Las problemáticas hasta ahora “ocultas” que deberán enfrentar las escuelas

La vuelta a las clasescon el reencuentro entre docentes, estudiantes, directivos y las familias pone siempre al descubierto, no solamente la situación de las escuelasen relación a la infraestructura sino también cómo está, socialmente hablando, cada comunidad educativa. En un contexto de crisis económica, con una pobreza alarmante, los desafíos que se avecinan en Mendoza no son pocos. Menos en un marco de creciente precariedad en el sistema educativo. Aulas repletas, niños, niñas y adolescentes con hambre, conjugan un panorama complejo.
Te Podría Interesar
La Dirección General de Escuelas (DGE) enfrenta un ajuste cada vez más acentuado, con un presupuesto total de $421.415.702.380,11 para el 2024 que representa un recorte aproximado del 42,4% en relación a lo presupuestado en el ciclo anterior, teniendo en cuenta la inflación interanual de diciembre que fue del 211,4% según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec).
En un contexto de crisis social y económica que afecta a todo el país, con la tasa de pobreza más alta desde el 2002 -el 57,4%, de acuerdo a las cifras de la Universidad Católica Argentina- las instituciones educativas se encuentran en una encrucijada porque deberán atender la conjunción de varios problemas a la vez: el hacinamiento, el hambre y la escasez de comida en las escuelas que implicarán graves dificultades para los procesos de aprendizaje que involucran a estudiantes y docentes.
Si bien desde la DGE aseguran que producto de la crisis económica no hubo migración del sistema privado al público, desde el sector docente no opinan lo mismo. Lo cierto, es que no hay números que certifiquen ninguna posición y la realidad es que, tal como afirman desde la DGE, “la matrícula se consolida una vez comenzadas las clases, es decir transcurridos unos días”.
Los números permitidos por curso varían según el nivel educativo. No es lo mismo, la enseñanza en la niñez que en la adolescencia, donde la autonomía es otra y el desarrollo cognitivo y del sentido de la responsabilidad es mayor. Sin embargo, el cuestionamiento por la dificultad de la enseñanza en espacios reducidos y con un grupo grande de estudiantes por docente, no es nuevo. Se trata de una discusión que data del siglo pasado, cuando comenzaron los debates sobre pedagogía, contra el modelo de la escuela tradicional.
En la actualidad, en Mendoza, para la sala de 4 años de Nivel Inicial, el máximo es de 25 niños y niñas por sala. En sala de 5, el máximo se extiende hasta 30. En el Nivel Primario, se permite hasta un máximo de 32 niños por división, mientras que en el Nivel Secundario el límite es de 38 estudiantes por curso. “Lo normal es menos de 35 y se intenta no superar esos 35 pero en algunos casos de escuelas muy demandadas o que representan una oferta muy específica puede llegar como excepción a 38”, justifican desde la DGE la llamativa cifra.
En relación a esta situación, el Secretario Gremial del SUTE, Gustavo Correa dijo a MDZ que “las zonas más urbanas tienen una población que supera los 30-35 estudiantes por grado. En la primaria y un poco más en las escuelas secundarias. Claramente es una de las variables que nosotros cuestionamos con el gobierno. Es que cuando le gusta hablar de calidad educativa, no vincula el hacinamiento de pibes y pibas que tenemos dentro de los grados para que podamos desarrollar la tarea de este proceso de asociación de aprendizaje. Es muy difícil tener 30 pibes en una sala de 4, de 4 añitos, de 5 añitos en primer grado, para que ese proceso pueda llevarse adelante en condiciones más agradables y más amenas”.
El hambre que las escuelas no podrán saciar
“Con hambre, no se puede pensar”, dice juiciosamente una canción de la banda uruguaya No te va a gustar. En un país con una pobreza del 57,4% y una provincia en la que la inflación interanual de enero superó a la nacional, con el 259,7% de acuerdo a lo publicado por la Dirección de Estadísticas e Investigaciones Económicas, el hambre es una problemática que impactará duramente en la educación. Si no se puede pensar, menos se puede estudiar o aprender.
En relación a esto, Correa planteó que “las más de 200 escuelas que tienen jornada completa que le dan la comida a los chicos, están en peligro”. A ese panorama incierto, el Secretario Gremial del SUTE le sumó que “los comedores barriales tampoco tienen fondos suficientes. No queremos imaginarnos cómo hacer cuando tengamos el 100% de la matrícula en los establecimientos educativos. El gobierno delega la responsabilidad en las directoras y directores para que administren un recurso que no alcanza”.
Desde la DGE sostienen que las meriendas diarias para los tres niveles son 236.790, mientras que los almuerzos alcanzan los 63.000. A la mayoría de las escuelas, “se les da la mercadería para preparar alimentos porque tienen cocineros y cocineras para preparar, pero también hay entrega de viandas. Educación Inicial tiene 5 días de lácteos, Primaria 4 días y Secundaria 2 días. La merienda consta de leche o una infusión y un panificado que va cambiando”, afirman. La realidad es que muchos niños, niñas y adolescentes no reciben la merienda o el almuerzo. Nadie puede asegurar que esos chicos y chicas coman, efectivamente, cuando llegan a sus casas.