Cómo funciona la relación de cuerpo y emociones en un adulto enfermo
La unión de cuerpo y alma, se manifiesta en los sentimientos. Una persona enferma experimenta la finitud, de allí la necesidad de compañía.
Cuenta la historia de la filosofía que un filósofo de la antigua Grecia, llamado Epicuro, sufría de grandes dolores físicos, por unos cálculos renales, dolores que cada tanto le dejaban un respiro, ya que momentáneamente, desaparecían. Este filósofo, comenzó a pensar un tema que es fundamental en la persona y da sentido a su vida, dando lugar a momentos de felicidad. En él, la felicidad
estaba en el no-dolor. Era feliz, cuando no sentía dolor. Ese momento era, un momento de placer.
¿Por qué hago referencia a este personaje?
Una de mis actividades está relacionada con el cuidado de enfermos, particularmente adultos mayores. En ellos veo, muchas veces el dolor, el sufrimiento en su rostro, por el dolor que experimentan a nivel corporal, dolor que muchas veces debilita su estado de ánimo y terminan flaqueando, cuya manifestación es un grito, una lágrima, un no puedo más. Como sabemos, el cuerpo, está fuertemente relacionado con las emociones, las que en estos casos se manifiestan de una manera impactante.
El enfermo que sufre dolores físicos, ansía el momento de no-dolor, y cuando éste llega, es el momento de placer, que trae descanso y con ello, momento de alegría y paz. También en ese estado de dolor, muchas veces la persona enferma piensa
sobre el sentido de su vida, como seguir con esta fuerte limitación, luego de años de salud y dinamismo. Este estado de salud debilitada a nivel corporal afecta lo más profundo de la persona, incluso se llega a tomar decisiones que están orientadas a dejar de vivir, es así que no se alimenta, no bebe líquidos.
El límite y la fragilidad humana se hacen consciente, y con ello se comienza a manifestar un cierto nivel de espiritualidad, en el cual la persona apela a un interrogante fundamental, ¿dónde está Dios?. ¿Porqué este sufrimiento? No quiero sufrir más. Es un grito desesperado en busca de su dignidad, como persona.
El cuidador, o enfermero, se siente en una situación en la cual está obligado moralmente a fortalecer ese ánimo debilitado, y rescatar las capacidades que todavía quedan funcionando con alguna claridad, tal el caso del pensamiento, o los sentimientos por los afectos, tanto familiares, como amigos. Todo ello alimenta y fortalece su estado de ánimo, otorgándole una mirada distinta de la vida.
En estas situaciones, la compañía del profesional de la salud, es fundamental
El enfermo puede constatar que otro, está con él, en ese momento difícil. Digo esto porque la soledad y el abandono, suelen asaltar al enfermo en estos momento tan oscuros para él. El hecho de no poder ser comprendido, de no ser escuchado en su dolor, es una situación que ahoga y nubla la mente. La compañía, la escucha y la empatía del cuidador, suaviza el sufrimiento del enfermo y atenúa el dolor del alma.
En esta situación, como adelanté, lo espiritual se manifiesta, lo hace de una manera casi desesperada, buscando la paz, expresada en el no-dolor. Algo que la medicina desde su aporte puede ayudar, pero la naturaleza humana necesita una restauración natural, otro, que esté cerca y comprenda y acompañe y haga empatía. Porque la persona es alguien que naturalmente es apertura al otro y necesita reciprocidad. De allí el rol fundamental de un vínculo positivo. Vínculo que un cuidador o enfermero puede cumplir.
Creemos que la compañía a una persona debilitada en salud, física y anímica, suaviza de una manera positiva, aportando una energía invisible a los ojos, pero visible y sentiente al alma que permite al enfermo transitar los momentos con una mejor entereza.
Lic. José Miguel Toro
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