Inseguridad importada: el fino límite entre lo real y el discurso populista

"Si sos extranjero tené mucho cuidado en Argentina, porque te pueden echar". Con esa frase una influencer libertaria inició una alocución para referirse a los anuncios que hizo el Ejecutivo nacional en materia migratoria. Claro, seguido a eso hizo las especificaciones correspondientes respecto a quienes podrían echar, pero el hecho de poner en primera instancia una amenaza a los migrantes en general, deja clara la visión que tienen ciertos funcionarios o cercanos al partido gobernante respecto a la migración.
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Pero más allá de este hecho, que si vamos al detalle fino puede resultar hasta xenófobo, vamos a lo práctico. Lo que se anunció apunta, como hechos relevantes, a la expulsión de los extranjeros que delinquen o el cobro a aquellos que no son residentes y que usan servicios de salud.
Los argumentos para pensar en una rápida deportación de los extranjeros que delinquen y la reducción de un gasto millonario, son lógicos y sumamente entendibles. Sin embargo, hoy ya existen herramientas para deportar delincuentes, aunque se insiste en proceso más rápidos y ágiles. Del mismo modo, la cuestión del cobro de la salud en los distritos con mayores problemas ya fue abordada por los gobiernos provinciales.
En la misma línea, y para subirle el nivel al anuncio, se dijo que se avanzará con una política migratoria más rígida, que en realidad es similar a los países vecinos porque está muy marcada por los acuerdos del Mercosur. Eso implica que quien quiera radicarse debe cumplir con requisitos relativamente simples, aunque dentro de ellos se encuentra una revisión total de los antecedentes, por lo que hoy ya no se pueden radicar personas con papeles manchados.
De hecho, dentro del proceso de radicación se deben entregar las huellas digitales en dependencias de la Policía Federal para tener registro de todos aquellos que van a permanecer de manera regular en el territorio argentino. Lo cierto es que desde el punto de vista de un inmigrante, como es mi caso, no hay ninguna modificación real y efectiva para quienes tienen todo en regla, como tampoco tendría en las cuestiones de fondo referidas a todos aquellos que quieran venir a la Argentina a vivir de manera regular.
El problema de los delitos cometidos por extranjeros no es un tema exclusivo de la Argentina. En Chile, por ejemplo, es un tema mayor porque se instalaron bandas y hoy opera el crimen organizado. Pero también es real que en la Argentina, según relató en una exposición en el Senado trasandino el embajador José Antonio Viera Gallo, que hay bandas que operan con menores de edad de nacionalidad chilena en el conurbano bonaerense. El objetivo, dijo, es aprovechar que en muchos casos son inimputables.
Entonces y luego de analizar múltiples aristas, al escuchar estos anuncios hay que tener claro que se basan en hechos reales, pero que también tienen un grado importante de populismo en medio de un período electoral. Las decisiones administrativas se anuncian y se las hace ver hasta con cierto grado de acto patriótico, apuntando a generar un sentimiento en contra de amplio un grupo de la sociedad argentina que muchas veces ha servido como chivo expiatorio de la clase política.
Si bien en la explicación detallada se especifica a quienes hay que echar, en letras grandes se pone "extranjeros" y se lanza un discurso que hace olvidar las medidas y se instala el tema de que el migrante es un problema, cuando en la imagen macro las personas que eligieron un territorio ajeno a su nacimiento siempre son aportes, más allá de que puedan darse situaciones ilegales en manos de migrantes. Por eso, hay una delgada línea entre el ataque real al problema de fondo y el relato populista que hace daño.