Vacaciones escolares: un tiempo para compartir historias en familia
Hernán Casciari explica que los padres pueden aprovechar el verano para compartir historias con sus hijos. Además, sostiene que, si el relato provoca algo en el receptor, el formato es indiferente.
Durante el verano, en algunos hogares florecen las lecturas de libros postergados. Pero las historias ya no pertenecen solo a ellos, sino que vienen en distintos formatos. Durante el receso escolar, compiten con la tecnología por la atención de los niños y de los adolescentes. A su vez, las vacaciones pueden ser fructíferas para profundizar los vínculos entre padres e hijos, por lo que los relatos se convierten en algo fundamental porque promueven el diálogo y los espacios compartidos.
Los audiolibros, los podcasts de ficción, las películas y los videojuegos brindan historias constantemente. Pareciera que la sociedad está transitando un cambio, en el que los nativos digitales aprenden a incorporar narraciones de maneras diversas. Por eso, el verano no es solo un tiempo para habilitar momentos de lectura, sino también para descubrir nuevos modos de recibir relatos y beneficiarse de ellos: contribuyen al bienestar cuando provocan emociones en el receptor.
Hernán Casciari, escritor y editor argentino, explica que leer es beneficioso en cualquier estación del año y que la lectura no debería ser obligatoria, sino opcional. Sin embargo, considera que, en la actualidad, hay muchas otras actividades para hacer durante las vacaciones y que son igual de divertidas, dinámicas y entretenidas que los libros.
Entonces, asegura que lo único que tiene el libro es una fuerza enorme en el pasado. “Si los chicos no agarraban un libro, ¿qué agarraban? ¿Quién les contaba la historia? ¿Dónde buscaban la trama? ¿En qué lugar se imaginaban una distopía o una aventura?”, menciona el autor. Pero agrega que hoy, en cuanto a la proliferación de estímulos, este quedó desfasado.
Casciari señala que el placer no tiene que ver con leer, sino con recibir una historia. Por este motivo, agrega que no importa el formato en el que se transmitan las narraciones: lo importante es que entren en la persona, que emocionen, que gratifiquen o que causen algo.

Crédito: @casciari (X)
“¿Por qué debería ser mejor una persona que leyó los cuatro tomos del Señor de los Anillos que una persona que vio toda la saga? Si los dos pueden hablar de lo mismo, si pueden decir que lloraron, que se emocionaron, que se asustaron, que pensaron y que reflexionaron. ¿Por qué es tan importante el sistema de transmisión de la historia?”, sostiene. Según él, sospechar que hay un sistema de transmisión mejor que otro es “anacrónico y ridículo”.
Cómo se puede fomentar el diálogo familiar
De hecho, el autor cuenta que él comparte con su hija las historias que ella mira: no importa el formato. Entonces, en un momento, le pregunta cuál es la trama principal, le enseña que todas las historias tienen una segunda trama y que ambas se relacionan. Para Casciari, eso es lo mismo que estar en la escuela.
Incluso, que los padres estén al lado de sus hijos durante el verano, que miren con ellos una película y que se pongan de acuerdo en que tiene que ser interesante, reflexivo y nutritivo lo que están viendo, puede ser mucho mejor que un libro.
El tema es que el adulto también tiene que estar compartiendo ese verano. De no ser así, el chico va a estar solo, ya sea con un libro o con una tablet. Según él, la cuestión tiene que ver más con el acompañamiento que con el formato.

“Creo que los padres deberían hacer un esfuerzo. Más que para decirles a sus hijos que lean porque es verano, para estar cerca de ellos en cualquier actividad que requiera que una historia sea contada”, indica el autor. También refuerza la idea de que es importante contarles historias propias a los niños. “Una vez le pregunté a mi hija por qué, entre que le lea algo o que le cuente algo de mi infancia, prefería siempre que le contara cosas de mi infancia, y me contestó: ‘porque yo quiero saber si hubiéramos sido amigos’. Eso es imaginación. Entonces, ya no importa tanto si viene de un libro o de la propia voz”, comparte el escritor.
Cuáles son los beneficios de aprender a contar historias propias
Asimismo, Casciari comenta que aprender a contar historias propias es beneficioso para los menores. “Yo estoy convencido de que hay una especie de limpieza neuronal que te permite conectar mejor ideas y más rápidamente”, explica el autor. Para él, saber construir relatos es aprender a mentir. Y eso, según él, es como tener una herramienta “superpoderosa”: mirar a los ojos a otro y decir algo que no es y que no se note. “Entonces, aprender a contar es aprender a convencer al otro de que el negocio que querés poner realmente vale la pena y que te den ese crédito”, agrega.
Además, sostiene que aprender a contar es fundamental, porque es muy importante saber comunicar exactamente lo que se quiere transmitir y no algo parecido que después termine en una confusión. “Así, se rompen matrimonios, sociedades, amistades, relaciones y vínculos, porque no somos capaces de decir exactamente lo que tenemos en el corazón”, sumó el escritor.

Aunque recibir historias es beneficioso en cualquier momento del año, el verano coincide con las vacaciones escolares. Durante estos meses, los chicos pasan más tiempo en sus casas y con sus familias. Por eso, se puede aprovechar para entrar en contacto con los relatos y para compartir momentos en familia. “Los chicos son nuevos y, entonces, contarles historias es lo mejor que te puede pasar: nunca les mintieron o, por lo menos, no tienen la decepción de la mentira instalada en el lomo”, concluye Casciri.

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