MDZ en alta montaña

Por qué los puesteros y guías son fundamentales para llegar al avión uruguayo

Llevan una vida en la Cordillera de los Andes. El trabajo que hacen y por qué no se aconseja hacer la travesía sin la compañía de los expertos.

Mauro Sturman
Mauro Sturman martes, 13 de febrero de 2024 · 14:30 hs
Por qué los puesteros y guías son fundamentales para llegar al avión uruguayo
Asegurar el cruce de los visitantes, una de las tantas tareas que realizan los puesteros Foto: Walter Moreno/Mdz

El viernes 13 de octubre de 1972, un avión de la Fuerza Aérea uruguaya se estrelló en plena Cordillera de los Andes con 45 personas a bordo. Setenta y dos días después, 16 sobrevivientes fueron rescatados, mientras que 29 pasajeros perdieron la vida en el lugar. La prensa mundial, incrédula ante una de las historias de supervivencia más importantes en la historia de la humanidad, le puso nombre a la proeza: el "Milagro de los Andes". Pasaron los años y la zona donde impactó el Fairchild FH-227D se convirtió en un verdadero santuario que recibe miles de personas cada temporada. Esa aventura, impactante y conmovedora en idénticas proporciones, puede realizarse de forma segura gracias al trabajo de los guías y puesteros que trabajan en el lugar.

"Para mí la montaña es mi oficina". La frase pertenece a Lucas Araya y expresa el sentimiento del joven puestero que acompañó al equipo de MDZ hasta el avión de los uruguayos.  De sus 30 años, 23 los pasó entre valles, ríos, cerros, acantilados y eternos senderos. Dueño de una mirada sincera y una sonrisa que no escatima en compartir, sostiene que para él y las personas que lo acompañan en cada travesía, la seguridad de los visitantes es prioridad.

Lucas Araya, con la cordillera de fondo.
Foto: Walter Moreno/MDZ

El trabajo de los puesteros es fundamental para que los fanáticos de la historia que conmovió al mundo, amantes del trekking y la montaña, jóvenes emocionados con el film La sociedad de la nieve y almas rotas buscando sanar, concreten la aventura. Se levantan con el alba mientras el resto del grupo duerme; alistan los caballos, apoyan a los guías en los cruces de los ríos, llevan las cargas a los campamentos y hasta improvisan alguna carne a la parrilla en parajes inhóspitos. Conocen, admiran y respetan la cordillera, como ninguna otra persona puede hacerlo.

"Recién cuando bajamos y cruzamos el Atuel para volver al puesto estamos tranquilos, cuando la gente vuelve a la ciudad. Eso es lo que más queremos, que la gente se vaya conforme y todo salga bien", señala Lucas, en referencia a lo que para él y su familia significa el trabajo que realizan cada temporada. 

Y agrega: "Me encanta trabajar en la montaña pero a veces es muy duro. Me gustaría no hacer tantos viajes. Prefiero cuidar a mis animales, que es de lo que vivimos".

El joven puestero haciendo un asado.
Foto: Walter Moreno/MDZ

Los cientos de visitantes que Lucas y su familia asisten cada temporada es tomado como una bendición. Sin embargo, la labor también produce experiencias amargas. En 2023, mientras el joven descendía por el Valle de las lágrimas, escuchó gritos de auxilio. Dos jóvenes que decidieron llegar hasta el avión de los uruguayos por cuenta propia, fueron sorprendidas por la corriente de uno de los ríos que descienden por la montaña. Una de ellas perdió la vida y el puestero ayudó a recuperar el cuerpo. "No nos gusta hablar mucho de eso, pero fue lo más difícil que me pasó", cuenta, reflejando la importancia que requiere emprender una aventura de ese tipo con gente que conoce la cordillera y sus peligros.

Lucas tiene un hijo de cuatro años y un hijastro de dieciséis, que lo acompaña durante algunas travesías. Sostiene que el pequeño cabalga, pero que lo importante es que comience la escuela. Facundo, el más grande, también concurre a un establecimiento educativo en El Sosneado. Los caballos y los perros representan sus otras grandes compañías. "Mi amigo fiel es el perro, pero el caballo es un amigo más. Si no lo tuviéramos no podríamos trabajar. Es lo mismo que ustedes con el vehículo".
 

 

Guía, profesor de biología y protagonista de un encuentro con sobreviviente.

Hugo Chapa Asensio es guía de montaña y profesor de biología. Habla con pasión sobre la naturaleza y se preocupa porque las personas que concurren con él a la cordillera, amplíen sus conocimientos. Su labor es indispensable para que la travesía hasta el avión de los uruguayos sea una experiencia inolvidable. Y la cumple con creces.

En diálogo con MDZ, admite que lo que primero evalúa son "las cuestiones técnicas que tienen que ver con gestionar el riesgo. Por ejemplo, ahora el río está menos caudaloso para vadearlo a caballo, pero el terreno aún se está moviendo mucho por lo que hay que tener cuidado, en ese tipo de cosas nos centramos". 

Su amor por la biología comenzó de niño. Los cambios estacionales lo hacían "pensar mucho" y el impacto de las cuatro estaciones en la vegetación le llamaba profundamente la atención. La vida lo fue llevando por diversos trabajos; vendió limones que compraba en la feria, pasó por una sala velatoria y se desempeñó en una florería, entre otras labores. Hoy alterna sus días entre el área de Ambiente, dependiente de la Dirección de Recursos Naturales de Mendoza y su trabajo como guía de montaña. 

El guía Hugo Asensio observa parte del fuselaje.
Foto: Walter Moreno/MDZ

"A medida que tenés información empezás a desarrollar interés sobre aspectos vinculados a la montaña. Ahora que fuimos a un lugar que es un ícono en la historia de la humanidad, donde 16 personas estuvieron 72 días en un glaciar, si yo no tengo información para contar acerca de los glaciares, me estaría traicionando desde lo profesional", explica, reflejando su nivel de compromiso con cada persona que visita el Valle de las Lágrimas.

Uno de los momentos más emotivos que transitó Asensio en la Cordillera está relacionado con la Sociedad de la Nieve. "Un día venía subiendo con un grupo de trekking y había muchos caballos. Acá la senda se comparte y cuando eso sucede si venís caminando puede ser una tortura. Estábamos por empezar a subir los zigzag que es una de las partes más difíciles de la caminata apareció un caballo. El hombre que cabalgaba nos preguntó de donde éramos. Le conté que había gente de Mendoza, Córdoba y Buenos Aíres, pero que me llamaba la atención la cantidad de uruguayos. Me contestó soy uruguayo y soy uno de los sobrevivientes".

Hugo Asensio a caballo
Foto: Walter Moreno/MDZ

El hombre al que se refiere el guía es Gustavo Zerbino. "Él me extendió su mano. La verdad es que me llamó la atención su humildad. "Las personas que estaba guiando se quedaron  heladas, cuando reaccionaron se acercaron saludarlo. Me quedé así porque estábamos ahí por la historia de él, del avión uruguayos. Fue uno de los personajes que tuvo alguno roles importantes respecto a sobrellevar el accidente y ayudar. Sin ir más lejos, guardó los objetos de los fallecidos para dárselos a su familia".
 

Archivado en