¿Por qué se dice que José de San Martín es el padre del ZnWO4?
Con el tiempo, Belgrano, Güemes, Facundo Quiroga, Bernardino Rivadavia, Urquiza y Faustino Sarmiento, serán también algunos otros de los próceres argentinos que potenciaron la actividad minera.
Existen personas y hechos que nunca dejarán de sorprendernos. ¿Alguien sabe qué significa ZnWO4? Reconozco que hasta hace un tiempo no lo sabía. No es una banda de rock. No es un aceite lubricante para el motor del vehículo. No es el nombre de una promoción de chicos de quinto año del secundario.
Es la fórmula química (ZnWO4) de la “sanmartinita”, un tungstato (wolframato) de zinc que fue descubierto en Argentina a mediados del siglo XX por el científico norteamericano Samuel Gordon y por el italiano Victorio Angelelli (1908 – 1991), quién a los dos años de edad llegó con sus padres al país y terminó siendo el fundador de la Asociación Geológica Argentina. Lo cierto es que el tungstato de zinc es un polvo blanco, estable a temperatura y presión ambiente, aplicable ampliamente en rubros como la óptica, fonética y magnetismo y también frecuentemente usado para la eliminación de iones de cobre en estudios hídricos. Pero, ¿por qué “sanmartinita”?
La plata y la cordillera
Los primeros trabajos mineros en la Argentina fueron realizados por indígenas, particularmente tras la llegada de los Incas a estas tierras que bordean Los Andes. Fueron estos, avezados mineros, que buscando oro y plata explotaron algunas vetas y aluviones auríferos. Pero será en la época colonial cuando la búsqueda de plata tomó impulso. La plata representaba para el español un elevado valor de cambio, de hecho, era el patrón monetario de aquel entonces. Indiscutidamente la búsqueda de este metal precioso fue uno de los principales móviles de la conquista española hacia América, y puntualmente en nuestro país: “argentum” (plata en latín), el irresistible paraíso de la plata.
Mientras que en Mendoza la única explotación minera con antecedentes coloniales fue la de Paramillos de Uspallata, yacimiento de plata, plomo y zinc, ubicado a 84 km. de la Ciudad de Mendoza. La mina San Lorenzo de Uspallata, hoy Paramillos de Uspallata, fue descubierta en 1683 y, aunque pudo haber sido anteriormente explotada por los huarpes, sigue siendo considerada una de las minas más antiguas del país. Fue así, que durante los siglos XVII y XVIII, fueron los Jesuitas quienes se encargaron de su primera explotación sistemática, llegando a movilizar hasta 4.500 huarpes para su explotación y constituyendo una verdadera nueva ciudad en las faldas de la montaña (hoy la Villa de Uspallata).
Los antecedentes criollos
La progresista Asamblea General Constituyente de 1813 contó con el impulsó para la minería de Juan Larrea, Hipólito Vieytes y Vicente López y Planes, quienes elaboraron un postulado (7 de mayo de 1813) estimulando la actividad e invitando a invertir a los extranjeros en capital y tecnología para la explotación y desarrollo de las minas descubiertas en nuestra cordillera, concretando el primero de los antecedentes de una Ley de Fomento Minero. Fue así que en razón de aquella determinación se conmemora el 7 de mayo como “Día de la Minería Argentina”.
Con el tiempo, Manuel Belgrano, Martín Miguel de Güemes, Facundo Quiroga, Bernardino Rivadavia, Justo José de Urquiza y Domingo Faustino Sarmiento, serán también algunos otros de los próceres argentinos que en sus épocas potenciaron la actividad minera.
San Martín, el precursor de la minería de Mendoza
Sin temor a equivocarnos podemos volver a sostener que Mendoza “fue otra” tras el paso de San Martín por la provincia. Pero existe una faceta poco conocida de San Martín: su visión estratégica en función del desarrollo de la minería en Mendoza y la futura proyección económica que podría tener la actividad para el desarrollo de la provincia al dejar instalada una industria y una enorme capacidad productiva que posicionaría a la provincia en el contexto nacional e internacional. Solo por poner dos ejemplos inmediatos al paso de San Martín por Mendoza:
1) La primera moneda argentina fue dispuesta por la Asamblea del año 1813. Era acuñada en Potosí (perteneciente a las Provincias Unidas del Río de la Plata, recientemente recuperada después de los triunfos de Belgrano en Salta y Tucumán). Fueron monedas de oro y plata con el sello de la Asamblea y las inscripciones: “Provincias Unidas del Río de la Plata” y “En Unión y Libertad – 1813”. La unidad monetaria era el “peso plata” llamado popularmente “duro” o patacón”. Pero al tiempo, Potosí volvió a caer en manos españolas. Fue entonces cuando en Mendoza se acuñó una moneda de cobre y “vellón” para todo el país de entonces.
2) El mismo hecho se repitió en 1822 a partir de la concesión del gobierno nacional a particulares para acuñar monedas. Dicha empresa no prosperó, entonces el gobernador mendocino de ese tiempo, Pedro Molina, decidió crear una moneda propia acuñada en la provincia. Lo complemento con una digresión, anécdota donde nada tuvo que ver la industria minera ya instalada. Es trágica; el intento fracasó rotundamente al poco tiempo, pues generó la primera gran inflación mendocina, ya que no había forma de recibir tales monedas por parte de los comerciantes, pues perdieron su valor de cambio antes las monedas nacionales (“patacones” o “duros”), los “cóndores” chilenos, los “árboles” bolivianos, el “dólar” y la onza de oro internacional, que también circulaban por Mendoza.
La industria minera: el desconocido aliado libertador
Pero a su vez la industria minera actuó desde el tiempo sanmartiniano como una incubadora de trabajo y emprendedores, y mucho más, cuando a la minería se la vinculó e integró con la dimensión hidráulica, vial, química, farmacológica, medicinal, astronómica, meteorológica, veterinaria o gastronómica, áreas que resultaron estratégicas e imprescindibles para movilizar un pueblo hacia la emancipación americana.
Una consideración que parecerá de Perogrullo fue que San Martín no necesitaba los metales como un bien suntuario; los necesitaba para ganar la guerra. Para fabricar municiones, arneses, mochilas, tiendas de campaña, camillas, catres y cuanto pertrecho de guerra fuera necesario. Armas, morteros, puentes móviles. Pero también herraduras para 1.600 caballos, estribos, 10.000 arandelas para sostener los cabezales de las riendas, 4.100 puntas para fusiles de bayonetas, 1.129 sables, 1.400 espadas, 3.000 pares de espuelas, 4.000 cuchillos de mano que puedan llevar en la faja de la cintura, 500 lanzas largas para la caballería, 10.000 botones de metal para las chaquetas de los soldados, 200 ollas, 400 parrillas, 600 teteras grandes para calentar agua, 8.000 tapitas redondas para los 8.000 cuernos de vaca que improvisaron como cantimploras, 3.000 sunchos para las bordalesas" donde llevaban el agua y el vino. Solo por poner ejemplos sencillos de la trascendente importancia que tuvo la minería en la gesta de Los Andes.
Por ende, esa industria minera permitió alimentar las fraguas de los talleres del ilustre Fray Beltrán a través de lo obtenido en las minas cuyanas (plomo, azufre, plata, mercurio, imprescindible en la purificación de los metales), mientras el ingeniero José Antonio Álvarez de Condarco, aprovechó la abundancia de salitre de los desiertos mendocinos, generando un laboratorio que permitió obtener una calidad de pólvora superior a la habitual. Mucho mejor que la pólvora con la que contaban los ejércitos realistas.
Cuando San Martín llegó a Cuyo, esta industria minera se encontraba en un período de decadencia por falta de mano de obra especializada y de organismos adecuados que respaldaran, planificaran sus explotaciones y aportaran capitales. A partir de 1814 se planeó una política de reactivación de la misma, y en principio, el propio San Martín dispuso el cateo y laboreo de algunas minas de cobre y plomo, metales que hasta entonces no se habían explotado. Simultáneamente se impulsó la explotación de las minas de Uspallata (citada anteriormente), que obtuvieron cantidades importantes de plata, la explotación de oro en Gualilán y en los yacimientos de Pismanta y Huayaguás, de cuyas minas se extrajeron 27 quintales de plomo y gran cantidad de azufre (solo en 1815), imprescindibles para el triunfo posterior.
San Martín y “la sanmartinita”
Volvamos al principio. Entonces, ¿por qué el nombre de “sanmarinita” a ese tungstato (wolframato) de zinc? La ciencia mineralógica mundial en 1948, a través de la Academia Nacional de Ciencias de Filadelfia (EE.UU.), honró a este nuevo mineral descubierto por Gordon y Angelelli con el apellido del Libertador de América en reconocimiento a la acción precursora del “gran General” en pos del desarrollo de la minería en Argentina, faceta muy poco conocida de San Martín que nos pareció importante reconocer a partir de su acción fundadora.
Para terminar un documento que demuestra su compromiso en favor de la minería y el justo reconocimiento dispensado a San Martín por aquellos científicos. Es el fragmento de una carta que envió al Gobernador de San Juan, José Ignacio de la Rosa (cuando esa provincia, como San Luis, estaban bajo órbita de Mendoza), con fecha 23 de febrero de 1816: "Uno de los principales objetivos de este gobierno es fomentar el rico ramo de la minería. Ha sido noticia que en el Valle de Pismanta se ha descubierto un nuevo mineral de cobre y plata al que han marchado Dn. Patricio Zeballos y Dn. Juan de Dios Ocaranza con el fin de entablar faenas. No llenaría su propósito si denegase su protección a estos sujetos, y aún es que le encargo a Ud., muy particularmente, les franquee todos los auxilios que precisen (San Martín pide voluntad política a De la Rosa) con excepción de numerario (no le pide dinero; le pide apoyo), y que informándose de los progresos que consigan, me dé parte con oportunidad". Ese era San Martín. De puño y letra. Cuando la minería fue el aliado de la independencia.