La crisis sanitaria se lleva la vida de nuestros viejos
Más allá de la crisis económica y la licuación de las jubilaciones, las personas mayores en nuestro país estamos sufriendo otra catástrofe que tiene consecuencias que van más allá del mismo.
La crisis del sistema de salud que atraviesa nuestro país, ambos temas, crisis económica y crisis sanitaria, conforman un combo de penuria para las personas mayores mucho más que para otros sectores de la población. La crisis del sistema de salud no es nueva, hace años que viene gestándose y creciendo. Ante la cronificación de los problemas en un sector del sistema, como es el que representan las obras sociales y el PAMI, una parte de los beneficiarios hace años que fueron optando por complementar con prepagas los servicios que no se llegaban a cubrir.
Lo que se está viendo ahora es que el sistema de prepagas, que funcionaba como un auxilio, empieza a tener problemas similares a los que hace años se veían en el PAMI y las obras sociales. El sistema de las prepagas está saturado tal como lo estaba el otro sistema. A esto se suma el aumento de la cuota de las prepagas que, en combinación con la licuación de los ingresos de la ciudadanía, está dejando afuera del sistema cada vez a más personas.

Insisto, este es un problema que afecta a toda la sociedad pero que es particularmente grave para los sectores más vulnerables en términos de salud. El nivel de dependencia que tiene una persona mayor con respecto al sistema de salud es más elevado que el que tiene una persona de mediana edad.
Esto se vuelve particularmente dramático en los casos en los que hay internaciones, ya sea de pacientes crónicos o en los casos de internaciones geriátricas. Las internaciones no están siendo cubiertas ni por el PAMI ni por las obras sociales ni por las prepagas. Y la familias que pueden afrontarlas en términos económicos son cada vez menos.
Para que nos demos una idea de la situación, tenemos que pensar que una familia que realizó una internación de una persona mayor, hace un año estaba pagando alrededor de $1.600.000. Mientras que hoy esa cuota se fue a los $6.000.000 aproximadamente. Como se puede ver, ya no estamos hablando de un problema que afecta solamente las personas sin recursos. Incluso familias de buenos ingresos son incapaces de solventar los gastos de una internación.

Si agregamos a esto todos los problemas para obtener turnos, más las dilaciones o las interrupciones de tratamientos, vemos que el precio de la crisis no solamente se está pagando con recursos económicos sino con también con calidad de vida e incluso con las mismas vidas. Sobre estos temas nadie dice nada en el sistema político. El ministerio de salud permanece silente y las autoridades de todos los niveles se pelean en una confrontación de modelos de país que nunca terminan de funcionar.
Mientras tanto la crisis no solamente continúa sino que va creciendo, afectando cada vez a más personas, y cobrándose cada vez más vidas.

* Dr. Eugenio Semino, defensor de la Tercera Edad - presidente de Sociedad Iberoamericana de Gerontología y Geriatría (SIGG).

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