La muerte: el cielo, el infierno o el purgatorio y qué sucede cuando morimos
El Día de los Muertos o Día de los Fieles Difuntos, oriundo de México, se celebra cada 2 de noviembre. Se trata de una jornada dedicada a recordar a aquellas personas que ya no están entre nosotros.
La Divina Comedia de Dante Alighieri, relata el viaje de Dante por el infierno, el purgatorio y el paraíso, guiado por el poeta Romano Virgilio. La sección del infierno es la más conocida de todas precisamente por la altura que cobran sus escenas monstruosas, como si se asistiera al mal de una manera directamente visual: por ejemplo, los estafadores nadan en una masa hirviente de pez.
Por otro lado, el purgatorio se encuentra en una montaña rodeada de precipicios, y allí las almas deben consagrarse al bien para expiar sus culpas y ser finalmente salvadas por Dios. Dante tiene oportunidad de ver el ascenso del alma del poeta Estacio hacia el cielo después de haber sido purificado.
Qué hay después de la muerte
La cuestión de la vida después de la muerte nos remonta a la civilización egipcia, en la que enterraban a sus muertos con todas sus pertenencias (incluso sus mascotas y sirvientes), ya que consideraban que los difuntos iban a necesitar de todo aquello en el transcurso de ese período.
La Iglesia Católica dedica el mes de Noviembre a recordar a todos los santos y difuntos e invita a todos a rezar por los familiares y amigos ya fallecidos.
Cuándo se creó la doctrina del purgatorio
Esta doctrina se desarrolló gradualmente en la teología católica a lo largo de los siglos y no se estableció formalmente en un momento específico. Desde los primeros tiempos del cristianismo, los cristianos oraban por los difuntos y creían en la purificación de las almas después de la muerte.
El Concilio de Florencia, en el siglo XV, se confirmó la existencia del purgatorio como un estado de purificación. El Concilio de Trento, una respuesta importante a la Reforma Protestante, también abordó la cuestión del purgatorio y lo confirmó como una doctrina católica. El Concilio enfatizó la importancia de las oraciones y las buenas obras de los vivos para ayudar a las almas en el purgatorio.
Alguien estuvo en el purgatorio
Sobre la existencia del purgatorio existen vivencias de personas que han tenido esa experiencia, como el Padre Pio o Faustina Kowalska, quienes fueron visitados por estas almas que pedían oraciones y penitencias para poder alcanzar la gracia de salir de allí para ir al cielo.
Faustina Kowalska contó su visita al purgatorio: "Vi un Ángel que me pidió seguirlo. En un momento me encontré en un lugar nebuloso, lleno de fuego y había allí una multitud de almas sufrientes. Estas almas estaban orando con gran fervor, pero sin eficacia para ellas mismas, solo nosotros podemos ayudarlas. Las llamas que las quemaban, a mí no me tocaban. Pregunté a estas almas cuál era su mayor tormento. Y me contestaron unánimemente que su mayor tormento era la añoranza de Dios. Vi a la Madre de Dios que visitaba a las almas en el purgatorio. Las almas llaman a María “La Estrella del Mar”. Ella les trae alivio. Salimos de esa cárcel de sufrimiento".
Santa Faustina también vio el infierno, y al terminar de describirlo contó que “Cuando volví en mí no pude reponerme del espanto (…). Por eso ruego con más ardor todavía por la conversión de los pecadores, invoco incesantemente la misericordia de Dios para ellos”.
La ciencia también se ha preguntado si es la vida en la tierra la única que tenemos
Un trabajo de la BBC da cuenta que incluso los ateos tienen fe en una vida después de la muerte luego de los testimonios de quienes han estado “clínicamente muertos” y afirman haber visto una secuencia de imágenes de su vida o escucharon voces o vieron la luz al final del túnel. Pensar en la vida eterna es un paliativo de la angustia existencial.
La neurociencia también concluye que es el cerebro el que nos permite pensar en un “yo” que le da forma a nuestra existencia. La conciencia del yo sería un equivalente científico del alma, aquello que nos permite pensarnos como algo más que un montón de átomos y moléculas.
Religión o ciencia, creencia o necesidad, fe o realidad
Lo cierto es que no hay duda que cada ser humano es único e irrepetible. Se necesita creer que puede haber una vida mejor. Cada persona necesita creerlo, por ella misma y por todos aquellos seres amados en esta vida y los que ya no están.
Hoy, día en que la Iglesia Católica recuerda a todos los difuntos y se une en oración por el alma de todos ellos, se invita a que, a pesar de que no se crea, se eleve un pensamiento por cada uno de ellos, con su nombre y con el legado que dejó en vida. Una marca en el corazón. Quizás esa persona está mirando o necesitando de ese pensamiento o de una oración por ella.
Eso, seguro le dará paz al corazón de cada persona y, si se es creyente, a ambas almas.
* Fabiana Gómez Sabio, es comunicadora y docente.