Qué es el "quinto combustible" y por qué es importante invertir en ello
Existe una fuente de energía que tiene el potencial de convertirse en fuente principal en los próximos años.
Un recurso que va más allá del sentido común, del desarrollo económico cortoplacista y obtuso, de los costos energéticos extremadamente subsidiados y principalmente, de la sobreabundancia de otros recursos energéticos. Por todas estas causas mencionadas, ha quedado casi totalmente en el olvido o ha tardado en afianzarse más tiempo de lo que la lógica indica.
Lo raro es que esta fuente no fluye como un líquido en un oleoducto, ni tampoco mediante electrones por un cable; tampoco se puede bombear dentro de un tanque de combustible de un vehículo o almacenarla en un tanque. La verdad, es una fuente tan obvia como única.
Algunos, ya la empiezan a llamar el "Quinto Combustible"
Muchos piensan que no es siquiera una fuente de energía. Claramente, esta fuente, es o funciona al menos como una. Se la conoce como eficiencia energética, conservación de energía o productividad energética. Cualquiera sea su nombre, es un recurso de alta calidad, para un mundo con crecimiento constante en el sentido de consumo de energía, incremento en la movilidad y en la cantidad de población.
El desafío está en como capturarla
Esto no es gratis; requiere inversión, tiempo y por sobre todo mediciones constantes y precisas. La eficiencia energética ya ha comenzado. China se ha autoimpuesto el objetivo de doblar su eficiencia energética, como política nacional. La Comunidad Europea se ha propuesto alcanzar el 11,7% en este campo para el año 2030, comparando con el año 2020. Obviamente, el ex presidente de Estados Unidos, Barack Obama también anunció este aspecto que ‘Una de las más rápidas, simple y barata manera de hacer que nuestra economía sea más sólida y limpia es hacer una economía más eficiente’.
Lógicamente, con los precios de los combustibles fósiles, base de la matriz energética global, subiendo, incluso en nuestro país, donde están claramente frenados; debería ser casi innecesario el resaltar que la eficiencia energética es un pilar de nuestra economía. En este sentido sería imprudente olvidar que los combustibles fósiles son finitos y que el mal llamado cambio climático, está sucediendo y que más allá de la casi estéril discusión de que se origina en lo antropogénico o lo natural.
Aquí lo crucial es definir como gestionamos este problema de alcance global
Con hechos tangibles, como la planificación urbana más sostenible, la construcción de viviendas energéticamente eficientes y la promoción de medios transporte más eficientes; la civilización humana puede no solo ahorrar dinero, sino también minimizar la polución ambiental, retardar el agotamiento de los combustibles fósiles y fortalecer la llamada soberanía e independencia energética.
De los enemigos más ignorados, pero letales de la eficiencia energética claramente podemos mencionar el desarrollo suburbano, la falta de incentivos en la construcción eficiente energéticamente y otras industrias asociadas; y por, sobre todo, los precios excesivamente subsidiados y bajos de electricidad y combustibles. No al azar, la primera crisis energética allá por 1973 –primera crisis del petróleo- fue la década del bautismo para energía alternativa como la eólica y la solar. Es decir, para decirlo de otra manera, la escasez promovió la creatividad y el ingenio humano.
El físico norteamericano Amory Lovins, al final de los 70’, lanzó imprudentemente y de manera avanzada el concepto de los "negawatts", es decir el utilizar menos mega watts de energía, pero alcanzando el mismo objeto del uso del recurso, a traves de un incremento en la eficiencia en vez de un incremento en la producción de energía. El estado de California es quizás un ejemplo por seguir: desde 1970, ha impulsado le eficiencia energética como política clave de la política de estado, resultando de esto que el consumo per cápita de California se ha mantenido casi estable desde entonces; dando un ejemplo al país entero, puesto que Estados Unidos en su conjunto ha doblado el uso de energía per cápita desde ese año a la actualidad.
Japón, por supuesto, es otro ejemplo de la eficiencia energética
El país del sol naciente tiene una de las economías más sólidas y sin embargo su importación casi obligatoria de combustibles fósiles no ha aumentado significativamente; esto si es que tomamos en cuenta su actividad económica "in crescendo". Redondeando, Japón tiene un alto grado de soberanía energética debido a sus políticas de eficiencia en todo sentido y con una producción local muy baja de combustible fósil, que lo hace depender de la importación del crudo mayoritariamente. Suiza por su lado lideró, en el año 2008, el índice de performance ambiental para países; índice lanzado por la Universidad de Columbia. La base de este suceso se basó principalmente en su sólida política de eficiencia energética.
En nuestro país, la matriz eléctrica se ha desarrollado una generación espontánea es decir no necesariamente producto de una planificación a largo plazo y seria; bastante independiente de los combustibles fósiles. Solo el 59% de nuestra matriz se basa en los combustibles fósiles, dividiéndose el resto entre hidroeléctrica (27%), nuclear (4%) y el resto entre biomasa, eólica y solar, que se incrementaran cuantitativamente en esta década. Comparativamente, Australia depende en un 80% de los combustibles fósiles y Francia se apoya en una exitosa pero no sin riesgo, dado su pequeño territorio, fuente de energía nuclear; que alcanza a más del 70% de su matriz energética.
Muy a menudo es fácil pensar, probablemente cementado en la cultura nuestro país, rebosante de recursos naturales; que la abundancia no promueve la eficiencia. Y esta razón, es quizás lo que provoca el dolor máximo de las políticas energéticas de los últimos gobiernos. El mismo ejemplo se puede aplicar a países petroleros de Medio Oriente, que no se caracterizan por ser eficientes en el uso de energía, esto debido a la abundancia de combustible fósil. En la misma región, y no para sorprendernos, Israel lidera los índices de eficiencia energética.
En otro ranking que el WRI –World Resources Institute- creó en al año 2003 realmente un ranking con parámetros muy interesantes e ilustrativos, basado en toneladas de petróleo por cada millón de US$ de PBI. A nivel nacional, Kuwait alcanzó 481, mientras que Estados Unidos 221.7 y Japón 154. Volviendo al foco de la eficiencia y sus comparaciones; se podría afirmar, ceteris paribus, que, si cada ciudadano norteamericano reemplazara una lamparita de sus hogares por una CFL o ‘lamparita fluorescente compacta’, se evitaría un total de emisiones GEI anual equivalente a 420,000 automóviles, o un ahorro de US$ de 806 millones.
Otra amenaza cierta con relación al frágil equilibrio del mundo energético es el peligro del monopolio u oligopolio en un mercado energético, peligro ciertamente real y doloroso para los bolsillos de los ciudadanos. Para enfrentar este desafío es interesante mencionar la estrategia australiana que incluyó la separación estructural vertical del sector energético, apoyando así, la competencia y resultando de esto en mejores precios finales para el consumidor. Australia fomentó un sector energético que se dividió verticalmente en diversas empresas para las redes de distribución, transmisión y producción de la electricidad. Con este aliciente, se combatió de manera activa el peligro del control de precios y calidad por una o pocas empresas, en detrimento siempre de toda la economía nacional.
Quizás un modelo de precio de la electricidad a implementar de manera más aguda y extendida en nuestro país debería incluir los siguientes componentes al precio de manera clara y en todas las jurisdicciones:
- Costo para compensar los altos costos fijos, como los también impredecibles precios de la energía en el mercado global energético.
- Precio al consumo.
- Descuentos por ahorro y eficiencia energética.
- Componente de precio a fin de crear subsidios directos en industrias como la eficiencia energética o fuentes de energía renovable.
- Componente de ajuste según región y estación climática. Por razones obvias, los valores de mayor influencia del precio final deberían estar basado en los puntos 2, 3 y 5 de los enumerados arriba.
Creo yo, aún estamos a tiempo, en la era del efecto de invernadero aumentado, tensiones globales con gran contenido energético y de necesidad de inversiones serias en nuestra potencialmente rica economía. Nunca nos olvidemos que en la mayoría de los casos, los países que enfrentan una explosión económica en cuanto a crecimiento, también esto se refleja en un aumento de emisiones GEI. Para combatir esto, muchas naciones han invertido en eficiencia energética y también en diversificar sus fuentes de energía; solidificando así, su soberanía energética.
Por esto concluyo, que invertir en eficiencia energética, es invertir de manera sostenible y de sobremanera también solidificar nuestra soberanía económica.
* Pedro J. Toranzo, es consultor y académico en Gestión de Riesgo Ambiental y Sostenibilidad. Autor del ´Manual de Gestión de Riesgo Ambiental´, publicado en edición impresa y electrónica (Amazon).