Los niños y adolescentes necesitan figuras firmes y amorosas que los acompañen con límites y ternura

Vivimos tiempos veloces. Las agendas están llenas, los relojes apuran y la pantalla ocupan cada rincón del día. En este contexto, muchas familias se enfrentan a un desafío tan invisible como urgente: la dificultad de estar verdaderamente presentes en la vida de sus hijas e hijos. No alcanza con estar físicamente. La presencia que transforma es la que escucha, la que sostiene, la que guía. La que, incluso en medio del cansancio, se atreve a poner un límite desde el amor.
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Hoy más que nunca, niños, niñas y adolescentes necesitan adultos que sean anclas en medio del ruido, que los miren con ternura pero también con claridad. Figuras que puedan decir: “Hasta acá” sin violencia, y “acá estoy” sin evasión. Porque los límites no son lo contrario del amor; son una forma de amar. Una forma de decir: “Te cuido, te veo, tu mundo importa”.
Foto: Archivo.
La paradoja del tiempo y la culpa
Las familias de hoy enfrentan múltiples presiones: jornadas laborales extensas, responsabilidades domésticas, falta de redes de apoyo, la demanda de estar “productivas” incluso en su tiempo libre. En ese torbellino, muchas veces el tiempo de calidad con los hijos queda reducido a unos minutos antes de dormir, o a conversaciones a medias mientras se revisan notificaciones del celular.
Y entonces aparece la culpa. Y con ella, la tentación de compensar la ausencia con permisividad. De ceder al “sí” fácil para evitar el conflicto, de postergar el “no” necesario para no parecer duras o “malas madres”. Pero el resultado suele ser opuesto al deseado: hijas e hijos que no encuentran contención ni orientación, que viven en una aparente libertad que en realidad se parece más a la soledad.
El papel de las pantallas: presencia virtual, desconexión real
En este paisaje familiar se insertan las pantallas: teléfonos, tablets, videojuegos, redes sociales. Muchos niños pasan más horas frente a una pantalla que en interacción directa con sus cuidadores. Las pantallas, cuando no tienen regulación, se convierten en sustitutos emocionales, en anestesias del aburrimiento, en escapes del malestar.
Pero los efectos no son neutros: se altera el sueño, disminuye la capacidad de concentración, aumentan los niveles de ansiedad, y se dificulta el desarrollo de habilidades socioemocionales fundamentales, como la empatía, la espera y la regulación emocional.
Cuando no hay límites claros sobre el uso de la tecnología, el mensaje implícito que reciben niños, niñas y adolescentes es: “No hay nadie que me cuide”. Y eso no es libertad: es abandono emocional. Y aunque no siempre lo digan, ellos lo sienten. Y lo expresan, a veces, con rabia, con conductas desafiantes, o con silencios profundos que duelen más que cualquier grito.
La ternura no excluye la firmeza
Se trata de estar disponibles, de ser coherentes, de construir un vínculo donde haya lugar para el deseo y para la frustración, para el juego y para la norma. Límites puestos con amor, sostenidos con calma, explicados desde el respeto. Esa es la base de una crianza saludable y profundamente humana.
Porque una niña que crece sabiendo que hay alguien que le marca un camino, pero que la escucha y la abraza cuando se desvía, aprende a confiar en los demás y en sí misma. Porque un adolescente que puede enojarse sin ser expulsado, que puede poner a prueba sin perder el vínculo, desarrolla una brújula interna que lo acompañará toda la vida.
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Un llamado urgente
No se trata de ser madres o padres perfectos. Se trata de estar. De detenernos un momento en medio del caos cotidiano y preguntarnos:
- ¿Qué necesita mi hija de mí hoy?
- ¿Qué necesita mi hijo más allá de lo que desea?
Muchas veces, la respuesta no está en un juguete nuevo, ni en una salida más. Está en una mirada atenta, en una escucha real, en un límite claro que dice: “Estoy acá, para ayudarte a crecer”. Porque criar no es complacer. Es acompañar con ternura y firmeza.
Y eso —aunque a veces duela o incomode— es el mayor acto de amor que podemos ofrecer.
* Brenda Tróccoli. Especialista en familias y crianza. Dip en parentalidad y apego. Puericultora.
IG: @soybrendacriando