Educación

Cómo volver después de las vacaciones de invierno y los riesgos del reinicio

En estos tiempos que corren no hay nadie que este exento de situaciones estresantes, más aquellos que tienen profesiones sociales que implican trabajar con niños o jóvenes.

Juan Manuel Ribeiro sábado, 3 de agosto de 2024 · 07:00 hs
Cómo volver después de las vacaciones de invierno y los riesgos del reinicio
Todos los que somos trabajadores de la educación sentimos diariamente presiones y situaciones que pueden llevarnos a sentir tensión. Foto: Shutterstock

Hace unos años recuerdo que luego del receso invernal, un colega directivo tuvo un “pico” de estrés el primer día de clases, con manifestaciones somáticas como presión alta y ritmo cardiaco. Poco tiempo después su psicólogo le dijo que como solía enfrentar situaciones tan complejas en la diaria escolar, y debía retornarlas, lo que padeció es lo que algunos llaman estrés posvacacional. Es decir, el tiempo de “vacaciones invierno” le sirvió para distraerse y no para pensar en lo que debía afrontar, fue como haber barrido debajo de la alfombra. Con la realidad del regreso a clases todo emergió con más fuerza. 

Todos los que somos trabajadores de la educación sentimos diariamente presiones y situaciones que pueden llevarnos a sentir tensión que puede ser momentánea o puede perdurar en el tiempo, conduciéndonos de manera casi inevitable a un estado de estrés crónico.

En algunas escuelas se percibe a gran parte del cuerpo directivo y docente estresado, o al menos tensionado, por múltiples exigencias y problemas que exceden la tarea de enseñar contenidos. Pero al mismo tiempo, los alumnos, aun desde los primeros años de escolaridad manifiestan estrés, cansancio emocional, ansiedad y otras problemáticas como, por ejemplo, la imposibilidad de gestionar situaciones displacenteras. Por lo cual, tenemos docentes desbordados, y en algunos casos, alumnos a la deriva llevados por la marea de las distintas situaciones. 

Todos los que somos trabajadores de la educación sentimos diariamente presiones

En algunas escuelas se percibe a gran parte del cuerpo directivo y docente estresado. Foto: MDZ.

Aquí entra en juego la educación socioemocional y la capacidad de crear una ecología humana que cuide el ámbito escolar. De alguna manera, como sucede con los trabajadores de la salud, en la educación estamos llamados a cuidar a los que cuidan, a cuidar a los que enseñan. Para que estos a su vez puedan cuidar y enseñar a aquellos a quienes se encomienda a su cuidado. 

El estrés sobreviene a los docentes cuando estos perciben que no cuentan con las herramientas para afrontar las exigencias que hoy se les pide por parte de la sociedad. Hace varios años había situaciones incómodas y difíciles de resolver, estresantes, desagradables pero eran más agudas y puntuales. 

En la educación estamos llamados a cuidar a los que cuidan

Hoy, en cambio, son más crónicas donde el maestro puede sentirse emocionalmente agotado, con sentimientos contrariados frente al rol laboral y hacia los individuos con los que trabaja. Pienso en dolor de cabeza que genera en directivos y docentes la falta de acompañamiento de las familias ante distintas situaciones que presentan los alumnos, como también la agresividad y hasta los mensajes de odio de los cuales son frecuentemente víctimas. Esto, no pocas veces conlleva a sentimientos de falta de energía o agotamiento; sentimientos negativos con respecto al trabajo; y una sensación de ineficacia, inutilidad y falta de realización en el trabajo de educador. Esto, sin dudas, afecta el desempeño docente, trayendo aparejada en algunas ocasiones periodos de licencia laboral por razones psicológicas. Teniendo en cuenta que un factor estresor adicional es el tiempo de trabajo, que a diferencia de otras profesiones se extiende en el hogar con el tiempo dedicado a planificar y corregir, más otras tareas administrativas. 

El estrés sobreviene a los docentes cuando estos perciben que no cuentan con las herramientas para afrontar las exigencias que hoy se les pide por parte de la sociedad. Foto: MDZ.

Esto que sucede en la Argentina es una tendencia a nivel mundial, de hecho, hace poco tiempo la Organización Internacional del Trabajo publicó un estudio que refleja que cada vez son más los profesores a nivel mundial que se encuentran afectados por el estrés.

Respecto a los alumnos, estudios recientes de distintas universidades indican la necesidad de implementar programas tendientes a fortalecer a los alumnos para que puedan desarrollar estrategias para afrontar las tensiones y conocer sus emociones y poder autorregularse de manera que estas no los dominen, y gestionar lo displacentero. Una forma es el trabajo que se desarrolla con la educación emocional, que, entre otros fines, pueden enseñarle al niño o adolescente a no reaccionar sino a responder racionalmente ante las distintas situaciones que los movilizan emocionalmente. Pensemos cuantas veces reaccionamos, más que damos una respuesta. No solo nosotros, hombres y mujeres de a pie, sino aquellos que tienen responsabilidades de conducir a otros. Esto implica el desafío de dar respuestas responsables y racionales, que no ignoren empáticamente lo emotivo y afectivo, pero que lo objetiven en los discursos y en las prácticas que se traducen en la educación de la responsabilidad. 

Los jóvenes, hoy más bombardeados que antes por las redes sociales y el clima socioeconómico, tienen que hacer frente a cambios de índole físico, emocional, social e intelectual, que son el paso para insertarse a las demandas propias de la edad adulta, los encuentra con sentimientos incertidumbre cuando perciben presión proveniente de las responsabilidades, presentes y/o futuras, o por el mismo temor a elegir. Pensemos sino en que menos de la mitad de los alumnos que egresan en tiempo y forma de la escuela secundaria siguen estudios superiores sumando a que menos de la mitad logra insertarse precariamente en el mercado laboral. Esta situación del entorno social que implica el paso a la vida adulta golpea al joven de los últimos años de la escuela secundaria. 

Cada vez son más los docentes que se encuentran afectados por el estrés.

Menos de la mitad de los alumnos que egresan en tiempo y forma de la escuela secundaria siguen estudios superiores. Foto: MDZ.

Junto a la educación emocional existen propuestas de acompañamiento como la llamada bienestar socioemocional. Es urgente apostar al desarrollo del bienestar socioemocional, entendido como un proceso donde se desarrollan habilidades que permiten a las personas tener conciencia de sí mismas y conciencia de la interdependencia, para mantener relaciones saludables y, de esa manera, tomar decisiones asertivas acerca de sí y de los/as demás. Esto nos obliga a entender al individuo como un ser integral ya que el estado de bienestar solo se alcanzará con el correcto desarrollo de todas las dimensiones humanas.

“El abordaje de las emociones en la trama escolar, significa habilitar espacios para transitar las vivencias socio subjetivas del dolor social, ayudando a identificar y reconocer los propios sentimientos y el de los semejantes, contemplando el hecho de que el otro está atravesando una experiencia analógica a la de uno mismo. Poner en palabras y socializar las actividades es una vía de reparación simbólica del sufrimiento que marca nuestra experiencia vivida. Aprender a cuidar de sí y del otro es un signo de amorosidad que posibilitan las instituciones escolares en cuanto soporte emocional para la construcción de sueños y esperanzas” (Kaplan y Arévalos, 2021, p.24). 

La educación emocional, por lo tanto, no busca negar las emociones negativas, sino que busca desarrollar habilidades que permite adquirir herramientas para transitar esas emociones que pueden motivar a una acción que impacte de manera negativa en el sujeto y en el grupo. No concebimos emociones negativas y positivas. No busca tampoco controlar las emociones, muy por el contrario, busca desarrollar el trabajo con otros, la toma de decisión responsable y el propósito de vida. La educación emocional supone permitir que los demás y mis próximos más cercanos, me ayuden a conocer las emociones y a vivirlas con responsabilidad social.

La educación emocional no busca negar las emociones negativas, sino que busca desarrollar habilidades que permite adquirir herramientas para transitar emociones. Foto: MDZ.

Por último, la educación emocional no debe quedarse en aspecto biologicistas para explicar el mundo emotivo, sino asumir la educación de la afectividad, de las virtudes y la dimensiones espiritual y transcendente de toda persona. 

* Mg. Juan Manuel Ribeiro, especialista en educación. 

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