todas mi fuerzas en búsqueda de que alguien escuche y se conmueva a la distancia, sabiendo que no se está tan sólo ni tan equivocado todo el tiempo. Priorizo la visceral convicción de llegar lo más lejos y profundo posible en cada trazo y mancha (más que la búsqueda de virtuosismo y la perfección técnicas). Esta postura “expresionista” genera que cada espacio en blanco sea una provocación al grito y la melodía, al vómito y la poesía. Cada obra es un eslabón de una cadena de búsqueda constante (en la que ninguna obra está terminada, sino más bien “abandonada” en virtud de dar el próximo paso).

¿Cuál es el primer paso que das en una hoja en blanco?

La línea es mi forma de pensar, es la “voz cantante” que se comporta como nervio central del entramado de la obra. A veces esta búsqueda lineal se sumerge en atmósferas, visita mundos e historias (en el caso de la ilustración), a veces tiene un tono humorístico (sumergiéndose en el “mapa” de arrugas de un rostro a caricaturizar), otras veces es oscura o dramática, sensible, dulce, etc.

El primer “paso” siempre pasa por una línea que se interna en el misterioso e infinito (luminoso y angustiante) vacío del soporte.

Andres Casciani

Cuando mirás cuadros viejos tuyos, ¿te encontrás o ya no?

Creo que uno nunca se “encuentra”: persigue una silueta que corre a la distancia en la niebla, en un paisaje incierto, donde la luz lejana promete visiones y engaña con espejismos de belleza y sensibilidad. Más que “encontrarse”, creo que el trabajo consiste en un “pacto con lo posible” en el cual se salvan pequeños resabios de tus más altas expectativas: como un fruto pequeño y humilde, opaco, al que aprendés a apreciar a medida que pasan los años, ya que en definitiva está compuesto de tu esencia vital imperfecta y confusa, pero llena de tus ilusiones y sensibilidad.

¿Cuándo te propusiste vivir del arte?

No me lo propuse: es un destino que dio forma a mi cotidianeidad desde el inicio, sin que tuviera tiempo ni de dudarlo, no responde a una decisión racional premeditada, es una forma de vida que borra los límites entre el “trabajo” y el transcurrir constante de los días.

Andres Casciani

¿Se puede?

Es una conquista cotidiana, un vivir al filo entre los temores de una vida inestable materialmente y la bendición de saber que cada día es un nuevo viaje en búsqueda de la poesía y la pasión más irrepetibles a las que puedas aspirar. “Vivir del Arte” es ir a contramano de casi todo lo que impone la sociedad capitalista neoliberal de consumo ciego y desmedida búsqueda del placer, una bofetada a la “búsqueda de estabilidad” y el confort de ser parte de la masa.

¿Cuál es tu sueño?

No tengo “sueños”: prefiero la constante experiencia “real” que me brinda el salto al abismo del arte, minuto a minuto, día a día.

¿Te gusta mostrar lo qué hacés? ¿Cómo te llevás con el marketing?

Valoro mucho los medios disponibles que tenemos a través del mundo digital: el celular o las redes sociales pueden ser espacios donde tratar de definirte a través de lo que poseés u ostentando lo que comés en un restaurant (también un infinito campo de estupidización diaria con la proliferación de fake news e información basura viral); pero también pueden ser la constante ventana al universo creativo de un artista, una exposición sin fecha de cierre ni inauguraciones snob: una conversación constante con miles de almas sedientas de sensibilidad y de no saberse totalmente solas ante el ensordecedor rugido del sinsentido cotidiano.

¿Qué te inspira?

Todo.

¿Qué sentís cuando terminás un cuadro? ¿Y cuándo lo empezás?

“Terminar” un cuadro es siempre “abandonarlo”: es un proceso que podría seguir infinitamente, en un punto “pactás con la realidad” y lo dejás congelado en una parte de su desarrollo. El inicio de una obra varía mucho en cuanto a las sensaciones: a veces es como tirarte al vacío, otras veces como visitar una vieja casa que conocías y recordabas distinta, otras tantas como ingresar en un sueño que puede transformarse en una pesadilla, pero siempre hay una sensación de expectativa ante el salto que darás (aunque uses el “estilo” como una red ficticia para sentirte más seguro).

¿Cómo le ponés un valor a tu obra?

Siempre busco la accesibilidad al público, mi procedencia desde el terreno de la ilustración me ubica en una postura que no prioriza el precio de la obra de arte como “símbolo de status” elitista, sino más bien como un precio digno que retribuya el oficio del artista sin diferenciarlo de tantos otros oficios y trabajos en la sociedad (y sin rebajarlo a “algo sin precio” tampoco).

¿Quién valora más tu arte el mendocino o el turista?

Siento mucha gratitud por la recepción respetuosa que tiene mi trabajo hace varios años ya, no distingo públicos realmente. Me alejo todo lo posible del hábito de valorizar mi labor en virtud de la opinión externa: es un juego muy peligroso que pone en juego la integridad creativa y la sinceridad del mensaje.

¿Dónde soñás con ver un cuadro tuyo?

En las manos de cualquier ser humano que se sienta menos desgarrado de soledad al hundirse por un momento en el sueño que le ofrece vivir la imagen.

¿Qué pieza o cuadro quisieras tener en tu casa que no sea tuyo?

Cualquiera de los cuadros pintados por mi vieja (y por suerte convivo con varios).