Vecinos de un pueblo riojano denuncian la falta de agua por la industria del pistacho
Los ciudadanos de San Blas de Los Sauces se manifiestan contra la explotación del pistacho, asegurando que la producción genera grave escasez de agua en la zona.
La falta de agua se convirtió en una postal cotidiana de San Blas de Los Sauces, en La Rioja. Los ríos y las cascadas que alguna vez se mostraron acaudalados, hoy presentan una sequía aterradora. Las fincas que antes estaban repletas de cultivos, tuvieron que reinventarse por escasez de riego. Las personas que bebían agua dulce, ya no pueden confiar en que sea potable. Así lo relatan los vecinos del pueblo que denuncian que esta problemática se empezó a gestar con el auge de la producción y comercialización del pistacho desde 1996.
Desde entonces, los habitantes de la zona advierten grandes cambios en el caudal del agua como, también, algunas irregularidades en cuanto al desmonte. "El clima ha ido cambiando. Se nota porque el pueblo tenía lluvia y ríos crecidos constantemente en verano. Desde hace varios años que no llueve nada”, contó con nostalgia Claudia Soledad de la Puente, una mujer que, de chica, iba a vacacionar cada verano a esa ciudad riojana.
Esta situación, sin embargo, no es responsabilidad del cambio climático, según apuntan los vecinos. Sucede que en los pueblos aledaños sí llueve y cuentan con abundante agua en esta estación del año. “Tiran cañones con gas para romper las nubes cuando no necesitan el agua de lluvia, porque el fruto no se puede mojar en un cierto momento, ya que madura de más o se pudre”, aseguró la vecina con preocupación.
Asimismo, los ciudadanos advierten que el riego, cuando es necesario, lo llevan a cabo a través de perforaciones. “Ya van 17 perforaciones, aproximadamente. Nosotros estamos cerca del Famatina y toda el agua del deshielo viene por las napas; ese es el agua que se están robando”, repararon.
De las 4.000 personas que viven en el departamento de San Blas de los Sauces, alrededor de 1.000 concuerdan en que el pueblo sufrió grandes cambios -y problemas- desde el comienzo de la explotación de pistachos. “El pueblo quiere que las empresas se vayan. De los 4.000 habitantes solamente se deben beneficiar diez familias o mucho menos”, reveló la mujer que forma parte de la Asamblea Popular de Los Sauces.
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En consecuencia, los vecinos organizaron la Asamblea Popular de Los Sauces y acordaron en realizar una manifestación que, luego, se convirtió en un acampe. Día y noche cientos de personas se quedan en frente de la fábrica para reclamar por la situación que están viviendo, con el deseo de que se vaya del lugar y que todo vuelva a ser lo que era antes.
“Hace casi nueve meses que no llueve en la zona. No hay agua. Los ríos están totalmente secos”, volvió a argumentar con desesperación. Como si fuera poco, los vecinos comentaron que, a raíz del crecimiento de la industria del pistacho, en aquella zona se realizan desmontes provocados por “incendios controlados”, con el fin de que las plantaciones de pistachos se expandan. “Se hicieron los desmontes porque ya el pistacho abarca casi tres pueblos, digamos como diez kilómetros de toma de tierra, de campo. Este desmonte se hizo con autorización del Gobierno de la provincia y no del gobierno del Departamento”, expresó.
Pero eso no es todo. Desde la Asamblea cuentan que, previo al surgimiento de esta industria, había otros cultivos y negocios agricultores, los cuales fueron desapareciendo por la falta de agua y el desmonte. “Es una lucha para limpiar el agua del pueblo, para que llueva, porque los agricultores pequeños se están quedando sin sus cosechas. Antes tenían todo tipo de frutas, todo tipo de verduras, sandías, melones, comino, ají, tomate. Y a raíz de la falta de agua la gente se empezó a salir de la finca y de la agricultura”, sentenciaron.
“El agua potable venía del cerro; se la limpiaba y salía agua dulce. Ahora sale salada. En agosto se hace la parte química, se curan las plantas. Todo el desecho que se hace en febrero, todo lo que ellos no necesitan, lo tiran al río”, denunciaron los vecinos, haciendo foco en el temor que tienen al saber que no beben agua potable.