Vendimia

Ganadores y perdedores de una industria que cruje y pide auxilio

Se pierden casi 10 bodegas por año y el 30% de las fincas desapareció. Los productores primarios son los más afectados en la industria del vino. Un problema mundial que se agudiza en Mendoza.

Pablo Icardi
Pablo Icardi sábado, 2 de marzo de 2024 · 07:37 hs
Ganadores y perdedores de una industria que cruje y pide auxilio
Foto: Archivo

Elegir, descorchar y beber un vino es un ritual que tiene mucho más que glamour, deseo y consumo. Detrás hay una cadena de valor enorme; desde que se piensa en plantar un sarmiento, hasta que se industrializa la uva. Manos que cosechan, empresarios que invierten, enólogos que realizan la alquimia; comercios que venden. Ese sistema productivo cruje en Argentina y en Mendoza, la capital del vino, en particular por el contexto económico nacional y global y también por problemas puertas adentro. Bodegas cerradas, viñas erradicadas y la consecuencia más dramática: productores que abandonan el primer eslabón de la industria madre de Mendoza que es, además, una marca. Por eso la Vendimia 2024 es particular.

Desde la década de los '90 se perdió el 30% de las fincas en Mendoza. En sólo un año, se eliminaron 1.986 hectáreas de vid y hay 150 viñedos menos. En una década dejan de producir más de 100 bodegas en la provincia. Edificios abandonados, fincas que se convirtieron en barrios, lotes baldíos o que tienen las parras secas por el abandono. De 24 mil viñedos a principios de los '90, quedaban algo más de 14 mil en 2023. "Respecto al año 2010, principalmente han disminuido los viñedos de menos de 10 ha y especialmente los comprendidos entre 1 y 5 ha. El 55% de los viñedos existentes en Mendoza son menores a 5 ha y concentran el 13,8% de la superficie cultivada de vid", indican desde el INV. "En Mendoza hay 1.427 viñedos menos que en el año 2010, de los cuales 1.102 eran menores a 5 ha. Hay 1.986 hectáreas menos y 150 viñedos menos respecto al año anterior. La tendencia indica que las propiedades son cada vez más grandes", agregan.

Una finca abandonada en Luján.

En esa cadena de valor, las consecuencias se distribuyen de manera dispar. Las unidades productivas más chicas lo sufren más y se potencia la concentración. Y los productores primarios son los más frágiles. "El contexto es durísimo para la industria por la baja del consumo en el mundo y en Argentina, los problemas para exportar y la macroeconomía. Los productores primarios son los que más lo sufren", explica Daniel Rueda, director del Observatorio Vitivinícola de la COVIAR, el área que maneja de manera objetiva los datos de la industria. 

El presente es complejo. El vino tiene la exportación como horizonte, pero el contexto de retracción general, de menor consumo y de un crecimiento de China como productor afectan fuertemente. Hacia adentro, el consumo interno se reduce. Por un tema de escala y de volumen de divisas, a nivel nacional la vitivinicultura tiene poco pode de lobby nacional. Sin embargo, los datos puertas adentro de la industria son relevantes. Una hectárea de uva genera 5,6 veces más dólares que una de soja y 100 hectáreas cultivadas les dan empleo a 72 personas frente a sólo 2 que trabajan con la oleaginosa. Es el complejo agroalimentario exportador que más valor agregado y el que más empleo genera. "Dentro de las cadenas agroalimentarias que más exportan en la Argentina, el complejo uva es el que más destaca y el que ofrece el efecto multiplicador más significativo. Ningún sector agro exportador como la vitivinicultura genera más dólares por hectáreas cultivadas ni empleos a nivel país, destacándose aún más su impacto en las economías regionales", indican desde el Observatorio.

Los grupos empresarios que lideran las exportaciones y muchos marcan también dentro de la industria como "marcadores" de precios y condiciones son Grupo Peñaflor, Grupo Catena, Grupo Familia Zuccardi, Trivento,  Grupo Salentein, Norton, Fecovita, Puerto Ancona, Grupo Pérez, Viña Santa Rita y Luigi Bosca,  Establecimiento Vitivinícola Escorihuela y La Rural.

La urbanización avanza sobre zonas productivas.

El impacto de la crisis es generalizado. Pero hay sectores más vulnerables. "En un contexto macroeconómico como el actual pierden todos. Pero hay algunos que lo sufren más y claramente son los productores primarios. San Juan lo sufre, la Zona Este de Mendoza también. Y aunque en el Valle de Uco los números dicen que hay más hectáreas, muchas fincas y bodegas chicas se abandonan porque lo que crece son las grandes bodegas integradas. Hay concentración porque 10 bodegas concentran el 80%. Hay que entender que no es como dicen muchos políticos que somos solo el 4% del PBG; somos parte de una industria que genera valor y más del 20% de la riqueza de Mendoza"; aseguró Sebastián Lafalla, productor y representante empresarial del Valle de Uco. "Producimos caro, con todo dolarizado y nos pagan en pesos, en cuotas y a un precio impuesto. En los países centrales hay regulaciones que aquí se obvian. El precio es uno", aseguró.

En crisis

La participación de productores chicos se reduce y el modelo tradicional de distribución se deshace por uno más concentrado. La unidad productiva promedio era de 5 hectáreas. Ahora es de 9. "El 59,5% de los viñedos del país son menores a 5 ha y concentran el 14,3% de la superficie cultivada de vid. En el otro extremo, se observa que el 7,2% de los viñedos y el 44,3% de la superficie cultivada corresponden a superficies de más de 25ha. Respecto al año 2010, principalmente han disminuido los viñedos de menos de 10 ha y especialmente los comprendidos entre 1 y 5 ha", indica la información oficial del Instituto Nacional de Vitivinicultura.  

La crisis no es equilibradas. En San Martín cerraron más de 50 bodegas, por ejemplo. El área vive la tormenta perfecta, porque también es la más impactada por sus propias prácticas: el agua escasea y las napas tienen un deterioro enormes por la propia agricultura. El Valle de Uco es la contracara. Esa zona tiene el impacto de las nuevas bodegas y viñedos, en muchos casos integradas y con inversión extranjera. También con formatos de producción y disponibilidad de recursos distintas: agua subterránea, tecnificación, vinos de alta gama y, muchos de ellos, con recepción para turistas VIP. A nivel de volumen, sin embargo, el Este sigue siendo lo más importante y, por lo tanto, lo de mayor riesgo por la cantidad de empleos y producción en juego. 

Desigualdad y concentración

La concentración es otro de los problemas que relevan desde adentro de la industria. Aunque con impactos distintos. "Dependiendo de la parte de la cadena que se mire, el nivel de concentración que hay. Después, hay quienes consideran que no es necesariamente malo y otros que sí"; asegura Rueda. En ese sentido, en la producción primaria y en la elaboración aún hay niveles "moderados" de concentración, mientras que la realidad es distinta en el fraccionamiento, comercialización y exportación. "Hay quienes creen que por el impulso de las bodegas y empresas grandes se logran abrir mercados, que esa inercia impulsa a todo el sector. Son visiones. Chile, por ejemplo, está más concentrado. Hay problemas estructurales que afectan a todos. El productor primario es el que está en más problemas. Por ejemplo, hace 10 años una unidad económicamente rentable era de unas 5 hectáreas. Ahora ronda las 20", explica Rueda.

Hay quienes analizan que el problema es más profundo "La estadística dice que 8 bodegas cierran por año. Y también dice que con una cucharadita de vino (7,5 mililitros cúbicos) se le paga al obrero que fabricó el vino de toda la botella (750 mililitros cúbicos). La vitivinicultura es un ecosistema, siempre regulado desde el Estado. Así nació, y así se desarrolla por estos días", grafica el sociólogo Nicolás Guillén, que tiene varios trabajos académicos sobre esa industria. "Esta temporada se han triplicado los costos operativos para la producción, mientras el kilo de uva se paga apenas un poco más que hace un año. Donde algunos ven desregulación económica yo veo una “gran regulación a la baja” de derechos adquiridos, y esa baja no viene a cambiar ninguna tendencia anterior, sino que profundiza los males heredados", agrega.

"Sólo ocho compañías controlan el 70% de las ventas en el mercado exportador y de ese porcentaje la mitad es controlada por apenas dos. Entre tanto, cuatro agentes controlan el 70% de las ventas del mercado interno y tres agentes líderes llegan a acaparar más del 90% de la demanda de vinos comunes", explica Guillén. 

Archivado en