MDZ en Santa Fe

Rosario, el día después: entre las balas, el pánico al narcotráfico y la esperanza

Despacio y con mucho temor, la ciudad atacada por las bandas narcocriminales busca recuperarse del impacto de las muertes inocentes. Paulatinamente se recuperan las actividades.

José Graells
José Graells martes, 12 de marzo de 2024 · 17:27 hs
Rosario, el día después: entre las balas, el pánico al narcotráfico y la esperanza
Foto: Foto: gentileza Juan José García

Rosario continúa consternada por la crudeza con la que en pocas ahora se reavivó la violencia narco y provocó la muerte de cuatro inocentes. Mientras los familiares y amigos los despiden, la sociedad quebrada por el dolor busca recuperarse y seguir adelante. Algunas actividades comienzan a normalizarse y en otras los trabajadores piden garantías. 

Rosario duele y de a ratos se hace irrespirable. La ciudad acumula sensaciones, miradas de desasosiego y preocupación. Las noticias que se repiten minuto a minuto y alternan entre las reales y las falsas que buscan imponer más terror. Son las amenazas que no paran, los abrazos interminables, las lagrimas de las familias, las conversaciones que vuelven sobre lo mismo. Los silencios. 

Marcos Daloia, el colectivero de la Línea K asesinado días atrás, fue despedido por sus familiares en horas del mediodía en un clima de inmenso dolor. Cientos de choferes estuvieron a su lado hasta el último instante y lo despidieron con un aplauso cerrado cuando el coche partió de la sala de velatorios. La realidad es que fue Marcos, la sensación es que la próxima puede ser uno de ellos. 

El miedo se apoderó de las calles de Rosario.

Luego de cuatro días, el colectivo volvió a funcionar en Rosario. Desde el jueves a la noche cuando se conoció la noticia del ataque sostuvieron un paro de actividades en solidaridad con su compañero y en reclamo de seguridad. Lo segundo, hoy no lo puede garantizar nadie. Y lo saben, todos lo saben. Tal como se habían comprometido los choferes los micros volvieron a a circular pasado el mediodía, luego de despedir los restos de Daloia.     

A partir del miércoles las escuelas volverán a abrir sus puertas y dictarán clases. Por miedo y ante la imposibilidad de movilizarse por falta de colectivos, las instituciones cerraron sus puertas. "La militarización de los barrios no es la solución. Son recetas que ya han fracasado. Los gobiernos son responsables", indicaron en su comunicado. Meses atrás también fueron blancos de ataques, balaceras e intimidaciones. Muchas veces, en el ingreso o egreso, los estudiantes y docentes son abordados por delincuentes. Así se estudia, así dan clases las maestras. 

Los médicos y enfermeros también volverán a los Centros de Salud municipales a partir de mañana para intentar normalizar la situación. Durante estos días solo atendieron las urgencias por temor a nuevos ataques.

Bares adaptan horarios de atención. 

Rosario está cambiando hacia algo que todavía no conoce, donde no hay certezas acerca de que si la percepción del miedo constante continuará o la tan anunciada llegada de agentes federales vendrá acompañada de algo de tranquilidad. Las experiencias, desde el 2014 hasta la fecha, incluso con gobierno de distintos signos políticos, indican que solo fue un respiro, un placebo.  

A diferencia de los tiempos de la pandemia, donde el aislamiento era obligatorio, en la actualidad en Rosario el resguardo y el instinto de preservación es innato. La información que circuló acerca de que el Gobierno dictó el toque de queda fue falsa, no fue necesario porque cada uno eligió cuidarse. Las salidas se resumen a las necesarias durante el día mientras que a la noche solo se concretan las indispensables. 

Los bares del centro y Pellegrini cambiaron los horarios de atención, algunos cierran antes y otros lo hacen sin atención al público. Los repartidores de comidas rápidas hacen lo propio y el servicio solo se sostiene hasta las 23. Los playeros, taxistas y recolectores se plantean interrogantes de seguir adelante. A todos les resuena una misma pregunta: "¿Y si me toca a mi?" 

 

Archivado en