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Eduardo Strauch: "Comer carne humana fue el esfuerzo mental más difícil que hice en mi vida porque tuve que vencer tabúes"

Eduardo Strauch es uno de los 16 sobrevivientes del denominado "milagro de los Andes" en 1972. En diálogo con MDZ, reflexionó sobre lo experimentado y explicó por qué disfruta de dar conferencias.

Diego Gubinelli
Diego Gubinelli lunes, 20 de enero de 2025 · 07:00 hs
Eduardo Strauch: "Comer carne humana fue el esfuerzo mental más difícil que hice en mi vida porque tuve que vencer tabúes"
Eduardo Strauch. Foto: Marcos García / MDZ

Es enero de 2025 y en el lobby del hotel Hyatt, ubicado en la Ciudad de Mendoza, aguarda Eduardo Strauch, uno de los sobrevivientes del accidente del vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya el viernes 13 de octubre de 1972. En aquella tragedia fallecieron 29 personas y sobrevivieron apenas 16 luego de permanecer 72 días bajo condiciones extremas en plena Cordillera de los Andes. Strauch fue uno de los que vivió para contarla y se encuentra de paso por la Capital mendocina en el marco de, por un lado, la visita al lugar de los hechos -en el Valle de las Lágrimas, en Malargüe- que varios de los protagonistas realizan año a año a modo de conmemoración. Por el otro, se prepara para brindar una conferencia con el fin de relatar en detalle sus vivencias y reflexiones del "Milagro de los Andes".

El arquitecto uruguayo, de 77 años de edad, accedió a dialogar con MDZ para repasar el tormentoso proceso que debió atravesar. Frío que genera hasta dolor en los huesos, sed, hambre, desesperación, fortaleza interior: todo eso y mucho más experimentó Strauch, quien asegura haber superado todo tipo de secuela en relación a la tragedia en la que, entre tantas cosas, vio morir a sus amigos. Todo lo mencionado lo impulsa a compartir reflexiones que puedan generar impacto en otras personas que también pasan por momentos difíciles. Sobre eso profundizó en una conversación con este diario.

La entrevista

- ¿Qué lo motiva a constantemente dar charlas sobre lo que sucedió?

- A mí lo que me motiva es que hace muchos años empecé a tomar conciencia de que la historia esta me cambió la vida y que, seguramente, mi vida es mucho mejor de lo que hubiera sido. A mucha gente también le cambió la vida. He empezado a tener casos increíbles de personas que se han salvado de suicidios, depresiones profundas, etc., por encontrarse con nuestra historia. Entonces esto gratifica enormemente. A raíz de la película de J.A Bayona (La Sociedad de la Nieve), que es magnífica, ha sido una explosión y un montón de generaciones que ni habían oído hablar de la historia están fascinadas, impresionadas y optimistas de lo que es el ser humano a raíz de la historia nuestra.

- Después de más de 50 años desde que ocurrió lo que ocurrió, ¿qué siente al recordarlo? ¿Se levanta todos los días pensándolo?

- Tuve algunos períodos -al principio sobre todo, quizás 8 o 10 años después-, que empecé a olvidarme y alejarme de la Cordillera. Entonces pegué un viraje en la vida y dije 'no puedo estar olvidando todo lo que aprendí, todo lo que maduré'; cómo vi las cosas tan claras en aquel momento. Así que fui incorporando todo ese aprendizaje y maduración. Todo el sufrimiento ya lo dejé atrás hace muchos años, así que lo único que revivo ahora es todo lo positivo de lo que somos capaces de hacer los humanos, de lo que logramos con un grupo de chicos de entre 20 y 25 años durante dos meses y medio perdidos en los Andes. Me motiva mucho lo que somos capaces y que la gente sea consciente del poder que tenemos y que no lo utilizamos porque desconocemos tenerlo.

- Usted tiene 77 años ya. ¿Por cuánto tiempo más planea seguir dando charlas y viajando a revisitar la Cordillera?

- Por 30 años más. Tengo previsto vivir hasta los 104, por lo menos en buen estado físico y mental. La gente cuando le digo esto se ríe, pero lo digo muy en serio. 104 porque un arquitecto que admiré que diseñó Brasilia, Oscar Niemeyer, vivió hasta esa edad. Trabajó hasta los 103 en su estudio de arquitectura. Murió hace como 10 años y cuando leí eso dije 'yo voy a ir hasta los 104 como él en buen estado y activo'.

- ¿Puede describir lo que fue la sensación, primero, al enterarse de que habían suspendido la búsqueda y, luego, cuando regresa el helicóptero una vez que sus compañeros consiguieron contactar gente del lado chileno?

- Es difícil de transmitir. A los 10 días, cuando nos sentimos abandonados, yo sentí una furia y una bronca contra todo. Contra la montaña y contra Dios, aunque no creía en Dios en ese momento. De todas maneras, igual me calenté con lo que podía ser Dios o lo que era Dios para otros. Hasta con mi familia. Pensé que nos habían olvidado y que ya habían habían dado vuelta la hoja. Fue un momento realmente angustiante, de fastidio y de bronca. Fue muy útil porque empezamos a prepararnos nosotros solos sin esperar ayuda externa para lograr el objetivo.

Evidentemente es más difícil de poder transmitir lo que sentí (en el rescate). En realidad la emoción y la alegría las había sentido antes cuando escuchamos en la radio que nos habían encontrado como a las 7/8 AM. Los helicópteros arribaron a las 12:30 PM y ya estábamos preparados para salir. Fue fue el día más feliz de mi vida: una felicidad que me salía como a chorros por los poros. Ese éxtasis y esa plenitud duraron semanas.

- ¿Cuántas veces ha retornado a Mendoza desde entonces?

- Creo que es la vigesimoprimero vez que vengo para llegar otra vez al lugar.

- Quedan 30 según lo que dijo...

- Exacto. Probablemente antes de las 30 voy a terminar yendo en helicóptero. Por ahora es a caballo.

Eduardo Strauch se mantiene activo a sus 77 años y continúa dando charlas sobre sus vivencias en 1972. Foto: Marcos García / MDZ.

- Uno de los momentos más  difíciles dentro de lo que fue el proceso y lo que tuvo que atravesar fue estar varios días sin comer. ¿Qué sensación recuerda?

- Era comida mínima. Un pedacito de chocolate, un vasito de vino o licor durante 3 o 4 días. También algunos mariscos. El peor sufrimiento físico es la sed. La primera semana y los primeros días ni hablar. Una escasez de agua total. No podíamos derretir la nieve porque hacía mucho frío, así que era desesperante. Inventamos un sistema para derretir agua más rápido. Cuando estaba nublado y frío no se derretía y empezó a funcionar mejor con el buen tiempo. El hambre los primeros días también era desesperante. Sentías dolor en la barriga y pensabas en alimentos todo el tiempo. Después no hablamos más de comida porque hacía mal y empezamos a sentir una languidez, que es mucho menos que la desesperación de tener falta de agua. 

- A lo largo de los años usted ha hecho mención acerca de lo que es "vencer el tabú de de comer carne humana" para sobrevivir.

- Yo diría que fue el esfuerzo mental más difícil que hice en mi vida porque tuve que vencer tabúes culturales. Pero, por otro lado, fue la decisión más fácil porque no había alternativa. Era tomar esa decisión o morirme. Por lo tanto, la tomé relativamente con facilidad, pero después tuve ese esfuerzo mental y que mi cerebro le mandara señales a mi cuerpo porque, al principio, evidentemente el cuerpo rechazaba. Rápidamente me acostumbré y jamás tuve ningún remordimiento, problema, pesadilla ni mucho. Una vez que tomé la decisión sentí hasta una gratificación de haber vencido ese tabú. Nos dábamos cuenta del poder mental que teníamos y lo empezamos a utilizar.

- ¿Es un aspecto que tuvo que abordar posteriormente en términos de, por ejemplo, terapia?

- Jamás. Ni terapia, ni pesadillas, ni remordimiento de ningún tipo. En absoluto. 

- Me da pie para preguntarle: considerando que usted es arquitecto y pintor, ¿qué papel cumplieron estas dos actividades en el denominado estrés post traumático?

- Todo el mundo me ha preguntado sobre el estrés postraumático. Yo no considero haber tenido un trauma porque fue todo un proceso lento y he llegado a la conclusión de que hicimos una terapia en grupo y durante dos meses y medio. Por lo menos yo salí con el tema totalmente resuelto. Me costó mucho reinsertarme de vuelta en la civilización y en la sociedad porque venía con con intereses muy distintos de los que había dejado cuando me fui. Me costó más de un año volver a bajar a tierra, pero nunca sentí que tenía que superar un trauma en absoluto.

- ¿Entonces cuál fue su motor?

- Mi motor era estar vivo, como sigue siendo ahora. Levantarme cada día y estar vivo. La arquitectura siempre me gustó. Ya tenía trabajo y clientes que tenía que atender. Por supuesto incidió esta experiencia en la arquitectura y en la pintura.

- A diferencia de usted, sus dos primos -Adolfo "Fito" Strauch y Daniel Fernández Strauch- se han mostrado un poco más reservados a la hora de hablar del tema, ¿cuál es su valoración al respecto?

- Nosotros somos 16 sobrevivientes. Somos todos diferentes. Lo vivimos distinto en aquel momento y lo procesamos distinto. Cada uno fue buscando el mejor camino para vivir. Yo estoy muy satisfecho con el camino que he encontrado y que he seguido hasta el día de hoy. Me siento feliz a pesar de todos los problemas que tengo como cualquiera. Me siento muy pleno y a veces me da pena que mis primos no aprovechen esta oportunidad que nos ha dado la vida. Estoy dando conferencias por todos lados, como en España, México y Centroamérica, y lo que es ese contacto con chicos de 13 años o personas de la edad que sea durante dos horas escuchando la historia y las reflexiones que hago es realmente motivante. Me dan energía y ganas de seguir viviendo.

- Cada año que diserta en una conferencia, ¿siente que tiene una reflexión nueva para transmitirle a los asistentes?

- Con las audiencias voy ganando. A veces me hacen preguntas y me hacen reflexionar. Creo que estoy teniendo una evolución y voy como depurando las reflexiones que hago y las cosas que me gusta contar.

- Respecto a su relación con los demás sobrevivientes, ¿cómo es en la actualidad con los 13 que aún viven? 

- Es un vínculo muy fuerte. Nos hemos separado en la vorágine de esta vida moderna e insana. Ahora estamos más viejitos todos y con más tiempo. Estamos muy en contacto con un grupo de WhatsApp. Hablamos el otro día con Nando Parrado (Ndr: otro de los sobrevivientes) algo que yo nunca había pensado. Me preguntó si conozco algún equipo deportivo o de una empresa que se mantenga haciendo un equipo por 52 años... Bueno, sí. Se sigue manteniendo el equipo.

El avión que cayó en plena Cordillera de los Andes.

- Se lanzó hace relativamente poco tiempo la película La Sociedad de la Nieve, que es la película más reciente que habla de esta odisea y que tuvo mucho éxito ¿Cuál es su opinión?

- Cuando se estrenó ¡Viven! (1993) nunca me gustó. Tiene valor, pero nunca me gustó. Siempre estuve esperando que un director latino agarrara nuestra historia. Iban pasando los años y no pasaba nada hasta que finalmente cayó en manos de Bayano. Recuerdo la primera reunión que tuvimos en Madrid. En ese desayuno me dijo la idea y quedé contentísimo y dije: "Esta es la persona". Y, efectivamente, la película es magnífica. Estamos todos muy contentos con cómo se cuenta la historia con una fidelidad asombrosa, calidad cinematográfica brutal y con respeto.

- En términos emocionales, ¿qué fue lo que más le impactó de esta recreación? Alguna escena quizás...

- Son muchas cosas, pero una de las que más me impresionó fue que el capitán del equipo Marcelo Pérez del Castillo (fallecido durante un alud) -que era amigo mío desde que teníamos siete años y hasta trabajamos como arquitectos los dos- y el actor que lo representa es tan parecido que me impresionó muchísimo. Fue como verlo de vuelta ahí en vivo. Otra cosa que me impactó mucho mirándolo un poco de afuera como espectador de una película fue cómo no enloquecimos los tres o cuatro días que estuvimos encerrados en pleno alud en un pequeño espacio sobre los cuerpos de los que se habían muerto y casi a oscuras. Es increíble cómo la mente se adapta todo. Realmente parecía como para enloquecer.

- ¿Cómo define ser feliz?

- A la felicidad la defino como sentirte pleno, que es sentirte en paz. Me siento en paz. Fui aprendiendo de disfrutar absolutamente todas las cosas: buenas, malas, chicas, grandes... Ser feliz es eso: sentirme pleno y en paz.

El evento

Eduardo Strauch brindará una conferencia este miércoles 22 de enero a las 19:00 a 22:00 hs en el Club Tapiz, en Maipú. Las entradas pueden adquirirse a través de este link o bien en el establecimiento.

El evento de Eduardo Strauch.

 

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