Los misterios y las leyendas detrás del Día de los Reyes Magos
Más allá de las importancia comercial por los regalos a los niños, detrás de la fiesta de los Reyes Magos hay leyendas y misterios sin resolver, pero también también una profunda espiritualidad.
Cada 6 de enero, el Día de los Reyes Magos es una de las principales fiestas religiosas del año, aunque con gran importancia comercial por los regalos para los niños. A pesar de ello, no son muchas las certezas sobre el origen de esta fiesta, teniendo un pasado con mitos y leyendas que ponen en duda varios puntos de los Reyes Magos.
Para el cristianismo, aunque contrastado con la Navidad y la Pascua parece menor, la fiesta de los Reyes Magos es sumamente importante. Originalmente, esta fiesta se llama Epifanía del Señor y marca el fin del Tiempo de Navidad, pero esta salida de los Reyes Magos del nombre de la fiesta está lejos de ser para menospreciarlos, sino todo lo contrario.
La Epifanía del Señor se recuerda por ser la revelación de Jesucristo como "Rey de Reyes", ahí es donde toman preponderancia los Reyes Magos. Estos "magos de Oriente" como los nombra la Biblia, no son más que la nobleza llegando a la visita del "verdadero rey" que anunciaban profecías de distintos credos alrededor del mundo.
¿Cuántos eran los Reyes Magos?
Ariel Ramírez, en su obra maestra del folclore argentino, la Misa Criolla, incluye villancicos que van más allá de la liturgia, como el Gloria, el Credo o el Kyrie. Estos villancicos van desde la Anunciación, cuando el Ángel Gabriel visitó a María, hasta La Huida, cuando la Sagrada Familia escapa a Egipto para salvar la vida de Jesús, perseguido por Herodes.
Aunque lejos de una mala intención, uno de estos villancicos incluye una mentira o, al menos, algo que no aparece datado en ninguna escritura. "Llegaron ya, los Reyes y eran tres. Melchor, Gaspar y el negro Baltasar", comienza diciendo el popular villancico argentino de Los Reyes Magos, aunque ninguna escritura cuente que fueran tres ni sus nombres.

En el Evangelio según San Mateo (Mt 2, 1-2), la primera mención a los Reyes Magos es sobre su presentación ante Herodes, rey impuesto por los romanos en la región de Judea: "Cuando nació Jesús, en Belén de Judea, bajo el reinado de Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén y preguntaron: «¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos su estrella en Oriente y hemos venido a adorarlo»". Luego de ello, vuelven a ser mencionados por su llegada al Pesebre de Belén, pero no existe otro dato sobre ellos en toda la Biblia.
La mención que hace que la tradición, también de gran importancia para la cristiandad, sobre los "tres" Reyes Magos, tiene que ver con los regalos que ofrendaron los "magos de Oriente": oro, incienso y mirra. A partir de ello, se creyó que cada cual llevaba un regalo, tomando como real el número tres en el siglo V, en tiempos del papado de León I.
¿Hubo un cuarto rey mago?
Como fue dicho, no hay precisiones en cuanto a la cantidad de magos que se acercaron hasta el Pesebre de Belén, aunque la misma Biblia ya relata que "cuando vieron la estrella se llenaron de alegría, y al entrar en la casa, encontraron al niño con María" (Mt 2, 10-11a). A pesar de ello, el que la tradición dicte que fueron tres los Reyes Magos, no hizo más que alimentar una teoría paralela, una leyenda más sobre lo legendario: "El cuarto rey mago".
La misma fue instalada por el pastor presbiteriano Henry Van Dyke, con el fin de enseñar parte de la doctrina cristiana, pero terminó generando una leyenda que, si no se le presta la suficiente atención, termina siendo una más de entre tantas. Según esta leyenda, el mago Artabán llevaba piedras preciosas para el Niño, pero nunca llegó al Pesebre.
En su camino a Belén, tropezó con un hombre al que le habían robado, por lo que eligió ayudarlo en lugar de seguir su camino, lo que lo hizo llegar tarde y la huida de la Sagrada Familia ya se había concretado. Esta leyenda cuenta que siguió los pasos de Jesús por toda la región pero nunca pudo alcanzarlo por ayudar a distintas personas que fue cruzando en su camino, llegando recién a encontrarlo cuando el Hijo de Dios fue crucificado, ya sin regalos para Él, por haberlo dado a quienes fue encontrando en el camino y lo necesitaban.

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