Los cinco cuerpos de soldados caídos en Malvinas que restan identificar en el Cementerio Darwin

Desde hace más de una década, el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) lleva adelante una labor humanitaria fundamental: identificar a los soldados argentinos caídos en la Guerra de Malvinas. A través de un meticuloso trabajo de análisis genético y antropológico, este equipo ha logrado ponerle nombre a 117 de los 122 combatientes que yacían en el Cementerio de Darwin bajo la inscripción “Soldado Argentino solo conocido por Dios”.
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El proceso comenzó en 2013, cuando el EAAF inició la recopilación de muestras de ADN y datos de los familiares, anticipándose a cualquier acuerdo formal.
Tres años después, en 2016, Argentina y el Reino Unido firmaron un pacto bilateral que permitió la exhumación e identificación de los restos. Desde entonces, este equipo de científicos ha trabajado con dedicación para brindar respuestas a las familias y cerrar heridas que llevan más de cuatro décadas abiertas.
Virginia Urquizu, integrante del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) relató a MDZ cómo inició este proyecto humanitario que en ocho años logró identificar 117 cuerpos en el Cementerio Darwin, ubicado en la Isla Soledad, donde yacen combatientes argentinos que murieron en la guerra de las Malvinas en 1982.
“Este proyecto comienza para nosotros en el año 2012 a partir de un pedido del Ejecutivo, en el marco de los 30 años de la finalización de la guerra de Malvinas. La iniciativa era que los Estados se pusieran de acuerdo y se sentaran en una mesa de diálogo con el Comité Internacional de la Cruz Roja como mediador. El objetivo era analizar la posibilidad de llevar adelante un trabajo que no se había realizado hasta el momento: la identificación de aquellos soldados enterrados bajo la placa "Soldado argentino solo conocido por Dios" en el Cementerio de Darwin”, recordó.
En ese momento, muchos soldados fueron identificados y enterrados con nombre y apellido. Sin embargo, hubo 121 sepulturas en el cementerio de Darwin que no tenían nombre. “Este tipo de proyectos siempre se pone en marcha a partir de una demanda. En este caso, fueron los familiares y las organizaciones de excombatientes quienes comenzaron a preguntar si era posible realizar este trabajo. Desde el punto de vista técnico, claro que era viable, pero faltaba un acuerdo diplomático para concretarlo”, precisó.
El acuerdo finalmente se firmó en diciembre de 2016, pero mientras tanto, entre 2012 y 2016, los especialistas del EAAF comenzaron a trabajar en la búsqueda de las familias. “Para realizar las identificaciones necesitábamos dos fuentes de información: los restos recuperados de las tumbas y las muestras de ADN de los familiares. Desde 2013 conformamos un equipo multidisciplinario e interinstitucional con el Ministerio de Justicia, la Secretaría de Derechos Humanos, la Cruz Roja, la Escribanía General de la Nación y el Ministerio de Desarrollo Social. Nos dedicamos a localizar a las familias, visitarlas y tomarles muestras de sangre, aún con la incertidumbre de que el acuerdo no estuviera firmado”, advirtió.
Cuatro gobiernos y un solo objetivo
Una vez firmado el acuerdo en el año 2016, entre mayo y agosto de 2017, un equipo interdisciplinario coordinado por la Cruz Roja viajó a las Islas Malvinas para realizar las exhumaciones. “Se tomaron muestras de los restos y se analizaron en un laboratorio montado en el cementerio argentino de Darwin. Luego, esas muestras se enviaron al laboratorio de genética forense para ser cotejadas con las muestras de ADN de las familias”, explicó Urquizu. En diciembre de 2017, se entregaron los primeros resultados. Hasta la fecha, de los 122 individuos inhumados en 121 sepulturas, solo restan identificar cinco.
A pesar de que el proyecto se inició durante el gobierno de Cristina Fernández, tuvo su continuidad en la administración de Mauricio Macri, Alberto Fernández y en la actualidad con Javier Milei. “A pesar de que en Argentina los cambios de gestión suelen interrumpir muchos proyectos, este logró mantenerse. Cada gobierno tuvo su manera de trabajar e interactuar con el proyecto, pero nunca se detuvo la búsqueda de familias ni la entrega de resultados”, subrayó Urquizu.
“Al inicio del Proyecto Humanitario de Malvinas, en solo cuatro días entregamos más de 80 informes de identificación. Ahora, con solo cinco casos por resolver, el proceso es mucho más lento. A veces cuesta encontrar a las familias, ya sea porque están dispersas por el país o porque no quedan familiares vivos”, reconoció la integrante .
En cuanto al trabajo de búsqueda de familiares, Virginia Urquizu contó que es un proceso de investigación forense. No basta con tomar muestras de ADN y esperar coincidencias. “Trabajamos con fuentes escritas, listados del Ejército, registros de bajas en combate y testimonios de excombatientes. Ya tenemos los perfiles genéticos de los cinco soldados aún no identificados, pero no coinciden con ninguna de las muestras familiares recolectadas hasta ahora. Eso significa que nos faltan las muestras genéticas de sus familias, y estamos en esa búsqueda”, precisó.
Un acto de soberanía
Pero una vez identificados, ¿qué sucede con los restos de los soldados? Virginia Urquizu recordó que el Plan Proyecto Humanitario de Malvinas no contemplaba el traslado de esos restos a sus localidades de origen, solo su identificación.
“De todas formas, la gran mayoría de las familias prefiere que los cuerpos permanezcan en el Cementerio de Darwin como una reivindicación de soberanía. Lo plantean en esos términos, porque es la única presencia argentina en las Islas. Aunque pocas familias han manifestado su deseo de trasladar los restos al continente, el Estado aún no ha tomado medidas al respecto”, aclaró Virginia Urquizu.
Sobre estos cinco restos, desde el Equipo Argentino de Antropología Forense señalan que no será fácil llegar a su identidad, pero el objetivo no es claudicar en el intento.
“Es una cuestión de compromiso. Vamos a seguir haciendo lo posible y lo imposible, y poniendo obviamente a disposición nuestra experiencia como equipo de Antropología Forense para poder identificar hasta el último. Puede puede pasar que no se pueda llegar a ese objetivo, pero es parte de nuestro trabajo cotidiano y hay que convivir también con la frustración de saber que quizá no lleguemos a completar el 100% de las identificaciones. Pero cada paso es importante por los familiares, que son los que buscan respuesta, y son los que han vivido en la incertidumbre durante tantos años. También lo es para nosotros como sociedad, de poder estar cada día más cerca de la verdad en relación con estos hechos tan traumáticos”, comentó.
“Es un proceso complejo porque no hay un cierre definitivo. En esos casos, las familias encuentran distintas formas de honrar a sus seres queridos, desde rituales personales hasta actos colectivos de memoria. Es similar a lo que sucede con los desaparecidos de la última dictadura arrojados al mar. Aunque sabemos que muchos de ellos jamás serán hallados, eso no significa que dejemos de buscarlos o de recordarlos. La memoria y la verdad son pilares fundamentales en este trabajo”, concluyó Urquizu.