Presenta:

Alfredo Toth: "Nunca fui consciente de que estaba haciendo historia"

El bajista de Los Gatos y GIT, Alfredo Toth, repasa su carrera, los shows que se vienen y su rol clave como productor en discos icónicos del rock argentino.

Alfredo Toth es historia viva del rock nacional. Fue parte de Los Gatos, banda fundacional del género, y junto a GIT marcó una época dorada. En esta entrevista íntima, habla sobre sus inicios, los 40 años de carrera y su experiencia produciendo a figuras como Los Piojos y el Pity Álvarez. Con memoria aguda, repasa décadas de música.

Mira la entrevista completa a Alfredo Toth

Entrevista Alfredo Toth.

-¿Te pasa de mirar para atrás y tomar conciencia de todo lo que lograste?

-Mirá, sinceramente no suelo hacer ese ejercicio de revisión. No me siento a pensar “mirá todo lo que hice” o “qué increíble haber sido parte de esto”. Pero cada tanto, de forma espontánea, surge algo. Alguien me recuerda una grabación, un show, una anécdota, y ahí me doy cuenta de la cantidad de cosas en las que estuve involucrado. Incluso me ha pasado de discutir con alguien que me aseguraba que yo había tocado en tal lado, y yo no me acordaba... hasta que caía en la cuenta de que era cierto. Es que fueron muchas etapas, muchos proyectos. Mi vida fue siempre de mucho movimiento, muy inquieta. Terminaba con un grupo o una grabación, y ya estaba en otra cosa. Me llamaban, me invitaban a tocar, a reemplazar a alguien, y yo decía que sí. Era un torbellino constante. Supongo que esa vorágine me llevó a no detenerme demasiado a mirar atrás. Siempre estaba en el presente o en lo próximo que venía.

-¿Sos consciente de la huella que dejaste en la música argentina?

-No. Para nada. Jamás pensé en esos términos. Lo mío fue siempre muy orgánico: hacer música, disfrutarla, compartirla. Hoy sigo teniendo la misma filosofía. Me gusta ensayar, que para muchos músicos es una parte tediosa, pero para mí es un placer. Me encanta estar en la sala con mis compañeros, probar cosas nuevas, pulir detalles. Me gusta estar en ese laboratorio donde todo está en construcción. Para mí, ahí está el verdadero disfrute. No pienso si lo que hago hoy o lo que hice antes va a quedar como una huella o no. Me interesa más que lo que salga tenga vida propia, que emocione, que conecte. El resto, si trasciende o no, ya no depende de mí.

-¿Qué puede esperar la gente de los shows que se vienen?

-Estos conciertos van a ser muy especiales. Estamos celebrando los 40 años de GIT, y es fuerte decirlo así, con ese número. Vamos a hacer un repaso de las canciones más representativas de nuestra historia, las que nos marcaron y las que el público sigue pidiendo. Por supuesto, los clásicos van a estar: no pueden faltar. Pero también estamos con ganas de sumar otras cosas. Algunos temas de Charly, por ejemplo, con quien tenemos una historia muy intensa. Y también canciones de Los Gatos, que fueron el inicio de todo esto. La banda con la que estamos tocando es de altísimo nivel: además de Pablo Guyot, están músicos como Bolsa González, que tocó con Cerati, y Guillermo Guzmán, un guitarrista y productor con el que compartí varios discos. Hay una química muy linda, mucho respeto mutuo, y sobre todo muchas ganas de tocar. Rosario, Buenos Aires… cada fecha es una oportunidad de revivir y renovar esa energía.

Los Gatos, gente muy talentosa

Los Gatos

-¿Cómo fue esa decisión de postergar su disco debut por tocar con Charly García?

-Fue una decisión muy particular, y que hoy suena increíble. Teníamos el primer disco de GIT terminado, listo para salir. Estaba grabado, con la gráfica armada, todo cerrado. Pero entonces nos llama Charly García. Ya había convocado a Willy Iturri para su banda y quería sumarnos a Pablo y a mí también. Era para una gira de Clics modernos. Y claro, ¿cómo decís que no a Charly García en el momento más brillante de su carrera? Lo que vivimos ahí fue de otro planeta. Ensayábamos muchísimo, la banda era impresionante: Fito Páez, Fabi Cantilo, Gonzo. Nos matábamos ensayando, y la banda sonaba tremenda. Más adelante incluso nos fuimos a Ibiza, grabamos nuestro disco y Charly se vino con nosotros. Participó, aportó ideas, puso su magia. Todo fue tan rápido que me acuerdo que grabé todas las voces del disco en un solo día. Después llegó Piano Bar, y en algún momento dijimos “bueno, ahora sí, saquemos nuestro disco”. Lo loco es que teníamos el material listo hacía meses, pero la vida nos llevó por otro lado. Y valió la pena.

-Con GIT lograron romper barreras y llegar fuerte a América Latina. ¿Cómo fue eso?

-En ese momento no era habitual que una banda de rock argentino se consolidara afuera. Pero nosotros teníamos una convicción muy fuerte de que podíamos hacerlo. Me acuerdo que hicimos una primera presentación en Perú y nos fue muy bien. Con la plata que ganamos ahí, decidimos reinvertir todo en tocar en Chile. Fue una apuesta, una jugada a pulmón, sin promotores de por medio. No vino nadie a buscarnos, fuimos nosotros los que fuimos a abrir esa puerta. Y funcionó. Al poco tiempo ya estábamos tocando en estadios, y se empezó a generar una conexión muy fuerte con el público latinoamericano. Creo que la música tiene ese poder de atravesar fronteras cuando está hecha con pasión. Y GIT tenía eso: energía, canciones directas, honestidad. Nos tiramos a la pileta, y salió bien.

-Contanos cómo surgió el famoso inicio de “Pistolas” de Los Piojos, con esa armónica inolvidable.

-Eso fue muy representativo del rol de un productor. Cuando Ciro me mostró el demo del tema, era largo, como seis minutos, y esa parte con la armónica estaba casi al final. Era apenas un detalle, casi se perdía. Pero cuando la escuché, me encantó. Tenía una melodía tremenda, pegadiza, con identidad. Entonces les propuse: “¿Por qué no arrancamos el tema con esto?”. Y así quedó. Hoy todo el mundo reconoce ese comienzo, es un sello del tema. Esa decisión puede parecer simple, pero cambia todo. A veces, cuando uno está muy metido en su banda, no tiene distancia para ver estas cosas. El productor entra con una oreja fresca, escucha desde otro lugar. No para cambiar lo que está, sino para resaltar lo mejor. Ahí está la clave.

-¿Cómo fue trabajar con el Pity Álvarez?

-Trabajar con el Pity fue una experiencia única. Difícil, sí, pero también muy rica. Es un tipo con una sensibilidad muy especial, con canciones muy buenas, y con un universo propio muy fuerte. Grabamos un disco en un contexto algo caótico, con mucho desorden, pero al mismo tiempo con una energía creativa impresionante. El mayor desafío fue lograr una comunicación real. Que él confiara en mí, que entendiera que yo no estaba ahí para imponer nada, sino para ayudar a que sus canciones brillaran. Ese es el trabajo del productor: construir un vínculo humano, además del musical. Y con el Pity eso fue clave. Cuando lográs que el artista se relaje, que se sienta comprendido y no juzgado, entonces se abre. Y ahí aparece la verdadera magia. No es solo técnica, es empatía.

Su relación con Pity Álvarez

SU RELACIÓN CON PITY ALVAREZ

-¿Qué significa para vos haber sido parte de Los Gatos?

-Los Gatos fueron el comienzo de todo para mí. Y haber sido parte de esa banda, con figuras como Litto Nebbia, Pappo, Moro, es algo que agradezco profundamente. Fue una época de descubrimiento, de pura intuición. Grabábamos de noche, sin instrumentos propios, con lo que teníamos a mano. Probábamos sonidos, efectos, combinaciones raras. Todo era experimentar. No había fórmulas, ni productores, ni managers que te dijeran qué hacer. Éramos nosotros y nuestras ganas. Éramos jóvenes, curiosos, desprejuiciados. En ese momento no sabíamos que estábamos haciendo historia. Solo queríamos hacer música. Nos divertíamos, creábamos, compartíamos. La conciencia de lo que significó vino después. Mucho después.

GyT 19 y 27 de diciembre en el ND Teatro