Hacia maternidades más reales y menos ideales
Hablar de maternidad es contar la experiencia que vive una mujer al dar a luz y convertirse en mamá. Este proceso trae consigo cambios físicos y emocionales que se desarrollan durante el embarazo
Al convertirnos en madres, empezamos a tomar conciencia de cómo la maternidad es una experiencia muy personal que viene atravesada por sentimientos ancestrales y universales, hasta mandatos familiares y estereotipos. Pero que nos pasa a nosotras, desde lo personal, desde nuestra individualidad y circunstancias de vida. Muchas veces queremos planificar nuestra maternidad, buscando el momento ideal y ese momento parece alejarse cada vez más, siempre aparece algo más, como el fantasma de: “… y si no soy una buena madre”. Hasta que se vuelve demasiado tarde para ser madres desde los tiempos biológicos, pero también desde los tiempos personales y de pareja.
Con el primer embarazado empiezan nuevos miedos, ansiedades, y hasta inseguridades que no eran parte de nuestra vida hasta ese momento, de nuevas preocupaciones e interrogantes: ¿Cómo será el embarazo? ¿cómo será el parto? ¿cómo me llevaré con el postparto y la lactancia?

Y empezamos a enfrentarnos con la realidad que se aleja del ideal, el embarazo no resulta ser esos meses tan hermosos que estaban presentes en nuestro imaginario, poner el cuerpo, aceptar los cambios y poner el alma, es muchas veces altamente exigente que nos lleva a tener que adaptarnos a los cambios sin poder prepararnos adecuadamente.
El transcurso del embarazo también nos lleva a conectarnos más con nosotras mismas y a familiarizarnos con lo invisible que es la maternidad dentro de la sociedad y lo poco valorada y cuidada que está. En el inicio de una nueva vida, sentirnos cuidadas y valoradas como madres, es tan bien el mejor modo y camino para valorar y cuidar esta nueva vida naciente.
Demasiado tarde para ser madres de Luciana Montero. ¡Mirá el video!
Cómo nos interpela la experiencia de la maternidad
La soledad, la culpa, ese sentimiento de no llegar a todo, de no poder más; de no ser esas madres perfectas que creíamos que teníamos que ser, son sentimientos comunes a las mujeres independientemente de dónde y de cómo maternemos. Y al mismo tiempo la maternidad viene atravesada por muchas discriminaciones y desigualdades. Desde lo discursivo es todo ideal, pero la realidad nos sigue sorprendiendo: la violencia obstétrica, las licencias de maternidad tan cortas, la imposible conciliación, el juicio constante; son elementos comunes a la maternidad en el lugar en donde vivamos. También revestido muchas veces de un mensaje feminista tendencioso que se ocupa de lo discursivo, mediático y desde las redes, pero que poca se ocupa de alzar la voz frente a tantas desigualdades.
Dar mayor visibilidad
Uno de nuestros mayores retos, cuando hoy hablamos de maternidad, es sacar a la maternidad de ese imaginario ideal, y acabar con muchos tabúes que la rodean y darle visibilidad a lo que parece invisible.
La maternidad hoy nos anima para poder decidir sobre el embarazo, el parto, la lactancia, el posparto. Pero también a aprender a vivir en esa dualidad de ser esas “madres abnegadas y sacrificadas” como fueron nuestras abuelas y madres, y al mismo tiempo tenemos que ser la “super mujer” que llega a todo, esa madre que tiene que estar disponible para el mercado de trabajo, un cuerpo perfecto, que nunca se equivoca. Este mandato de “buena madre” nos genera una presión y una fragmentación terrible y que es necesario erradicarla.
Al convertimos en madres nos topamos con la realidad que tiene muy poco de ese imaginario que tenemos sobre lo que significaría en nuestra vida la experiencia materna. Es así como pensamos que nosotras somos el problema, que no podemos, que no estamos preparadas, pero la realidad es que se contrapone con lo que nos han querido contar o lo que hemos vivenciado parcialmente que no tiene nada que ver prácticamente con la maternidad real. Venimos transitando un tiempo en el que nos atrevemos a hablar de la maternidad, con todas sus contradicciones, para ya no sentirnos tan frustradas.
De aquí en más, una maternidad real es la que cuestiona la necesidad de ser “esa madre perfecta” y por el contrario se anima a vivir la maternidad real con todas sus luces y sombras y a sentirse un poco más “malas madres” pero más reales y felices.
Malas madres por Laura Baena Fernández. ¡Mirá el video!
Una historia a pura resiliencia
Desde la experiencia personal o acompañando al sentir de otras mujeres que, desde el dolor, la frustración o la desolación por problemas de infertilidad que afectan cada vez a más parejas, el dolor por una o más pérdidas gestacionales, constatar con muchas mujeres que pierden a sus hijos estando embarazadas y hay un duelo que hay que transitar. Hablar abiertamente de la depresión posparto, visibilizarla como una experiencia más dentro del hecho de ser madre que por diversas razones, varias mujeres transitan.
Hoy vivimos en una sociedad que se compromete más, gracias a la lucha de muchas mujeres que alzaron su voz durante décadas, que sostiene a la maternidad, que sostiene al parto respetado, a la lactancia materna. Continuemos haciendo visible, pero exigiendo a su vez poner en agendas la necesidad de prolongar las licencias de maternidad o una inserción laboral más gradual, cuestionando con todas nuestras fuerzas la violencia obstétrica como parte estructural de la atención sanitaria de parto. Entonces otra maternidad es posible, otra sociedad más comprometida con visibilizar lo que está invisible.
Somos las primeras que tenemos que pensar que la maternidad debería ser considerada no una responsabilidad individual de la mujer porque tiene hijos, sino una responsabilidad compartida. Porque cuando hablamos de maternar, estamos hablando de cuidar, de criar a esos niños que van a ser adultos el día de mañana, y esto nos debería de interpelar a todos, a ser una sociedad que cuida más a la infancia y adolescencia tan vulnerable y acompaña más a la mujer en ese proceso de crianza
Es muy importante pensar en la maternidad como una responsabilidad común y al mismo tiempo empezar a visibilizar y valorar todo aquello que implica ser madre, es decir: gestar, parir, amamantar, criar respetuosa y responsablemente. No se trata de idealizar la maternidad pero sí de comprender profundamente su valor social, económico y familiar.
* Roxana Tabuenca. Puericultora – Asesora en Lactancia y Crianza- ACADP, Diplomatura en Salud Perinatal – UCASALroxbal@hotmail.com

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