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El día más soñado por el papa Francisco y el menos pensado para el mundo

La muerte de uno de los papas más populares de los últimos siglos generó mucho dolor, decenas de interpretaciones y la sensación de una nueva era.
El papa Francisco murió durante la mañana del lunes
El papa Francisco murió durante la mañana del lunes

“¿Dónde están los que te condenan?”. Esta pregunta es uno de los textos más leídos y meditados por los cristianos de todo el mundo (Evangelio de Juan 8, 1-11). Relata un momento donde Jesucristo anima a una mujer, que estuvo a punto de ser apedreada, a seguir adelante, a abandonar su dolor y su vida que la hacía infeliz para reencontrarse con la misericordia de Dios y el amor de sus hermanos. Cuántas veces Jorge Mario Bergoglio apalancó su papado en esta misma pregunta pero expresada de diferentes maneras. Quizás por eso muchos asociaron a Francisco con un mensaje de Esperanza, Amor y apertura, aunque -con errores y contradicciones humanas- haya estado presente en casi 2.000 años de vida de la Iglesia Católica.

Por eso no encuentro mejor homenaje y recuerdo para el “Papa argentino” que admirar la Esperanza que tuvo en el perdón de Dios Padre y cómo lo compartió con los demás. Mientras millones lloran su partida, para Jorge Mario hoy es el comienzo de esa vida que siempre buscó, sabiendo que en esta tierra estaba de paso y liderando a infinidad de almas hacia ese mismo lugar al que hoy llegó. Su vida no fue fácil, no fueron fáciles sus renuncias como tampoco debe haber sido fácil esa exposición permanente de cualquier cosa que diga, haga u omita. Más allá de cualquier fragilidad humana, claramente tenía un don sobrenatural que lo empujó día tras día con su tarea. “Todo lo que nosotros hacemos está al servicio del Evangelio” repetía en varios de sus discursos. Y quizás su gran mérito fue dar a conocer ese Evangelio a millones de personas que habían olvidado o se habían alejado de lo que para la Fe católica es Palabra de Dios, es la fuente de la Verdad y el lugar donde cualquier ser humano puede encontrar consuelo, esperanza, perdón y paz.

Se nos va un Papa, viene uno nuevo. Como ya vinieron 266 Papas. Esta despedida humana para Francisco -como para cualquier Papa- y sus fieles es un “hasta luego” y una invitación a algo más que aferrarse a un mensaje humano. Si la muerte de Francisco quiere dejar un legado, habrá que ver si no es una invitación a seguir lo que él creía y profesaba, a lo que él enseñaba para ser feliz en serio: amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo.

Jorge Mario Bergoglio decidió llamarse Francisco. Ese gran santo de la Edad Media oraba a su Dios de este modo: "Señor, hazme un instrumento de tu paz: donde haya odio, ponga yo amor, donde haya ofensa, ponga yo perdón, donde haya discordia, ponga yo unión, donde haya error, ponga yo verdad, donde haya duda, ponga yo fe, donde haya desesperación, ponga yo esperanza, donde haya tiniebla, ponga yo luz, donde haya tristeza, ponga yo alegría".

Hoy termina el pontificado de un Papa que quiso vivir con su alma y su cuerpo esa oración de San Francisco de Asís. Somos muchos los que le agradecemos el ejemplo.