San Martín, Fader y los hitos de cómo era la Mendoza minera y petrolera
Las minas de Paramillos, el petróleo de Cacheuta. San Martín y los Fader. Los hitos que marcan que Mendoza fue pionera en materia energética y de aprovechamiento de los recursos.
La agenda, siempre la agenda. En la Mendoza actual un tema ocupa indiscutidamente el momento: la minería. Terminó la primera Cumbre de Minería Sostenible en Mendoza, por ende, nos parece oportuno recordar algunas notas históricas que ocuparon la vida pública y política de hace décadas (y hasta siglos) en la provincia. Una vez más en nuestras notas semanales ponemos la historia adelante para invitar a que el presente nos vuelva a mirar. He aquí cuatro antecedentes del pasado sobre el tema.
Riqueza en la cordillera: indios, curas y colonizadores
Los primeros trabajos mineros en la Argentina fueron realizados por indígenas, particularmente tras la llegada de los Incas a Mendoza. Fueron estos nativos, avezados mineros, que buscando oro y plata explotaron algunas vetas y aluviones auríferos. Pero será en la época colonial cuando la búsqueda de plata tomó impulso. La plata representaba para el español un elevado valor de cambio, de hecho, era el patrón monetario de aquel entonces. Indiscutidamente la búsqueda de este metal precioso fue uno de los principales móviles de la conquista española hacia América, y puntualmente en nuestro país. “Argentum”, plata en latín. Argentina, el irresistible paraíso de la plata.
En Mendoza la explotación minera tendrá además un claro antecedente colonial desde el siglo XVII: la mina de Paramillos de Uspallata, yacimiento de plata, plomo y zinc, ubicado a 84 km. de la Ciudad de Mendoza. La mina San Lorenzo de Uspallata, hoy Paramillos de Uspallata, fue descubierta en 1683, aunque pudo haber sido anteriormente explotada por los huarpes. En la actualidad sigue siendo considerada una de las minas más antiguas del país.
Durante los siglos XVII y XVIII fueron los curas Jesuitas quienes se encargaron de la extracción sistemática, llegando a movilizar hasta 4.500 huarpes para su explotación y constituyendo una verdadera nueva ciudad en las faldas de la montaña (hoy la Villa de Uspallata).
San Martín, precursor de la minería en Mendoza
Sin temor a equivocarnos podemos volver a sostener que Mendoza “fue otra” tras el paso de San Martín por la provincia. Es así que existe una faceta poco conocida de San Martín: su visión estratégica en función del desarrollo de la minería en Mendoza y la futura proyección económica que podría tener la actividad para el desarrollo de la provincia al dejar instalada una industria y una enorme capacidad productiva que posicionaría a la provincia en el contexto nacional e internacional. Solo por poner un ejemplo inmediato al paso de San Martín por Mendoza, sostendremos: a) La primera moneda argentina fue dispuesta por la Asamblea del año 1813.
Era acuñada en Potosí (perteneciente a las Provincias Unidas del Río de la Plata, recientemente recuperada después de los triunfos de Belgrano en Salta y Tucumán). Fueron monedas de oro y plata con el sello de la Asamblea y las inscripciones: “Provincias Unidas del Río de la Plata” y “En Unión y Libertad – 1813”. La unidad monetaria era el “peso plata” llamado popularmente “duro” o patacón”. Pero al tiempo, Potosí volvió a caer en manos españolas. Fue entonces cuando en Mendoza se acuñó una moneda de cobre y “vellón” para todo el país de entonces.
Paralelamente la industria minera actuó desde el tiempo sanmartiniano como una incubadora de trabajo y emprendedores, y mucho más, cuando a la minería se la vinculó e integró con la dimensión hidráulica, vial, química, farmacológica, medicinal, astronómica, meteorológica, veterinaria o gastronómica, áreas que resultaron estratégicas e imprescindibles para movilizar un pueblo hacia la emancipación americana.
Una consideración que parecerá de Perogrullo fue que San Martín no necesitaba los metales como un bien suntuario. Los necesitaba para ganar la guerra. Para fabricar municiones, arneses, mochilas, tiendas de campaña, camillas, catres y cuanto pertrecho de guerra fuera necesario. Armas, morteros, puentes móviles. Pero también herraduras para 1.600 caballos, estribos, 4.100 puntas para fusiles de bayonetas, 1.129 sables, 1.400 espadas, 3.000 pares de espuelas, 4.000 cuchillos de mano que puedan llevar en la faja de la cintura, 500 lanzas largas para la caballería, 10.000 botones de metal para las chaquetas de los soldados, 200 ollas, 400 parrillas, 600 teteras grandes para calentar agua, 3.000 sunchos para las bordalesas donde llevaban el agua y el vino.
Por ende, esa industria minera permitió alimentar las fraguas de los talleres del ilustre Fray Beltrán a través de lo obtenido en las minas cuyanas (plomo, azufre, plata, mercurio, imprescindible en la purificación de los metales), mientras el ingeniero José Antonio Álvarez de Condarco, aprovechó la abundancia de salitre de los desiertos mendocinos, generando un laboratorio que permitió obtener una calidad de pólvora superior a la habitual. Mucho mejor que la pólvora con la que contaban los ejércitos realistas.
Simultáneamente se impulsó la explotación de las minas de Uspallata (citada anteriormente), que obtuvieron cantidades importantes de plata, la explotación de oro en Gualilán y en los yacimientos de Pismanta y Huayaguás, de cuyas minas cuyanas se extrajeron 27 quintales de plomo y gran cantidad de azufre (solo en 1815), imprescindibles para el triunfo posterior.
La sanmartinita
Tan fuerte fue el impulso de San Martín a la minería que la ciencia mineralógica mundial en 1948 (a casi cien años de la muerte de Don José), a través de la Academia Nacional de Ciencias de Filadelfia (EE.UU.), honró con el nombre de “sanmartinita” (por su apellido) a un nuevo mineral descubierto en Argentina a mediados del siglo XX por los científicos Samuel Gordon, estadounidense, y por Victorio Angelelli (italiano).
Fue un tungstato (wolframato) de zinc, cuya fórmula química es ZnWO4. Lo cierto es que ese tungstato de zinc es aplicable ampliamente en rubros como la óptica, fonética, magnetismo y también frecuentemente usado para la eliminación de iones de cobre en estudios hídricos. Nos pareció importante rescatar este antecedente pues es prácticamente desconocido, realzando una vez más la figura de San Martín.
Carlos Fader, fundador de la "Compañía mendocina de Petróleo"
"El alemán" Fader era oriundo de Albersweiler, un distrito sureño del país teutón. Tuvo la fortuna de conocer a Emilio Civit, un joven diputado nacional por Mendoza que andaba llevando permanentemente en su maletín personal (como si fuera un vendedor ambulante) una botella con petróleo extraído del paraje "Agua del Corral", en las cercanías de Cacheuta, para contarles a todos en Buenos Aires sobre las virtudes y ventajas que se podrían encontrar en Mendoza.
Emilio Civit a todos les mostraba y explicaba lo que Mendoza produciría en materia combustible. Era el petróleo, prácticamente desconocido para muchos en ese tiempo. Ni el nombre bien se conocía, para algunos era “el betún mineral", para otros "la brea", "el chapapote" (para los indios) o "el alquitrán". Era petróleo.
Para tomar dimensión diremos que el día del petróleo se conmemora el 13 de diciembre, en honor al hallazgo de un pozo petrolero en Comodoro Rivadavia, precisamente ese día de diciembre de 1907. He aquí lo referencial: un poco más de veinte años antes, ya Mendoza a través de Civit promovía lo que sería una de las monedas de cambio más trascendente de todo el siglo XX: "el oro negro".
"Con un antecedente mendocino, aún mucho más lejano que se remonta a 1787, cuando se usaba petróleo para calafatear (tapar) odres de vino", según Oscar Vicente, por entonces vicepresidente de Pérez Companc, durante el Primer Encuentro Empresarial Europa-Latinoamérica (Madrid - 1999).
La botella de Civit
A Fader le había "quedado picando" esa promoción de Civit cuando le propuso venir a trabajar a la provincia de Mendoza que se estaba abriendo al mundo de la mano de nuevas alternativas y hallazgos sorprendentes. Esa botella llena de petróleo que Civit con ímpetu promovía debió ser muy considerado por Fader. En el fondo, el petróleo ya comenzaba a ser una realidad concreta en el resto del mundo desde aquella positiva experiencia de la "Pennsylvania Rock Oil Company" en Titusville (responsable de la primera perforación petrolífera de la historia en 1859), lo que abría la posibilidad a Fader de convertirse en el pionero de la extracción petrolífera argentina.
Lo cierto fue que esa botella viajó junto al mismo Fader a Alemania para ser analizada de primera mano por los mejores especialistas. ¿El resultado del análisis? Claramente positivo. En 1886 Carlos Fader, junto a sus socios (Enrique Peña y Guillermo White), inauguraban la "Compañía Mendocina de Petróleo" que llegó a perforar más de 30 pozos en Cacheuta con una profundidad promedio de 300 metros cada uno y logrando una producción acumulada de 8.000 metros cúbicos. Llegando a producir hasta 1891, por ejemplo, la exorbitante cifra de 8 millones de litros de petróleo. El convencido marketing de Civit al pasearse por todos los pasillos de las oficinas de los emprendedores y empresarios del momento había dado resultado.
"La Compañía Mendocina Explotadora de Petróleo llegó a poseer una concesión de 19.000 hectáreas en Cacheuta y hasta construyó un oleoducto hasta las vías del ferrocarril, para facilitar su traslado, pero las dificultades que se presentaron para hacer rentable esta explotación, indujeron a la mayoría de los accionistas de la empresa a vender el petróleo crudo que obtenían a la compañía inglesa del Ferrocarril Oeste, por lo que Fader, disconforme con esta decisión renunció y vuelca todos sus esfuerzos en su "Usina de Gas', empresa que será la que reemplazará con sus servicios al alumbrado con faroles de kerosene, que iluminaba las calles de Buenos Aires" ("El arcón de la historia: El petróleo de Cacheuta". 1 de noviembre de 2016).
Él quería comprar una destilería de querosén, aceites lubricantes y parafinas para aprovechar el petróleo restante y de baja calidad. No le dieron bolilla sus socios y renunció.
Así era Fader. Se podría acabar la explotación petrolífera; las crisis económicas podrían no ayudar; podría pelearse con los socios; pero lo que este alemán no haría jamás, sería quedarse quieto. Al negocio se sumaron sus hijos y así se metió de cabeza en la nueva "Compañía de Gas Mendocino". Y luego probará emprendimientos con el carbón, y más tarde con el gas de leña.
Habrá otra acción trascendente en la vida de Fader, significativa también en la historia de Mendoza y fue la creación de la primera usina hidroeléctrica de Mendoza, y del país, en 1889, sirviéndose del agua de río Mendoza y determinando un salto de esas aguas bajantes, haciendo dentro de la caja del río un dique para levantar el nivel hídrico hasta la altura de las turbinas. Un aluvión cordillerano la destruirá en 1913.