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El rol de los niños que tiene un fuerte impacto en la vida de los adultos

La Convención sobre los Derechos del Niño explica quiénes son los niños y cuáles son sus derechos. Todos son igual de importantes y no se puede privar a los niños de ninguno de ellos.
Por su inocencia, tienen una mirada limpia del mundo y de quienes los rodean. Foto: Shutterstock
Por su inocencia, tienen una mirada limpia del mundo y de quienes los rodean. Foto: Shutterstock

El 20 de noviembre de 1959 la Organización de las Naciones Unidas ONU firmó la Declaración de los Derechos del Niño y propuso esta fecha como día de celebración. Esta fue la base para que luego se firme el tratado en la Convención Internacional del niño, donde se propone un marco regulatorio más específico sobre sus derechos. Estos hitos marcan un radical cambio de perspectiva sobre la niñez y la infancia. Hasta mediados del siglo 19, estas etapas no eran estudiadas especialmente y los niños eran considerados como futura mano de obra o no se los tenía en cuenta como miembros de las sociedades.

Fue gracias a estudios que comenzaron en el siglo 17, que la niñez comenzó a entenderse como una etapa importante de la vida y desde entonces las investigaciones sobre las etapas de la vida y especialmente la niñez y adolescencia, han evolucionado y sido objeto de estudio por múltiples disciplinas. Conocer las características evolutivas de cada niño, de acuerdo a su edad y capacidades, no sólo ayuda a acompañarlos mejor en su educación y formación, sino también muestra cómo la sociedad de consumo, individualista y desvinculada, hace perder a los adultos la mirada de lo realmente importante y valioso de la vida.

Hasta mediados del siglo 19, los niños eran considerados como futura mano de obra. Foto: Archivo MDZ.

Por su inocencia, tienen una mirada limpia del mundo y de quienes los rodean, son confiados y sinceros, y son muchas las lecciones que se pueden aprender de ellos. Curiosidad, vivencia en el presente, creatividad, perseverancia, sinceridad y autenticidad, amor incondicional, capacidad de asombro, perdón, juegos y diversión, empatía y compasión. Son valores, características y habilidades que en la etapa adulta se van perdiendo, en algunos casos enfocados en los problemas laborales y familiares, en otros porque la vorágine del consumismo y materialismo nubla la visión e impide recuperar el espíritu de asombro; se proyecta el mañana sin vivir el presente; hay dificultad para ponerse en el lugar del otro para perdonar y comprender, los vínculos se van rompiendo atravesados por la vorágine del día a día.

Son muchas las lecciones que se pueden aprender de cada niño

Es esta mirada de la inocencia la que el mundo debe recuperar, la importancia de los vínculos más allá de las ocupaciones, lo divertido de lo simple, la alegría del encuentro. Aprender a minimizar los enojos y las preocupaciones, porque tarde o temprano todo pasa, todo se soluciona y lo que no se puede solucionar conviene olvidarlo y sanarlo. Los niños siempre esperan regalos materiales, pero el mejor regalo que se les puede ofrecer es presencia en sus vidas, todos los días, así como el amor incondicional, la escucha atenta, el interés por sus juegos. Generar en ellos experiencias oceánicas, esas experiencias que se guardan en el corazón y la memoria, y vuelven a lo largo de la vida disfrazados en aromas, colores, sonidos, lugares o sabores.

Los niños siempre esperan regalos materiales, pero el mejor regalo que se les puede ofrecer es presencia en sus vidas. Foto: Archivo MDZ

Cada día que pasa es una invitación a recuperar al niño interior, dejarse llevar por la locura de sus juegos, pasar tiempo en familia, escribir la historia familiar en clave de buenos momentos, olvidar por un rato las preocupaciones de adultos y ser felices por que sí. El mejor regalo que se les puede ofrecer es nuestra presencia en sus vidas

Luciana Mazzei.

* Luciana Mazzei es profesora del Instituto de Ciencias para la Familia de la Universidad Austral.