Demandó a un albergue transitorio por los ruidos sexuales y fue indemnizado
Ocurrió en la ciudad de La Plata. Harto de los ruidos constantes provenientes de un hotel alojamiento, demandó a sus dueños. La Justicia le dio la razón y recibió una indemnización de 24.000 dólares.
El vecino de un albergue transitorio de La Plata denunció a sus propietarios por los ruidos constantes que afectaban su tranquilidad.
Jorge Ruiz vivía en una propiedad colindante con el hotel alojamiento y los ruidos provenían principalmente del lavadero, que funcionaba en forma constante, lavando sábanas y ropa de cama. Debido a que no había ninguna aislación acústica, el vecino escuchaba día y noche lavadoras y centrifugadoras industriales que producían un constante estruendo.
A esta situación se le sumaba los "ruidos sexuales" provenientes del albergue transitorio, lo que impedía que sus sobrinos menores de edad lo visitaran. Aunque le sugirieron mudarse, Ruiz decidió acudir a la Justicia y demandar a los propietarios del hotel.
En el juicio civil, el vecino logró que un juez fallara a su favor y obtuvo una indemnización de casi 24.000 dólares por los daños y perjuicios causados.
Para su sentencia, el magistrado tuvo en cuenta el testimonio de amigos y de una expareja de Ruiz, que constituyeron una prueba para demostrar el tormento diario que atravesaba. Pero fue crucial la pericia con un decibelímetro que demostró que los niveles sonoros superaban los permitidos en la zona.
La evidencia presentada fue contundente ya que mostraba que no solo los ruidos provenían del lavadero sino también de las habitaciones del hotel alojamiento, con sonidos sexuales que emitían los huéspedes ocasionales, sumado al de las aspiradoras. Además, denunció que su patio comenzó a llenarse de preservativos y otros desechos arrojados desde el establecimiento vecino.
Con el correr del tiempo, la situación se volvió insostenible causando un severo impacto en la salud del vecino, quien sufría de insomnio, estrés y problemas gástricos.
Tras la reubicación del lavadero y la menor frecuencia de uso de la habitación contigua a su vivienda, Ruiz finalmente dejó de sufrir por ruidos molestos provenientes del albergue transitorio.
"No quería resignarme e irme. Aunque el proceso no fue fácil, valió la pena", afirma. Tras la sentencia favorable, Jorge se mudó dentro de la misma propiedad horizontal, cambiando su residencia de una parte más alejada a un lugar que da a la calle.
Aunque sigue colindante con el hotel, el empleado administrativo de 65 años, recuperó la paz. "Era imposible vivir así", reconoció.