Daniel López Rosetti: "El enigma es el común denominador en la vida de Leonardo da Vinci"
El médico y divulgador dialogó con MDZ sobre su libro "La Gioconda y Leonardo", y recomendó "vivir el presente porque es el único lugar donde hay emoción".
El doctor Daniel López Rosetti presentó su libro "La Gioconda y Leonardo" en Mar del Plata y Pinamar. En charlas interactivas, donde mostró fotos y videos, desarrolló la publicación en la que hizo hablar a la protagonista del cuadro más famoso de la historia, en un doble juego entre la ficción y el ensayo, para dar a conocer "la historia del genio contada por su musa".
"Es la Gioconda la que habla desde el primer capítulo con letra cursiva, con más márgenes en las hojas, porque ese ya no soy yo", contó el médico y divulgador, en diálogo con MDZ, sobre el sumum de su investigación referida a Leonardo da Vinci (1452-1519), a quien ya le había dedicado otro libro. De este modo se intercalan los testimonios con los conocimientos médicos.
Consustanciada con su creador desde la primera pincelada, es la encargada de develar los antecedentes biográficos de Leonardo y las particularidades históricas y culturales de la época. La Gioconda, que lo acompañó hasta sus últimos días en el castillo de Clos-Lucé, Francia, cobra vida y, desde su mirada privilegiada, muestra los rasgos íntimos que caracterizaron a esta personalidad extraordinaria y compleja, que revolucionó la historia del arte y se adelantó con sus estudios anatómicos a muchas conclusiones posteriores de la medicina.
Tras su presentación a sala llena en el ciclo Verano Planeta, el autor contó el origen de su libro que brinda una trama apasionante y elocuente, rica en informaciones y detalles, de lo que puede alcanzar la singularidad del ser humano.
También conversó de otro de sus temas centrales de investigación como el estrés y los infartos, y de cómo se debe vivir en épocas de vacaciones. Ante estas consultas, el jefe del servicio de medicina del estrés del Hospital de San Isidro recomendó "vivir el presente porque es el único lugar donde hay emoción".
López Rosetti presentó su investigación sobre la Gioconda ante una multitud
—¿Por qué volviste a escribir sobre Leonardo?
—Hace 20 años publiqué algo sobre las capacidades intelectuales y emocionales de Leonardo da Vinci. Obviamente, soy nada más que un aficionado al arte, pero fui avanzando con el paso del tiempo porque me interesaron mucho los renacentistas de ese momento. Algo me cautivó. Y un día, ya trabajando sobre esto, estaba viendo la Mona Lisa, en el Louvre, mi señora estaba atrás, y me quedé mucho pero mucho tiempo. Ella me respetó, porque me quedé como hipnotizado y eso que ya la había visto antes. Pero las cosas cambian. Entonces me di vuelta, y ella me dijo "¿en qué estás pensando?". Y me salió decirle "en que la voy a hacer hablar". Porque se me había ocurrido el modo en que comienza el libro. Por eso le puse el título "La Gioconda y Leonardo", ella está primero, porque es una historia de ciencia, arte y amor. Imaginé, viendo la Gioconda, que en un momento nace y llega a una condición de conciencia, por eso el libro comienza en que ella siente caricias y cuando logra abrir los ojos se da cuenta que esas caricias eran en realidad pinceles, y detrás está su creador, Leonardo. Y se hace depositaria de toda la biografía de Leonardo. Toda la historia de vida de Leonardo. Es la Gioconda la que habla al empezar el primer capítulo con letra cursiva, con más márgenes en las hojas, porque ese ya no soy yo. Entonces, cuando ella termina de hablar, ahí me dedico a hablar de qué es la conciencia, qué es el "yo", qué es la teoría de la mente. Hago una interpretación médica, por eso digo que es una narrativa en primera persona que La Gioconda hace sobre su creador y yo solamente agrego un breve ensayo médico. En el segundo capítulo ella habla mucho más y así, esa es la historia, y de hecho el libro lo comienza y lo termina ella. Porque digamos que tuvo una visión privilegiada de la vida de Leonardo.
—De su vida y de la muerte, porque murió junto a él.
—Hasta después de la muerte también. De hecho imagino que hasta después, porque soñó que un día la va a pasar a buscar por el el Museo del Louvre. En el final, que lo puedo spoilear sin ningún problema, al final ella habla y dice "muchos años han pasado—más de 500— y me encuentro segura aquí en mi casa, pero Leonardo me enseñó muchas cosas y una de ellas es soñar, y sueño que un día Leonardo entrará por la entrada principal al museo, se abrirá paso entre los turistas, creará silencio, extenderá su mano izquierda. Yo le tomaré la mano, saldremos por la puerta de los leones, cruzaremos el río Sena rumbo a la eternidad del Renacimiento". Y así termina la historia.
—Hay ríos de tinta escritos sobre las interpretaciones de cómo luce la boca o la mirada de la "Mona Lisa", ¿qué desafíos supuso que la que cuente el misterio sea ella misma?
—La libertad de la ficción, porque yo soy médico, tengo una formación técnica científica y no me puedo dar licencias literarias al atender a un paciente, ni al dar una clase en la facultad. Pero ahí sí me puedo dar una licencia literaria y por eso en una parte del libro ella dice "lo enigmático de mi sonrisa solo lo sabe él y yo". Como que ninguno más puede llegar al por qué de esa enigmática sonrisa, excepto un secreto entre el creador y su musa. Eso te lo permite la ficción, que es muy libre.
Mi próximo libro va a ser más de lo clásico que hago yo, tendrá que ver con ayudar a las personas desde la medicina. Porque mi trabajo es ayudar y creo que todo lo que uno escribe puede ayudar. Pero acá me tomé libertades distintas. No descarto que un día vuelva a hacer algo en ficción.
—¿Qué cambió Leonardo de tu vida, de tus costumbres?
—Si bien desde el punto de vista neurobiológico es un poco más largo explicar, él escribía con la mano izquierda, era zurdo, y escribía de derecha a izquierda para que la tinta no se borroneara. Pero eso no es una rareza porque lo hacen los hebreos, lo hacen los árabes, no es una rareza. El tema, es que las letras las ponía al revés, entonces no las puedes entender, excepto que pongas un espejo. Escribía así porque era un especialista en espejos, tres años antes de haber ido de los estados italianos a Amboise, en Francia, y cruzar los Alpes, él trabajaba específicamente en espejos. Era un especialista en espejos y él no podía escribir al revés con las letras invertidas para que simplemente la gente no puede enterarse que estaba escribiendo porque sabría que cualquiera que pone un espejo se lo lee de corrido. Yo creo que él estimulaba su cerebro, estimulaba áreas cerebrales, que es lo mismo que hacemos cuando un paciente tiene un accidente cerebrovascular, que es hacer rehabilitación cerebrovascular después del ACV, y eso es movilizar y hacer trabajar neuronas que habitualmente no trabajan. Y cuando estaba en la habitación de él me pasó algo que era lo mismo que me quedé mirando la Gioconda en el Louvre y mi señora me preguntó en que estaba pensando. Y yo ahí sentí que tenía que hacer algo, y empecé a usar mi mano izquierda como hacía él, entonces empecé a escribir con mi mano izquierda. No puedo escribir en el papel de corrido con mi mano izquierda así en el pizarrón. Cuando doy las clases en la facultad puedo usar bastante mi mano izquierda, sobre todo para gráficos, pero es muy común que me cepillo los dientes con mi mano izquierda que abra picaportes con mi mano izquierda. Creo que estoy aprendiendo de él. Creo que todos podemos hacerlo. Si uno viajase en el tiempo, sería uno de los personajes que me gustaría conocer. Estoy seguro que aprendería mucho de él, como ya aprendí, entre otras cosas, a tener una visión holística, es decir, lo contrario a la especialización, porque él pasaba de una especialidad a otra, como la anatomía, la fisiología...
—También contás que era cocinero, aunque no le fue tan bien.
—Claro, era cocinero, y de golpe estaba preparando un oleo con pigmentos, que es química, y de golpe con la física de un pincel te pintaba "La última cena". Eso es un continuo; practicaba lo contrario a la especialización. La especialización es cada vez saber más de menos y siguiendo ese camino un día vamos a saber todo de nada. Y a mí me parece que Leonardo, como otros renacentistas, te invitan a que explores otras áreas del conocimiento. Y eso es lo que trato de hacer en mi vida.
—Y en el abordaje del libro, que otros exponentes del Renacimiento hayan sido zurdos, ¿te hace sacar algún tipo de conclusión?
—La zurdera es una característica que hace que muchos artistas sean zurdos y tengan capacidad visuoespacial. De hecho, la Santa Trinidad, o sea, Rafael, Miguel Ángel y Leonardo da Vinci, los tres eran zurdos. Maradona y Messi también y no es casual. La población general tiene un 10%, o un 8% de zurdos, pero en la población de los artistas plásticos llega al 30%. Entonces hay muchas causas que explican el por qué de la genialidad, la zurdera, la mayor interconexión interhemisférica, el haber tenido trastorno de atención con hiperactividad, o sea, déficit de atención por hiperactividad, haber tenido dislexia, tener mayor pareidolia, que la capacidad de formar imágenes completas a partir de imágenes sinformes como cuando vos ves una nube y de golpe te imaginas un perro y le das tridimensión. La pareidolia es más alta en la dislexia, es más alta en el trastorno por déficit de atención con hiperactividad, con lo cual un montón de cosas se van juntando con el tiempo, a medida que estudiás, para pensar en el por qué de su habilidad para la creatividad.
—¿Qué obras de Leonardo son tus preferidas?
—Cuando ves a un Leonardo te das cuenta de que es un Leonardo. Lo percibís. A mí me fascina "El hombre de Vitruvio", me fascina. Pero en la manifestación de las emociones me fascina "La última cena", en Milán. "La Gioconda" ni que hablar. En la "Anunciación" se produce un fenómeno muy extraño, vos la mirás de frente y en el brazo de la Virgen María, el brazo y la mano son más largo sde lo normal. Entonces decís, "está deforme", pero Leonardo no pudo equivocarse en eso después de ser un anatomista. Pero cuando estás frente a ese cuadro y caminás hacia la derecha unos cuatro metros y te agachas, el brazo se acorta. Se llama anamorfosis, es un fenómeno visual que logran algunos iluminados. Esa obra fue encargada por unos monjes agustinos para colocarla en un lugar que vos la debías mirar de la derecha. Entonces a la derecha, desde abajo, se veía bien. Si la mirabas de frente como una obra cualquiera, estaba deformada. Hay tantas cosas que me llaman la atención.
Entonces, hay tantas cosas que me llaman la atención, como ver un color y pensar que hoy un artista plástico dice "bueno, quiero azul marino o azul océano número 'X' y pedir el pomo de tal marca, que va a salir siempre igual". Pero en ese tiempo cualquiera de los renacentistas tenían que tomar pigmentos y fabricar la pintura, pigmentos que venían de distintos lados, que iban a dar colores no uniformes y tenían que lograr siempre lo mismo. Eran químicos.
—¿Cómo conseguiste un encuentro con el curador del Louvre que custodia a la Gioconda?
—Para empezar me lo gané desde el comienzo, porque al comienzo yo sabiendo que tendría que ser un enamorado de Leonardo, le agradecí la entrevista y le dije "le voy a hacer una serie de preguntas cuyas respuestas ya conozco, porque están al alcance del estudio académico, pero a mí me interesa su respuesta, porque entiendo que sabiendo tanto de Leonardo, debe haber sentido que viaja en tiempo y espacio y lo conoce". Y ahí me lo gané porque se rió y dijo "gracias". Por eso yo siempre digo que no trabajo sobre Leonardo, trabajo con Leonardo. Entonces la conversación fue muy fluida. La segunda pregunta fue si él cree que Leonardo fue feliz entre 1516 y 1519. Entonces ya vio que el tema iba por otro lado y después salté a una pregunta totalmente distinta, que fue dónde dio la primera pincelada del cuadro. Eso lo hizo pensar. Capaz que nunca se lo preguntó. Pero después de un rato me dijo "en la mejilla". Entonces se generó un vínculo de entendimiento total.
—¿En qué lugar tuvieron la charla?
—En un lugar mágico, porque era como estar dentro de "El Código Da Vinci". Bajamos a un subsuelo, donde se ubica el departamento de arte del Louvre y pasamos por distintos controles de seguridad. Es un lugar en donde no podés estar sin tu pasaporte en el bolsillo.
—¿Descubriste, finalmente, los misterios de esa obra?
—El enigma es el común denominador en la vida de Leonardo da Vinci. Todo lo que lo rodea eso enigmático.
—En épocas de verano, donde muchos argentinos se tomaron vacaciones en medio de una crisis económica, ¿qué recomendaciones les darías para cuidar su bienestar, prevenir infartos, dormir y comer de manera adecuada?
—Puede haber muchas depende de las personas, no hay una herramienta única, pero cada día soy más respetuoso de lo que en realidad, estudiando, a lo mejor supimos siempre, hay que vivir el presente. Hay que vivir el presente porque es el único lugar donde hay emoción, no existe la emoción en el pasado. Puede haber en el pasado un recuerdo que cuando lo traes al presente te puede dar taquicardia, te puede dar sudoración de piel, te puede dar hiperventilación, pero no hay emoción fuera del presente. No hay emoción en el futuro, todo se vivencia en el presente. La única forma de vivir es en el presente. La emoción requiere de cuerpo, porque la emoción es movimiento. De hecho viene de "mover" en el latín. Siempre recomendaría vivir el tiempo presente, que es lo único que tenemos.