"Por favor, agua, date vuelta": el testimonio de una madre que perdió todo por las inundaciones en General Cerri

"El agua no me dio tiempo a nada", manifestó Vanesa Delhom, residente de la localidad de General Daniel Cerri y mamá de Valentín, en diálogo con MDZ. A sus 40 años, Vanesa se vio forzada a empezar prácticamente de cero, ya que el temporal de Bahía Blanca, que dejó un saldo de 16 muertos y cientos de evacuados, hizo que ella y su familia también lo perdieran todo.
Te Podría Interesar
"Eran las diez y media cuando mis tíos me hablaron para preguntarme cómo iba todo porque estaban viendo imágenes del temporal en la tele", relató Vanesa al recordar el inicio de la jornada de aquel escalofriante 7 de marzo.
Estaba tranquila, ya que el agua no alcanzaba una altura preocupante hasta ese momento y no pensaba que ocurriría lo peor. Es más, estaba jugando con su hijo, Valentín, a fabricar unas bolsitas de arena para colocar en la rendija de la puerta, por lo que le fue imposible notar la crecida de la lluvia.
Mirá la entrevista completa a Vanesa, tras las inundaciones en General Cerri
De repente, sintió un estruendo proveniente del baño y, con tan solo esa advertencia, reventaron las cloacas en cuestión de segundos. Vanesa alcanzó a desenchufar la heladera en un intento por salvarla, pero la fuerza del agua que golpeaba sin parar terminó por doblar la puerta trasera de su casa.
Al ver cómo su habitación quedó destrozada, con sus juguetes llenos de agua, Valentín gritó: "¡Por favor, agua, date vuelta! ¡Date vuelta!". Vanesa, que estaba intentando reaccionar ante la gravedad de la situación y, así, calmar y salvar a su pequeño, comenzó a decirle: "Hijo, ya está. Perdimos todo. Vamos a salvarnos".
Como una muestra del amor más puro, el menor, antes que nada, le recordó e insistió a su madre para que agarrara la sierra caladora de madera, de forma que no perdiera su herramienta de trabajo.
En medio de la desesperación por salvarse a sí misma y a su hijo, sintió la necesidad de salir de la casa que se inundaba a gran escala. Entonces, Vanesa se encontró con un escenario todavía peor. Al abrir la puerta, notó que las intensas precipitaciones habían provocado la formación de una especie de río, donde la corriente arrasaba con todo y el agua le llegaba hasta por arriba de la cintura.
Rápidamente, Vanesa se dirigió a la casa de adelante, donde vivía Nélida Elisei, la tía de su marido, Leandro. La mujer mayor de edad estaba en silla de ruedas y tenía exceso de obesidad, por lo que se encontraba sumamente vulnerable como para afrontar la tempestad que castigaba a todo su pueblo y que ingresaba a su hogar. Vanesa, preocupada por su bienestar, tuvo el impulso de preguntarle “¿cómo estás?”, a lo que “Beba”, como le decían cariñosamente a la mujer mayor, respondió: "Pasada por agua".
Vanesa indagó para saber si la tía de su marido había llamado a los bomberos o a Defensa Civil, para que alguien profesional fuera a asistirla en medio del temporal. Beba dijo que sí, que ya había llamado, pero que nadie la había atendido. Estaban las líneas saturadas.
Mirá cómo quedó la casa de la familia, luego del desastre
En medio del desastre, Vanesa decidió resguardar a su hijo y a su perrito en el auto, que estaba estacionado en el frente. Pero no se quedó con ellos. Quiso volver a entrar a su casa porque recordó que tenía un paraguas y abrigo que le serviría para darle calor al niño. Sin embargo, se trató de una decisión peligrosa, puesto que el agua ya le llegaba al pecho, casi a la altura del cuello, y veía como todas sus cosas flotaban a su alrededor.
"No medí ni siquiera el peligro, porque las puertas se salían", razonó Vanesa, días después de la catástrofe. Con ese panorama, la mujer alcanzó a tomar una campera de su hijo, cuando se dio la media vuelta y sintió el ruido de la puerta que se salía. Sin pararse a pensar todo lo que estaba sucediendo al mismo tiempo, logró cruzar al cuarto, cuando se salió otra puerta. Como pudo, contra todos los obstáculos frotando, salió para reencontrarse nuevamente con su hijo y su mascota, que la esperaban con ansias en el auto.
"Lo que más me duele es que de la empresa de mi marido (reconocida franquicia de bebidas internacional) no estuvieron en ningún momento. Recién se comunicaron con nosotros el miércoles, cuando él tuvo que ir a trabajar con esa lluvia porque sino se lo descontaban", denunció la mamá del niño con un nudo en la garganta.
Como si fuera poco, Vanesa destacó que la ayuda real llegó por parte de sus familiares cercanos y de conocidos, pero que "ni bomberos ni Defensa Civil vinieron, sabiendo que había una persona en silla de ruedas" en el lugar. No obstante, el dolor más punzante llegaría después, cuando escuchaba los gritos de auxilio de Beba, quien no tenía la fuerza para salir de su casa, en medio de la tormenta.
El agua crecía a pasos agigantados, por lo que el auto ya no era un lugar seguro para ninguno. Ahí fue que Vanesa pensó en subir con su hijo y el perrito al techo de la casa de Nélida, para resguardarse de la furia del agua que todo lo llevaba. En ese momento, tuvo que tomar una decisión crucial, la más difícil que tomó en su vida. Desde arriba del techo de chapa, madre e hijo escuchaban los sonidos de objetos que se rompían dentro de la vivienda que tenían debajo y a Beba gritando: "¡Ayuda! ¡Por favor, Vanesa, ayuda!".
"En un momento tuve que taparle los oídos a mi hijo porque fue una situación muy dolorosa, muy triste. Hasta el día de hoy duele", confesó la madre de Valentín entre sollozos. "Porque la vida me dio a elegir, y tuve que elegir a mi hijo porque es mi hijo, pero duele porque yo a ella la quería un montón".
"¿Cómo hacía yo para subirla?", se siguió preguntando Vanesa los días después de la tormenta. Aquel viernes trágico, la mujer se encontraba sola y sin ayuda de ninguna autoridad, además de que el techo al cual se subieron era inestable, por lo que no podía arriesgarse a dejar a su hijo solo. "No podía", sentenció.
Las opciones eran pocas y el tiempo se agotaba, mientras Vanesa se seguía preguntando qué hacer con Beba. "La sacaba a la puerta, pero se iba a seguir mojando, o la sacaba a la vereda y la corriente la llevaría", pensaba.
En ese contexto desolador, los propios vecinos de la localidad de General Daniel Cerri salieron a salvar a las personas que eran arrastradas por la corriente, y de fondo, se escuchaban los gritos de auxilio de los vecinos que también se subían a los techos, con el deseo de que la tormenta cesara.
Finalmente, esa tarde, la lluvia se calmó. Pero las calles y las casas estaban aún anegadas. Con un bote, llevaron a Vanesa, a su hijo y a su perrito para resguardarlos en el Centro de Evacuación del Club Sansinena, y más tarde a la Escuela N°14 donde tenían sillas y estaban "más calentitos". No obstante, al no haber agua en los baños, la situación se volvió insostenible. "Yo le hice una camita con una silla a mi hijo", indicó la madre, recordando la odisea que tuvo que vivir.
Días más tarde, el retorno a su hogar estuvo teñido de tristeza. Todo por lo que habían trabajado a lo largo de su vida se había arruinado en el lapso de unas pocas horas. La pérdida total de electrodomésticos, muebles, ropa, colchones, y más objetos materiales la lleva al borde de las lágrimas. Y la pérdida de la tía de su esposo fue lo más doloroso.
No obstante, Vanesa agradece al pueblo argentino por todo el apoyo y las donaciones que muchas personas les acercaron. Aun así, señaló que a las casas más afectadas "la ayuda no llega", puesto que, según lo que vio en uno de los centros de donación más cercanos, conocido como la “lanera de Cerri”, la mayoría de las donaciones están en malas condiciones y, como si fuera poco, los colchones y ropa en buen estado no se las entregan a los vecinos. “Son una vergüenza algunas donaciones. Lo mejor no sé quién se lo queda”, enfatizó Vanesa, con el deseo de que la ayuda sea equitativa para todos los damnificados del pueblo de General Cerri.