El luthier de saxofón que aprendió el oficio solo y triunfa como músico sesionista
Paul Viparke es el músico porteño que inició a estudiar el instrumento por pura curiosidad cuando era preadolescente y, más tarde, se instruyó en el oficio que se convertiría en su forma de vida.
Un impulso y deseo arrasador despertó en Paul Viparke su interés por la música, particularmente, por el saxofón, cuando era preadolescente. Sin inspirarse en nada ni nadie, el artista simplemente se levantó un día como cualquier otro con la necesidad imperante de conectar sus dedos con las llaves del instrumento, buscando cubrir la urgencia de transmitir el arte que estaba a punto de desbordar desde su interior. Su curiosidad por saber todo acerca del aparato de viento lo llevó a incursionar en el oficio de luthier, que pocos melómanos sostienen en estos días. El afán de MDZ de conocer por dentro todo acerca de ese noble oficio, nos acercó al artista, quien contó con lujo de detalles su historia de vida.
La melodía apacible de Samba Cantina, una bossa nova del saxofonista estadounidense de jazz Paul Desmond, sonaba desde el interior de un edificio de la localidad porteña de Villa Crespo, donde Paul Viparke estaba haciendo resonar el saxofón al ritmo del tema en su estudio musical. El luthier le abrió las puertas de su hogar al equipo de MDZ, para mostrar cómo es por dentro el espacio dónde practica, enseña y compone cada una de sus piezas.
En un cuarto, ubicado al final de su departamento, armó el estudio de grabación que siempre soñó. Repleto de aislantes acústicos, computadora, parlantes y micrófonos para grabar, discos históricos, herramientas musicales y, por supuesto, sus instrumentos (saxofón, guitarra, piano y sintetizadores), el rincón musical se convirtió en el espacio infalible para la creación artística. Allí, Paul recibe a diario a decenas de artistas, ya sea para instruirlos en la práctica del instrumento de viento, como para dedicarse horas y horas al oficio de luthier, buscando cada arreglo posible para los artefactos musicales de sus clientes.
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“Yo trato de recordar si tuve una imagen, si vi a algún saxofonista que me inspiró a tocar. Pero creo que fue más como un deseo interno que me afloró a los 13 años más o menos. Entonces, le dije a mi mamá ‘comprarme un saxo’, así de una y de la nada. Por suerte tuve el apoyo de mis padres”, contó Paul en diálogo con MDZ, mientras mostraba cada detalle del estudio. “Tal vez mi gran inspiración fue este CD -señalando al disco “Verve Jazz Masters 15” de Charlie Parker- porque me re copaba y yo tocaba encima de esto, cualquier cosa seguramente, pero yo pensaba que tocaba bien”, reveló con humor el artista.
“Cuando decidí estudiar seriamente, me metí en la Escuela de Música de Buenos Aires (EMBA), donde estudié toda la carrera. Me recibí con la tesis y todo, como debe ser. Soy muy estudioso y, entonces, quería que mis clases tengan un aval académico también”, reconoció el artista, y agregó: “Lo bueno de la escuela es que está más enfocada a la música popular, como jazz, folklore y tango, que era lo que más me interesaba estudiar”.
Paralelamente al estudio del instrumento, tanto en escuelas de música como con profesores particulares, una combinación entre la curiosidad, la necesidad y el amor por el saxofón, lo empujaron a incursionar en el oficio del luthier, sin tener que concurrir a otros profesionales ni prepararse con cursos o algo por el estilo. “Creo que las ganas de ser luthier surgen de este amor por el saxo. Estaba muy metido con el saxo. Primero quise ver cómo era para empezar a arreglar cosas para mí. Me preguntaba qué le pasa, por qué le está pasando esto. Había que inspeccionarlo porque es un instrumento que es complejo. Me di cuenta que tenía que empezar a meter mano”, reconoció.
Sin dudas, el talento, además de la energía y la decisión por conseguir un buen resultado en cada arreglo, tuvo mucho que ver en su formación. “De a poco, me empezaron a quedar bien mis instrumentos, entonces estaba contento. Después, ya los mismos compañeros de las orquestas me empezaron a decir: ‘Mirá qué bueno. Suena bien’. Y me preguntaban quién lo arregló, a lo que respondía ‘lo estoy arreglando yo’. Entonces me decían: ‘¡Ah! Entonces arreglame el mío’. Y así empecé”, recapituló Viparke, sobre sus inicios como luthier.
Pero el reconocimiento por parte de sus compañeros no fue el único que recibió en sus inicios. Sus propios profesores de saxo le decían: “Buen trabajo”. Esa validación le permitió darse cuenta que ya no se trataba de un simple pasatiempo, sino que ya estaba a un nivel para encarar el oficio de forma más profesional. “Es un oficio que se va adquiriendo. Fui aprendiendo, trabajando también”, expresó con humildad el artista, que dedicó horas y horas a conocer el mecanismo del instrumento para, más tarde, poder encontrar el arreglo perfecto.
Lo que llama la atención es que su aprendizaje fue cien por ciento autodidacta. “Fui inspeccionando, viendo. Sí fui charlando con colegas que me guiaron; yo les iba haciendo algunas preguntas, porque siempre estamos como en equipo”, declaró. Cuando no sabía de dónde sacar la información necesaria para avanzar, tenía que trabajar con mucha paciencia para, después de todos los intentos necesarios, poder dar con la solución. “Era complejo eso. Era bastante frustrante porque era necesario ponerse, tener paciencia. Gracias a eso también he aprendido mucho en la parte personal, por tener que esperar, de ver el por qué”, confesó.
Los tiempos van cambiando y, en su época de formación, no contaba con las herramientas que brinda la era de la conectividad. Los famosos tutoriales de YouTube y los miles de blogs cargados en distintas plataformas de Google habrían sido de gran ayuda en su momento, aunque consiguió ejercitar su lógica y obtener resultados igual de satisfactorios. “Ahora con el boom de YouTube hay un montón de cosas. Ahora chequeo y digo: ‘¡Ah! ¡Lo estaba haciendo bien!’. Como si fuera poco, llegó a fabricar sus propias herramientas de trabajo, como piezas de destornilladores, debido a que la mayoría de las cosas son importadas y, por ende, más caras. “Uno se la va rebuscando”, indicó.
Como luthier, el músico aconseja a cada cliente o alumno crearse el hábito de limpiar el saxo, para que el instrumento se mantenga en condiciones por más de diez años. Para esto, recomienda adquirir un kit de limpieza que consta de dos trapitos, uno para limpiar el tudel o cuello y otro más grande que es para todo el tubo del saxofón. "Si se mantiene el instrumento seco dura mucho más. Si está mojado, dura muy poco. Esto que hablábamos de que un saxofón puede llegar a durar diez años o quince, es si se cuida. Si no se mantiene, puede durar cinco o cuatro años, o menos también porque sufre mucho", advirtió.
La enseñanza de la música se convirtió en otra de las facetas más importantes de su vida. Cerca de los 18 años, Paul se animó a empezar a dar clases, enseñando a personas de todas las edades todos sus conocimientos. Lo que comenzó como una forma de trabajo y como una urgencia por compartir sus saberes en el arte de la manipulación del saxo y la lectura de partituras, resultó ser, también, gran parte de su inspiración. Según sus palabras, ver que sus propios alumnos mostraban en sus caras plena satisfacción luego de que les empezaran a salir los ejercicios, lo inspiraba a seguir enseñando.
“Me siento reflejado. Es como una alegría recíproca cuando uno transmite alegría o ve en el otro la alegría. Es un instrumento que al principio cuesta un poco, pero al ver que funciona, es lindo ver la satisfacción en el otro y el progreso mismo para el que recién empieza”, pensó. Desde entonces, nunca paró de dar clases tanto a principiantes como avanzados o de niveles intermedios, así como a “chicos que se quieren preparar para ingresar a conservatorios”, o, por otra parte, clases de improvisación, que son de sus favoritas.
A lo largo de su carrera, el artista, que también toca el piano y la guitarra, además ha trabajado como arreglador musical, músico sesionista e integrado grandes bandas de jazz. Hizo arreglos de saxofón para sus propias composiciones, así como para diferentes “big bands” (grupo amplio de músicos de jazz) que supo integrar. En suma, el artista se animó a develar que se desempeñó como luthier para arreglar los instrumentos de músicos como Alexander Manuel Batista Cana, quien supo acompañar en el escenario a Diego Torres.
En 2015, lanzó su propio álbum titulado "En clave americana", que se puede conseguir de forma física o digital. "Es música de mi autoría y lo grabamos como se graba generalmente el jazz, que es en una sesión en un estudio", detalló. Es más, en los últimos meses, Paul se decidió a grabar un nuevo material de estudio, un disco en dúo con saxo y piano.
Cuando el amor por la música y lo que genera en uno es más fuerte que todo, los prejuicios externos en cuanto a la mala fama económica que tiene vivir del arte quedan relegados a un costado. Esto es precisamente lo que le sucedió a Paul, quien ni siquiera se planteó dedicarse a algo más por mantener "una economía estable". Sólo supo dejarse llevar por su sentir y su convicción, y todo lo demás llegó. "Creo que el deseo de vivir de la música va más allá de todo, más allá de lo económico. Es como una forma de vida. Es algo que es más fuerte que yo. Yo sabía que tengo que hacer esto. Aparte, es lo que me hace feliz, lo que me mueve el deseo de hacer cosas, generar proyectos", aseveró Viparke, e insistió: "Entonces mi mundo está ahí. Lo otro (económico) está bueno para otras personas. Para mí la música y el saxo son todo, son mi pasión".
"Lo primero que le diría es que si tiene la iniciativa de hacerlo, es como en cualquier actividad, que vayan y lo hagan, que no se queden con las ganas, que no se dejen llevar por las opiniones de los que te dicen que es muy difícil; que vayan para adelante, que prueben", afirmó el artista, invitando a que aquellas personas que sienten el deseo de formarse en el arte, así lo hagan.