La mirada del León: ¿cómo nos alcanza a ver?

“Cada uno de nosotros, en el curso de la vida, se puede encontrar sano o enfermo, ocupado o desocupado, en su patria o en tierra extranjera. Su dignidad, sin embargo, es siempre la misma, la de una creatura querida y amada por Dios”.
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Nos invita a mirarnos una vez más…
Como si fuera nuestra primera vez…
Creer hace ver.
León XIV animó el diálogo sobre la educación al modo de presentar espejos en los que mirarnos tal como somos para poder ver:
“Pensemos en el aislamiento que provocan los modelos relacionales cada vez más extendidos, basados en la superficialidad, el individualismo y la inestabilidad afectiva; en la difusión de esquemas de pensamiento debilitados por el relativismo; en el predominio de ritmos y estilos de vida en los que no hay suficiente espacio para la escucha, la reflexión y el diálogo, en la escuela, en la familia, a veces entre los propios compañeros, con la soledad que ello conlleva”.
Mirarse hasta descubrirnos prójimo al modo de reconocimiento. Y cómo estar presente… El presente es tal como “estar presente”.
El vínculo nos hace mirar…
¿Lo que miramos hace ver?
Podemos ver tal como nos miramos.
Así León XIV despertó el entusiasmo por el sentido de la familia:
“Es tarea de quien tiene responsabilidad de gobierno aplicarse para construir sociedades civiles armónicas y pacíficas. Esto puede realizarse sobre todo invirtiendo en la familia, fundada sobre la unión estable entre el hombre y la mujer”
Lo que nos une es el espejo que da lugar a la mirada.
No nos une más que lo que nos une.
Dios nos confía el sentido.
El camino es como uno es. Uno es como Dios es en uno.
Somos amados para amar.
El sentido es nuestro talle.
Como creés en mí creés en vos.
Así como amamos declaramos el sentido.
Así como nos aman nos dan sentido.
León XIV evidencia la verdad:
“No se pueden construir relaciones verdaderamente pacíficas, incluso dentro de la comunidad internacional, sin verdad. Allí donde las palabras asumen connotaciones ambiguas y ambivalentes, y el mundo virtual, con su percepción distorsionada de la realidad, prevalece sin control; es difícil construir relaciones auténticas, porque decaen las premisas objetivas y reales de la comunicación”.
Lo que nos une a lo que nos une es nuestra conciencia.
Como nos reconocemos nos conocemos…
Nos importa elegir tanto como nos sentimos elegidos.
Todo es como se puede creer.
“Por su parte, la Iglesia no puede nunca eximirse de decir la verdad sobre el hombre y sobre el mundo, recurriendo a lo que sea necesario, incluso a un lenguaje franco, que inicialmente puede suscitar alguna incomprensión. La verdad, sin embargo, no se separa nunca de la caridad, que siempre tiene radicada la preocupación por la vida y el bien de cada hombre y mujer. Por otra parte, en la perspectiva cristiana, la verdad no es la afirmación de principios abstractos y desencarnados, sino el encuentro con la persona misma de Cristo, que vive en la comunidad de los creyentes”.
Nada es más que como creemos que creen en nosotros. Y nada es mucho más que como Cristo cree en nosotros.
El modo de ser de Dios en nosotros es el modo de ser con nosotros.
Lo que miramos es como nos miramos.
Creer es conocernos como Dios nos conoce.
Y es como dios nos mira…
El prójimo nos sorprende encontrándonos tal como somos.
El dolor no es anónimo.
Si lo que puedo dar es más que lo que doy… soy rico.
¡No enriquezco!
Y soy como enriquezco…
Lo que podés dar no es más que lo que has recibido…
La Vida nos alcanza como es. Más que como la interpretamos…
¡Que diferentes pueden ser las respuestas a las soluciones!
La paz es la aceptación.
Somos quienes más nos influenciamos.
Nuestra peor y nuestra mejor influencia…
¡No nos condicionemos!
Somos la condición.
(Hace días nos dieron a conocer que la “natalidad” cayó un 40% en la última década…
Pero hay más mascotas…
¿Y el parto del prójimo?)
* Juan Barros, energizante natural. Apto para todo público.