Federico Wals: "Dios le permitió a Francisco poder despedirse de sus fieles"
Mientras en el Vaticano se prepara para la elección del Papa número 267 de la historia, en la redacción de MDZ nos visitan personalidades para seguir descubriendo el legado del Papa argentino
Ya pasaron casi los primeros 10 días del fallecimiento del Papa Francisco, ya comienza una vez más un Cónclave que marcará una nuevo capítulo en la historia de la Iglesia Católica, con la elección de un nuevo Papa. Seguimos recorriendo la vida de Jorge Mario Bergoglio, todas sus acciones que llevó a Roma y al mundo en sus doce años de pontificado.
Federico Wals es un periodista y comunicador que supo, durante varios años ser la mando derecha del Cardenal Jorge Mario Bergoglio. Acompañarlo en diferentes momentos y lugares en su misión como Arzobispo de Buenos Aires. Visitó una vez mas los estudios de MDZ para honrar la memoria de Papa argentino.
- Federico Wals, teniendo en cuenta la fragilidad de salud de Francisco, ¿te sorprendió su partida?
- Fue inesperada su partida, por más que uno lo piensa, ahora razona, pero fue inesperada porque veíamos que parecía que él estaba mejorando. Que seguía haciendo de las suyas, saliendo a recorrer la Basílica, yendo a una cárcel, seguía siendo él en su esencia. Pero por otro lado, también, por lo menos para mí, veía que estábamos en ese en ese tramo final de la vida. Me daba cuenta que estábamos en esos últimos tiempos, últimas semanas, últimos días. Entonces, por un lado sí sorprendió, porque verlo el domingo dándonos la bendición, encontrándose con la gente y después que temprano, al día siguiente, casi madrugada de Argentina, nos sacudieran diciéndonos "Murió el Papa". Claro que fue duro, aunque todavía no caigo, no lo procesé y no pude asimilarlo. El saber que ya no está, que ya no habrá más que escribir ese mail, ese correo de, padre tal cosa, padre tal otra, es tristeza y dolor. Por otro lado, siento y creo que tenemos que tener esa gran tranquilidad de que él se fue como quería, tantas veces y sobre todo en los últimos meses, él nos hablaba de que se quería ir en paz, sin dolor y sin un sufrimiento extremo, como quien estaba tranquilo porque era otro paso en este camino, hacia otro lugar.
- Con el diario del lunes, ¿sentís que el domingo de Pascua, cuando apenas levantó la mano que estaba despidiéndose?.
- Con esa profunda espiritualidad estaba diciendo adios. Me lo imagino a Francisco en el hospital Gemelli hablando con Dios Padre, hablando con Santa Teresita, con quien él tenía más de una historia y pidiéndoles, déjenme salir de este lugar. Vivamos la Semana Santa, domingo de Pascua. Y después estoy listo. Me atrevo a imaginar que existió ese diálogo, en esa profunda espiritualidad y que Dios se lo concedió totalmente.
Gestos inolvidables de Francisco
- Todo el mundo se asombra de su herencia, esos 100 dólares, pero ha dejado una herencia espiritual enorme que quizás no nos alcance la vida como para conocerla.
- Una herencia que recién vamos a poder este asimilar con el paso del tiempo. Hoy hablamos, o tratamos de pensar en su legado, su herencia y nos acordamos de sus gestos, sus encíclicas. Únicamente con el paso del tiempo vamos a poder ir encontrando otras historias que nos ayuden a a seguir entendiéndolo, comprendiéndolo. Lo de los 100 dólares es un simbolismo muy fuerte. Porque uno podría pensar en un celular o una computadora. Esto es un símbolo de 100 dólares. El reloj mismo que le veíamos acá en Buenos Aires.
- Por ser un jefe de Estado tenía una remuneración 300 y pico de miles de euros anuales que Francisco había renunciado.
- Los donaba, pero eso se sabe ahora. el jamás lo dijo. Francisco, todos los regalos que recibía, salvo que fueran alfajores o galletitas de sus marcas preferidas, todo lo demás le regalaba. En ese desprendimiento, me acuerdo cuando en Buenos Aires, para su cumpleaños, pensemos qué le podes regalas a un sacerdote, qué le regalas al cardenal, ¿una botella de vino, o un libro? Francisco, te agradecía pero terminaba el día de su cumpleaños y te llamaba y te decía mira, tengo esto, veni a buscarlo. Ves ese desprendimiento.
- Te hemos escuchado un montón de veces, conociste a un Jorge Mario feliz, alegre, cabrón, porque se enojaba. Por supuesto, pasaste por todos los estadios. ¿Sentis que perdiste a tu padre? Vos a tu papá lo tenés con vos, gracias a Dios.
- Gracias a Dios tengo a mis padres vivos, grandes. Pero esta fue mi primera perdida, saber que ya no va a estar del otro lado. En los viajes que tuve la oportunidad de ir a Roma, saber que le mandaba un mensaje y que me respondiera, "Si te parece, si tenés un ratito el viernes te espero a tal hora". Varias veces fue pasar verlo cinco minutos, darle un abrazo, eran solo diez minutos y me iba. Pero era eso, saber cómo estaba Francisco.
Bergoglio donaba su remuneración por ser jefe de estado
- ¿Cómo te llamaba Francisco: Federico o Fede?
- Federico siempre, "Si padre". "¿Cuántos días te quedas? ¿Cuántos días estás escapándote de tu casa? Portate bien. Vos sos medio atorrante". Cuando por primera vez viajamos juntos con mujer a verlo, Francisco apenas la vio venir, levantó los brazos y con una sonrisa de oreja a oreja y dijo "Por fin viniste paragua, porque este solo en Roma no sabes lo que las cosas que me entero" con esa cercanía.
- En todo el mundo destacan el diálogo interreligioso, la comunión con toda las religiones. Francisco aquí en Buenos Aires lo hizo muchas veces. ¿Pensás que no se lo valoró lo suficiente?
- Nosotros ahora vamos a empezar a resaltar un Francisco, que hablaba poco, pero que su gestualidad era demoledora, aplastante,. Los gestos hablaban por sí solos y yo creo que no se valoró ese diálogo. También porque estábamos acostumbrados a que fuera así. Esta convivencia interreligiosa que tiene Buenos Aires, que tiene la Argentina, en otros lugares, no es así. No se vive con tanta naturalidad y. Y Francisco sentó fuertemente esas bases y esos principios.
Mirá la entrevista completa a Federico Wals
- Federico, ¿Cómo se compone tu familia?
- Mi esposa, estoy casado con Luz María. Llevamos 20 años de casados y tenemos cuatro hijos,, María Paz, de 18, Mateo de 13, Juan Cruz de 9, y Josefina, de 4 años, todos han conocido y tratado a Francisco. Lo abrazaron siempre, hasta ver una figura quizás de abuelo. En agosto pasado, cuando tuvimos la oportunidad por primera vez de ir a verlo, los seis en familia, en familia, a Roma, Mira qué lindo gesto. Francisco esperó a cada uno de los chicos con una bolsa con caramelos, es lo que más nos gusta, cuando éramos chicos. En el medio de la charla estaba en el escritorio. Estábamos los seis y faltaban sillas, entonces trajimos sillas con los chicos, nos acomodamos. En el medio de la charla, a Josefina la de 4 años,se le habían acabado los caramelos, entonces se baja de su silla, me viene a hablar a mí que me dice "Papá, papá, le puedo pedir más caramelos al abuelo". Francisco, estaba hablándole a otra persona, pero con la oreja en Josefina, suelta, así, con una especie de carcajada, le dice, "vení, pero que mamá y papá no se enteren, da la vuelta por acá". Como muy cómplice. Entonces Josefina, a la vuelta abre un cajón y me imagino que debe haber estado lleno de caramelos y Josefina empezó, "yo quiero este verde, el amarillo te lo dejo para vos, bueno". Esos gestos que para mí son inolvidables, para los chicos también, pero digo, para ellos, lo van a recordar toda la vida, no lo van a recordar.

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