"Nunca es tarde para aprender": el lema que toda organización debe fomentar

La formación profesional no tiene fecha de caducidad. En el ámbito de los recursos humanos, sabemos que el talento no se mide en años, sino en capacidades. La experiencia senior, combinada con una actualización constante, es una ventaja competitiva clave: aporta estabilidad, solidez y visión estratégica a los equipos de trabajo. La madurez en el análisis, la capacidad de toma de decisiones fundamentadas y la perspectiva integral son atributos esenciales que ningún lugar de trabajo puede darse el lujo de ignorar. Se trata de un activo invaluable que merece ser estimulado e impulsado a través de programas de capacitación a medida.
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Desde la neurociencia, la importancia de seguir aprendiendo a cualquier edad se explica a través de la neuroplasticidad, la capacidad del cerebro de generar nuevas conexiones neuronales. Este proceso mejora la memoria, la agilidad mental y el desempeño cognitivo, demostrando que siempre es posible incorporar conocimientos y adaptarse a los cambios. En un entorno laboral en constante evolución, la actualización y el desarrollo de nuevas habilidades deben ser accesibles para todos.
Las empresas tienen la responsabilidad de impulsar políticas de capacitación inclusivas, con el propósito de eliminar barreras etarias y promover una cultura de aprendizaje continuo. Ser verdaderamente inclusivos significa tener en mente y generar iniciativas para todos. Se trata de habilitar espacios intergeneracionales en las que todos puedan enriquecerse a partir de la experiencia y los distintos saberes que se ponen en juego.
En muchas organizaciones ya existen programas en los que expertos mayores asesoran y colaboran con empresas y comunidades lideradas por jóvenes profesionales. Estas iniciativas aprovechan la combinación de experiencia y actualización, generando beneficios que van más allá del plano económico. Es un modelo donde todos ganan. Cada vez más empresas adoptan esta visión, apostando por estrategias basadas en la colaboración, la equidad y el crecimiento compartido. Porque el aprendizaje no es solo una herramienta para el desarrollo personal, sino un motor de transformación para toda la sociedad.
El desafío, entonces, no es solo reconocer el valor de la formación continua, sino integrarla de manera efectiva en la cultura organizacional. La clave está en generar espacios reales para que la experiencia y la innovación convivan y se potencien mutuamente. Porque en un mundo que cambia a gran velocidad, la única estrategia sostenible es seguir aprendiendo siempre.
* Débora Wolosky, especialista en Capacitación de Recursos Humanos. Directora de la consultora Tikshoret.