CRISIS DEL PAPEL

Cómo tuvieron que reinventarse los kioskos de diarios para subsistir en la era digital

Desde el "boom" tecnológico, con la información al alcance de un click, el negocio de los famosos canillitas fue perdiendo ganancias. Hoy venden otro tipo de productos con el fin de subsistir.

Agustina Castro
Agustina Castro sábado, 20 de enero de 2024 · 20:07 hs
Cómo tuvieron que reinventarse los kioskos de diarios para subsistir en la era digital
Kiosco de diarios Estos puestos cuentan con objetos de colección en la actualidad Foto: Santiago Tagua/MDZ

"Vendedor callejero de periódicos", es la definición que brinda la Real Academia Española cuando una persona busca el significado de la palabra "canillita". Pero la llana descripción que hace esa institución se queda corta cuando, con nostalgia, recordamos a los jóvenes que acercaban el diario con las noticias más importantes del día, para acompañar el café con una buena dosis de lectura de realidad.

Como toda palabra, "canillita" tiene un trasfondo que va más allá de la mera definición. El término se relaciona con la obra de Florencio Sánchez, un escritor uruguayo que trabajó en la Argentina como periodista y autor de varios libros. Precisamente, esa palabra se remonta a una de sus historias, en la que un joven de 15 años vende diarios para ayudar económicamente a su familia. Sánchez lo describe como un adolescente con piernas -o canillas- largas y flacas, que quedan al descubierto gracias a los pantalones cortos que usa. La obra se hizo tan popular que ese apodo fue apropiado por los niños y jóvenes que ejercían el oficio y, más tarde, por los que atendían los míticos kioscos de diarios.

Poco a poco ese oficio fue creciendo en el mundo y, en el siglo pasado y comienzos de este, el diario a papel se convirtió en uno de los pocos medios informativos a los que podían acceder las personas para estar al tanto de lo que pasaba en el mundo. Tal era así que, según los reportes del Sindicato de Vendedores de Diarios y Revistas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en las décadas de los '80 y '90, se vendían 4 millones de diarios por día. Por las mañanas, antes de ir a trabajar, las personas esperaban al canillita que les acercaba el periódico o pasaban por el kiosco de diarios a buscar el ejemplar de su preferencia; La Nación, Clarín, Ámbito Financiero y Crónica se destacaban entre las pilas y pilas de copias impresas.

Pósters y camisetas de clubes deportivos coparon los antiguos kioscos de diarios. Foto: Santiago Tagua/MDZ

Sin embargo, esa época cúspide del oficio del canillita quedó atrás, muy atrás, casi al borde de la extinción. Pero resisten. A pesar de las adversidades, de las crisis, resisten. El primer golpe vino de la mano del avance tecnológico y de la información al alcance de un click, a mediados del 2000. Luego, llegó la pandemia del covid 19 y la imposibilidad de que los canillitas le acercaran el diario de cada día a las personas de la ciudad. Ahora, no les quedó otra opción más que reinventarse y escoger otros productos para comercializar, dejando de lado a los diarios que, alguna vez, fueron los protagonistas del negocio. 

El presente desolador de los canillitas

Autos de colección, discos de vinilos, libros, camisetas y pósters de equipos de fútbol, juguetes para niños, paquetes turísticos, pasajes de colectivos, carga de la tarjeta SUBE, chips y carga de celulares, y hasta bicicletas se pueden ver a la venta en los antiguos puestos propios de los canillitas. Los diarios y revistas que quedan -si es que quedan- suelen estar relegados a una pequeña mesita del lado derecho de cada kiosco. En ocasiones, solo se observan pocos ejemplares de revistas de colección -como la Rolling Stone- y ningún diario impreso.

En noviembre de 2023, desde el Ministerio de Trabajo, mediante la resolución 1481/2023, habilitaron la venta de más objetos y servicios en los kioscos de diarios, que excedían a los propios diarios. Están permitidos la venta de productos de librería, productos de higiene, bebidas sin alcohol y pasajes de transporte público, una medida que llegó para regular lo que los canillitas venían haciendo desde hace tiempo para poder subsistir en medio de un contexto desesperanzador.

Mira el video de los kioscos de diarios

Ante ese escenario, MDZ salió a la calle en la búsqueda de testimonios de los canillitas que siguen apostando a su oficio. Y así conocimos a Mauro, un comerciante que se dedicó toda la vida a la venta de diarios y que, hace diez años, trabaja en el kiosco ubicado en Avenida Pellegrini. Él, a diferencia del resto, prefirió resistirse al cambio que tuvieron que acatar los demás. "El tema es que yo quiero seguir con la literatura, con el formato físico. Es muy difícil actualmente, pero sigo encaprichado en eso", confesó con un poco de nostalgia en su mirada. En su kiosco de diarios tiene pocos ejemplares informativos, pero sí se puede apreciar un sinfín de libros clásicos, algunas revistas y, lo más novedoso, chips de celulares y paquetes turísticos a la venta.

"En la cuarentena por el covid 19, cayeron muchos clientes. Y cambió la forma de consumir información, también. Ahora es todo digital y el contenido de las noticias ya no es muy atractivo, y eso es lo que cansó a la gente. A partir de los noticieros de 24 horas en televisión, con el cable, que data de hace 30 años, empezó a morir la primicia de la noticia. De hecho, lo primero que desapareció fueron las ediciones vespertinas de los diarios. La Razón, La Gaceta, eso desapareció", fue el análisis que hizo Mauro al recordar la época en la que el consumo del diario en papel empezó a caer.

Guillermo apostó a la venta de los vinilos. Foto: Analía Melnik /MDZ

Guillermo, por su parte, trabaja como canillita hace más de 40 años. Toda una vida. El hombre, de unos 70 años, no se resistió al cambio de tendencia, aunque sí prefirió abocarse a la venta de discos de vinilo y autos de colección, aferrándose, de alguna forma, a la nostalgia que emana todo lo que ahora es considerado "vintage". "Como tengo la suerte de estar en una zona turística vendo vinilo. Mi cliente, en este momento, es el turista. El argentino, por una cuestión de poder adquisitivo, no lo es. En este momento hay un cambio cultural de volver al vinilo, como era antes, y eso hace que tenga más demanda", explicó.

El canillita piensa y recuerda los momentos de gloria en el rubro, aseverando que antes del 2000 vendía a montones: "Todo lo que era papel tenía salida. Por ejemplo, acá había una pila de 30 o 40 diarios a la venta al público, que hoy no están. De revistas, había pilas, y ahora encontrás una o dos. Acá vendía mucho de lunes a viernes; los domingos cerraba. En los repartos llegaba a tener hasta 300, y ahora tengo 14. A partir del 2000 empezó la caída. Cuando empezó a desarrollarse el celular, todo lo que es virtual, se murió el kiosco como se lo conocía".

José Ramón Valero vende juguetes, llaveros y productos para celulares. Foto: Analía Melnik /MDZ

José Ramón Valero lleva tan solo seis años trabajando como canillita, luego de inmigrar a la Argentina desde Venezuela y, aun así, experimentó el cambio de tendencia de consumo tras la pandemia y la era digital. "Aquí tengo seis años trabajando. Cuando llegué se vendían diarios y revistas y otras cosas que mandaba la distribuidora. Todo iba normal hasta que empezó la pandemia por el cierre del comercio. Además, la gente se dio cuenta de que la información era más fluida por internet y eso generó un estancamiento en cuanto a la prensa escrita", observó.

Valero entiende que ahora es el turismo el que le da el pan de cada día, por lo cual tuvo que adaptarse a las demandas de los extranjeros para seguir de pie en el rubro. "Eso hizo que nosotros nos pusiéramos a buscar artículos que le llamara la atención al turismo. Están los llaveros de nombres, las colecciones de carros deportivos son formas de complacer al turismo en cuanto a los gustos que ellos tienen. Desde ayudarlos a activar un chip hasta el buen trato con la gente nos ayuda a nosotros a ampliar la gama en cuanto a conocer qué es lo que el cliente busca", argumentó el vendedor, asegurando que seguirá firme en el rubro, sin importar cuántas veces tenga que reinventarse.

Qué sucede en el resto del país

La situación crítica de los canillitas se expandió a lo largo de todo el país y los kioscos de diarios más antiguos de cada pueblo acataron las nuevas tendencias de venta para no desaparecer. Raúl Camargo, secretario General del Sindicato Vendedores de Diarios y Revistas de Mendoza confesó que, en la provincia cuyana, "la situación actual del colectivo de trabajadores de la comunicación gráfica es deprimente, con sectores, especialmente de los canillitas que distribuyen y venden los diarios, que están muy castigados".

Quedan muy pocos ejemplares de diarios en cada puesto. Foto: Santiago Tagua/MDZ

El enemigo es, de acuerdo con Camargo, la tecnología, puesto que cambiaron los hábitos de lectura y cada vez son menos las personas que prefieren comprar el diario a papel. Al igual que lo que mencionaban los canillitas porteños, la pandemia profundizó la caída de las ventas en Mendoza. "A pesar de ser declarada 'actividad esencial', muchos abandonaron la actividad; los lectores, también, por miedo al contagio, dejaron de comprar diarios y revistas porque decían que el papel transmitía el covid 19", analizó.

"Por los años 2000 al 2010 éramos unos 750 canillitas directos. En la provincia, hoy quedamos menos de la mitad; son 150 canillitas con reparto y 100 canillas con escaparates", sostuvo y recordó: "En los mejores momentos se imprimían en Mendoza más de 150 mil ejemplares, especialmente los domingos. Actualmente, lanzamos entre 20 mil a 25 mil ejemplares".

"Hoy parece que, con las nuevas reglas, tiende a normalizarse esta situación. Pero, por supuesto la inflación a nuestro sistema lo descapitaliza totalmente, ya que como salario recibimos un porcentaje de la venta de cada producto, diario, revista o colección, y no podemos modificar ni actualizar los precios, tampoco podemos stockearnos de ningún producto. Cuando reponemos es mínima o ninguna la ganancia", concluyó el secretario del Sindicato de los Canillitas en Mendoza, que está trabajando en conjunto con la Municipalidad de la Ciudad para la reconversión del rubro. 

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