Fiesta de la cosecha

La vinoteca que tuvo que suspender la Vendimia por el clima

Son varios los viñedos que se vieron afectados por el temporal este mes. Aún así, Carlos Bórbore, dueño de La Bodega de Bórbore, reflexionó acerca de este ritual y lo que significa saber tomar vino.

Victoria Urruspuru
Victoria Urruspuru sábado, 2 de marzo de 2024 · 16:43 hs
La vinoteca que tuvo que suspender la Vendimia por el clima
La Fiesta de la Vendimia es una festividad tradicional de Mendoza que se extendió a todo el país Foto: ALF PONCE MERCADO / MDZ

Un lugar de encuentro donde se transmite la cultura y la tradición vitivinícola, y es enriquecido por esta fiesta de la cosecha. La Bodega de Bórbore, fundada por Carlos y Alicia hace 22 años, es una pequeña vinoteca en el barrio porteño de Devoto, que le brinda a la ciudad un pedazo de Mendoza, La Rioja y todas las regiones de donde les llegaron aquellos plantines que la hicieron crecer. No obstante, a diferencia de varias provincias, este 2024 no festejará la Vendimia, debido al clima local que arruinó sus frutos.

"Acá el temporal no es muy adecuado para la vitivinífera. Cuando las vides estaban en floración, llovió mucho y se pudrieron las uvas. Este año no tenemos producción. Sí tenemos la criolla de mi casa, que salieron más de 70 racimos de aproximadamente 1 kilo, pero les está faltando el dulzor necesario para que eso se transforme en una fermentación. Este año ya no vamos a hacer nada", aseguró a MDZ Bórbore, el sanjuanino que le dio vida a este proyecto.

Carlos Bórbore, dueño de vinoteca La Bodega de Bórbore.

De familia de bodegueros, en 1997 decidió separarse y tener su primera vinoteca. No obstante, este espacio porteño recién abrió los ojos en 2002, cuando Carlos compró una propiedad del 1915 al frente de su casa; se trató de un almacén que hacía ya 12 años estaba abandonado y lo remodelaron. "El 4 de abril la inauguramos. Lo primero que hicimos fue plantar en ese invierno una estaca de unas vides que yo tengo en casa, y que ya tienen más de 38 años", recordó.

Para 2003 comenzaron a llegarles más plantines. Desde la Bodega Lurton los invitaron a una presentación de vino y, en esa oportunidad, les regalan dos pinot gris. En 2005 un camionero de Mendoza les llevó una cabernet y palos, con los que comenzaron a hacer los espaldares que aún están de pie. Fue todo prueba y error, no había hecho un estudio de suelo y, aún así, las plantas brotaron bien.

Cepas de cabernet y de uva criolla trepan por esas maderas. Con el tiempo sumaron una cabernet franc y una glera, variedad que se utiliza para elaborar el Prosecco; fueron obsequio de Alfredo Roca. Por su parte, las cepas de malbec llegaron como regalo de Patricia Ortíz, presidenta de Bodegas de Argentina; las pinot noir y las torrontés, del dueño de Bodega La Puerta, en La Rioja. 

Innovador sistema de protección de las vides

Pero no sólo es el clima el que puede dar una mala jugada: los pájaros e insectos son antiguos enemigos de los viñedos, y frente a los cuales Bórbore tuvo que ser inteligente para ganarles. Por casualidad, hace 4 años atrás dio con un documental de España junto a su familia. Allí, en año nuevo, acostumbran comer 12 uvas a las 00:00 horas, como en tantos otros países, por lo que en pleno invierno importan la fruta. Sin embargo, unos productores descubren que al embolar cada racimo con una bolsa impermeable por fuera, permeable por dentro, abierta abajo, se realentiza su maduración. 

"El embolsamiento de racimos es un espectáculo. Entonces, pensamos hacer lo mismo acá, pero con una tela de organza. Inventamos unas bolsitas cerradas, pero que le da la luz, el sol, el aire, y crecieron maravillosos los racimos, sin ningún problemas. Ni siquiera las hormigas las atacan porque no entran. Crece feliz", explicó el sanjuanino.

Carlos Bórbore y su esposa Alicia, con los primeros racimos de esta vendimia porteña.

Esto llamó la atención de varias personas, entre ellas de la decana de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires, donde cuentan con una bodega de más de 100 años de antigüedad. Los alumnos allí tienen una materia que se llama Enología, durante la cual deben comprar la uva y elaborarla. Así nació un proyecto para que ellos preparen las vides de Bórbora, plan que, sin embargo, se vio frustrado debido a las condiciones climáticas de este año. 

De hecho, por la feroz tormenta que se desató días atrás en Mendoza, en la Fiesta de la Cosecha decidieron no llevar adelante el tradicional ritual de intendentes y reinas que se realiza cada año en los viñedos del Aeropuerto. El gobernador tomó la decisión luego de un pedido de Francisco Lopresti, intendente de Las Heras, tras la fuerte lluvia con granizo que cayó el pasado miércoles.

Concientizar acerca de la Vendimia

Bórbore ha vivido -por obvias razones- varias veces la Fiesta de la Vendimia. "Es algo muy lindo, pero creo que tiene que ahondarse más para no perder esas tradiciones argentinas que tenemos. Estoy convencido de que el Ministerio de Educación, ya sea de la provincia de Mendoza o acá, comience a trabajar el tema de las vides con las primarias, porque el mensaje que transmite la vide es maravilloso".

"Uno tiene que plantar una estaca, cuidarla por lo menos tres o cuatro años para que empiece a dar frutos. Ese mensaje, que no es lo mismo que poner un poroto en un frasquito, es paciencia, cuidado, esmero, aguantarse el mal tiempo. Todo eso es un lindo mensaje para los chicos que les queda para toda la vida. Yo la vivo con entusiasmo; no tanto la fiesta final, sino el hecho de que empieza el 13 de febrero con la bendición de frutos, la virgen de la Carrodilla, y se empieza a transitar el camino previo a lo que es la fiesta final", reflexionó

¿Qué es "saber tomar vino"?

La primera vez que Carlos tomó vino fue, posiblemente, a los 5 años. No existía la gaseosa en su casa, a lo sumo había soda y jugo, pero para mezclarse con esta bebida alcohólica. Por supuesto que ante el paladar de un niño, el sabor era muy fuerte y siempre lo pedía acompañado. Con los años aprendió a beberlo solo, por sí mismo, hablando de él y deteniéndose en su sabor. 

"Yo tengo un defecto, o quizás es virtud, que como me he criado dentro de una bodega, cuando huelo un vino a mi se me mezclan los aromas. Mis recuerdos de la infancia son de fermentación de uva. No me crié en la casa de una abuela con los aromas de una casa normal, sino un viñedo. Lo mío fue crecer entre fermentación, vides. Y ahí es donde me surgió un descriptor aromático, desde los blancos que son las frutas tropicales, las cítricas, hasta los tintos que son las frutas rojas. Una hermosa mescolanza de olores", expresó entre risas. 

El debate en torno al vino: ¿Quién sabe tomarlo?

Lejos de tener preferencias, cada uva se puede apreciar de diferentes maneras y todas iguales por sí mismas. Acompañadas de, por ejemplo, unos quesos, y no importa el horario, siempre hacen gozar al paladar. No obstante, advirtió que "el argentino está complicado con el vino".

Siempre supo tomarlo, pero se le complicó hace unos años atrás cuando empezó a circular, por el imaginario colectivo o quizás en las redes sociales, que si no sabe apreciar el vino, no sabe tomarlo. Entonces se le cambió una estructura de beberlo a cualquier hora, con agua, con soda o con jugo.

Frente a este debate, Carlos explicó: "¿Qué es saber tomar vino? Si yo digo que lo tomo al mediodía, que lo mezclo con agua, me pueden catalogar que no sé tomar vino. Sin embargo, en rigor, lo sé beber en todas las dimensiones posibles. Eso es saber tomar vino". 

Saber beber vino en todas las dimensiones posibles es la clave, según Carlos Bórbore.

Y acá no sólo se pone en tela de juicio la cultura argentina, el saber apreciar elegantemente el vino, sino que también corre riesgo el mercado local. "Con la subida terrible de precios que tuvieron las bodegas argentinas, están abriéndole el camino a los vinos importados; ofrecen algunos muy buenos, a precios accesibles", añadió.

Recordó que en la década del 80', cuando no estaba este debate sobre quién sabe y quién no sabe beber, era un fracaso importar vinos. El país cuenta con bodegas muy exitosas y siempre ha resaltado mundialmente por sus viñedos y sus tragos. Hoy, bajo este desafío por "aprender y querer apreciar" un vino, sumado a la fuerte subida de precios, podría llegar a poner en peligro a los comercios nacionales.

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