No creo en brujas pero que las hay, las hay

No creo en brujas pero que las hay, las hay. El origen de este refrán es incierto, pero se cree que proviene de la Edad Media cuando la creencia en la brujería era común en Europa. En ese momento, la Iglesia Católica y las autoridades civiles perseguían a las personas acusadas de brujería y muchos creían que las brujas eran reales y que tenían poderes sobrenaturales. El dicho pudo haber surgido como una forma de expresar escepticismo sobre la existencia de las brujas, pero al mismo tiempo reconocer que la creencia en ellas era común y que algunas personas podían ser acusadas con esa denominación.
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La palabra bruja tiene diversas connotaciones de carácter asociativo: son las brujas de Macbeth; las de Salem; las mujeres en general y la esposa en particular; la envidiosa; la que hace maldades; las que durante mil años fue la médica del pueblo: la gran nobleza tenían algunos médicos la mayoría musulmanes o judíos, pero la mayoría de los habitantes no consultaba nada más que a la mujer-sabia también llamada Saga. Si no llegaba a curar, se la atacaba y se la llamaba bruja.

El escritor estadounidense Frank Baum escribe en 1900 El maravilloso mago de Oz que narra la historia de Dorothy Gale una niña que por culpa de un tornado se extravía en un mundo mágico llamado Oz. Fue el libro para niños más vendido durante los dos años posteriores a su publicación y el propio escritor escribió trece novelas adicionales construyendo personajes y diferentes historias en la Tierra de Oz. En 1902 y con el título El mago de Oz se estrena en Chicago y en Broadway su versión teatral hasta que los realizadores Víctor Fleming y King Vidor dirigen la clásica película musical ganadora de dos Oscar (entre infinidad de premios) y conocida por todos nosotros protagonizada por Judy Garland en el papel de Dorothy. (¿Quién hoy en día no tararea “Over the rainbow”?)
El mago de Oz continuó inspirando nuevas versiones de la historia creada por Baum y en el 2003 se estrenó en Broadway Wicked escrita por Gregory Maguire y que inspiró a la película recientemente estrenada (dirigida por Jon Chu considerada por muchos críticos como uno de los mejores estrenos del 2024 que se compara de algún modo con el éxito que tuvo Barbie (2023, Greta Gerwig su realizadora).
Esta larga genealogía de Wicked (parte 1) tiene los temas de la época: discriminación a una joven llamada Elphaba quien nace con la piel verde. Incomprendida y defensora de los animales quienes hablan y resultan una amenaza para los habitantes. El bulling, las burlas, la crueldad, la homofobia, el adulterio, la persecución a lo diferente son algunos de los temas que aborda el film. También algo que va ocurriendo en todas las películas actuales de personajes: cómo se llega a construir la maldad, cómo se convierten en villanos y el modo que justifican ante la sociedad sus malvados hábitos.
Elphaba, la bruja mala y verde, supuestamente es amiga de la bruja buena llamada Glinda (una divertida y talentosa Ariana Grande) despreciada por su padre por ser responsable de la muerte de la madre y de la parálisis de su pequeña hermana. Elphaba y Glinda van a la Universidad Shiz a cursar estudios de magia (quizás en competencia directa a Harry Potter) y allí conocerán a Madame Morriblea la otra bruja profesora. Príncipe tampoco falta al relato y el ubicuo Mago de Oz que siempre aterroriza cuando esconde su cobardía innata detrás de una gran máscara.
Como dato de color (hay varios pero no deseo hacer spoiler) todo el reparto canta en directo en el set de filmación en lugar de hacer el famoso lip sync (mímica).
La película continúa con los compases de la versión teatral pero añade muchas variaciones, así como elementos de la novela clásica por Baum y la realización del film de Víctor Fleming y King Vidor en un magnífico efecto calidoscópico que relaciona a dos mujeres unidas al principio por la enemistad a transformarse en mejores amigas en un contexto sociopolítico bajo la metáfora de la Ciudad Esmeralda donde el poder demoniza, donde se persigue lo distinto y en donde pueden crecer los mitos populares. Este último comentario se comprenderá luego de ver esta excelente película. No lo dude y vaya a verla.
* Carlos Gustavo Motta es psicoanalista y cineasta.