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Psicosis y homicidio familiar: cuando la mente se quiebra y el sistema no responde

La tristeza y el asombro que produce un crimen intrafamilar en pleno barrio porteño de Villa Crespo en las últimas horas.
La autora de la masacre de Villa Crespo, junto a su marido. 

La autora de la masacre de Villa Crespo, junto a su marido. 

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El crimen que sacudió al barrio porteño de Villa Crespo —una madre que habría asesinado a sus tres hijos y a su esposo antes de quitarse la vida— interpela no solo desde el horror sino desde la urgencia de comprender qué puede conducir a una persona a cometer un acto tan extremo. Lejos del morbo, es necesario remarcar claramente un hecho fundamental: este tipo de tragedias, aunque infrecuentes, no son sinónimo de enfermedad mental, no se pueden patologizar los hechos de violencia y/o delictivos. Sin embargo tienen antecedentes clínicos, sociales y criminológicos que deben ser entendidos y prevenidos.

En base a los elementos que se difunden a través de los medios, se pueden elaborar solo hipótesis. En ese contexto, el cuadro más compatible en este caso sería el de una psicosis aguda breve, o como se lo suele llamar en los medios “Brote psicótico”. Se trata de una severa alteración en la percepción de la realidad, que puede incluir delirios es decir aspectos ligados al pensamiento las ideas, alucinaciones, esto es lo que se percibe por vía auditiva, visual mayormente, desorganización del pensamiento y también una clara desorganización de la conducta.

A diferencia de las psicosis crónicas como esquizofrenia u otros cuadros crónicos, esta forma de psicosis puede instalarse súbitamente, durar pocos días o semanas, y remitir. Sin embargo, durante el episodio, la persona puede actuar de manera que implique serio riesgo, para si mima o para los demás, sin ser plenamente consciente de sus actos.

En base a los elementos que se difunden a través de los medios, se pueden elaborar solo hipótesis.
Foto: X.

La literatura internacional se han registrado diferentes casos en los que padres o madres, en estados psicóticos, cometen filicidios con una lógica interna distorsionada. En los caso de filicidio, lo más frecuente a diferencia de este caso, es la edad de los niños que es menor. Los episodios de psicosis puerperal son el ejemplo en estos casos. Estos eventos suelen tener en común el aislamiento, la falta de tratamiento y la ausencia de redes protectoras.

En la mayoría de los homicidios familiares de este tipo, no hay signos previos visibles para el entorno, pero retrospectivamente se detectan señales que no fueron leídas: insomnio persistente, discursos paranoides, mutismo, frases desconectadas, abandono afectivo o delirios de tipo místico o persecutorio. Si no hay intervención temprana, el desenlace puede ser fatal. De todas maneras todas estos casos tienen una lógica y perspectiva desde el triste desenlace para los antecedentes que en sentido contrario. Es por eso que llama habitualmente la atención como no se pudieron dar cuenta, pero eso es que ha tomado completamente otra perspectiva desde el resultado. Esto se conoce como razonamiento tautológico.

En los homicidios familiares de este tipo, no hay signos previos visibles para el entorno. Foto: X.

El caso de Villa Crespo también nos recuerda algo mucho más importante y es que no podemos quedarnos siempre con el caso único y en ese contexto que no basta con diagnósticos, mucho menos post-facto: se necesita una política de salud mental accesible, preventiva y territorial, con equipos entrenados para actuar antes de que sea demasiado tarde. En una sociedad cada vez más fragmentada y reactiva, estos casos no deben naturalizarse ni tratarse solo como “monstruosidades inexplicables”, que todos dicen no poder dimensionar, pero en una sociedad en que la  sintomatología traumática disociada, ya forma parte de la narrativa habitual

Por último, es clave evitar los reduccionismos. No toda persona con psicosis es peligrosa —de hecho, la inmensa mayoría jamás comete actos violentos— y no todo crimen responde a un cuadro clínico. El análisis riguroso debe distinguir entre dato, hecho, inferencia y opinión. Solo así evitaremos tanto la estigmatización como la negación.

La prevención exige escuchar, formar y actuar. Y comprender que cuando alguien mata desde el delirio, no lo hace desde el mal sino desde un colapso no atendido. Esa diferencia no exime, pero explica. Y si la sociedad no logra comprenderla, tampoco logrará evitar que vuelva a ocurrir.

 Enrique De Rosa Alabaster.

 

Enrique De Rosa Alabaster es psiquiatra forense médico legista MN 63406
Presidente Asociación  Argentina de Victimología
IG. @enriquederosa