Experiencias MDZ

Terremoto del 2011: el estremecedor recuerdo de una argentina en Japón

Hace pocos días tembló la tierra en Japón, y trajo los peores recuerdos del año 2011. Helena es argentina y vive cerca de Tokio desde 1998 y recuerda en MDZ aquella mañana trágica de marzo de ese año.

Helena Sano lunes, 15 de enero de 2024 · 03:15 hs
Terremoto del 2011: el estremecedor recuerdo de una argentina en Japón
Cuando hay un temblor, ponerse y resguardarse bajo la mesa para que lo que vaya cayendo no golpee la cabeza y cause más daño. Foto: EFE

Soy Argentina y resido en Japón a 70km de la capital Tokio, del lado del Pacifico; desde hace 25 años. Trabajo como profesora asistente de lenguas en escuelas públicas primarias y secundarias de la ciudad. El 1 de enero hubo un gran terremoto en el centro-norte de Japón, península de Nodo, prefectura de Ishikawa. El sismo fue de grado 7 y ha repercutido también en la zona donde vivo. Mi celular había dado un aviso de terremoto en dicha zona y pensé

“Ay, no, en año nuevo, no!”

Y al segundo, sonó la alarma de aproximarse un terremoto y estar listos. Ni bien lo vi comenzó a temblar suave y largo haciéndose más intenso. Me dio pánico creyendo que sería lo vivido en el 2011 nuevamente. Pero gracias a Dios no pasó a mayores. Cada vez que tiembla me hace revivir la tragedia que quedó marcada en la página de nuestras vidas, inolvidable, dolorosa y trágica.

Imposible olvidar ese día. Gentileza: HS.

Viernes 11 de Marzo de 2011

Ese día era un día soleado pero fría. La primavera se hacía desear. Faltaba poco pero aún hacía mucho frío con pronóstico de nieve.

  • 14:40 hs. “That’s all for today!”. Terminaba de dar la 5ta. hora de clase de inglés. Mi última del día. Caminé hacia la sala de profesores. Me senté. Un respiro después de otro arduo día. Pocos profesores en la sala ya que comenzaba la 6ta. y última hora de clases. Revisaba la agenda de mañana y veía lo que hacía falta preparar.
  • 14:46. De repente, un leve temblor nos sorprendió creyendo sería el usual y pasajero. Pero no… El ruido de las paredes, los vidrios de las ventanas y el edificio aumentaban; y el miedo me invadía. Una profesora sentada en diagonal hacia mi dijo “Este no es uno normal!”, y se escondió bajo el escritorio Esta reacción es común para los alumnos y profesores, y para la gente en Japón. Cuando hay un temblor, ponerse y resguardarse bajo la mesa para que lo que vaya cayendo no golpee la cabeza y cause más daño.

Yo hice lo mismo y me puse debajo del escritorio. Terremoto horrendo! Temblor incesante, largo, con ruido estruendoso nunca antes vivido ni escuchado, agachada pero sin poder mantenerme, sentí que estaba dentro de un lavarropas porque daba vueltas sin poder sujetarme, golpeándome la cabeza por todos lados. Recuerdo haber gritado y llorado todo el tiempo pidiendo a Dios me ayudara y salvar a mi esposo con discapacidad física quien se encontraba solo en el departamento.

Fueron interminables minutos en la que sentí que la hora de mi muerte había llegado. De repente, cesó todo. Con pánico y temblando, moví el mueble que había caído sobre mi escritorio y que obstaculizaba mi salida. Empujando como pude, salí de ella y… La sala de profesores se había convertido en un gran caos. Armarios, cajones, estantes, etc. todo caído, desparramado, roto. La máquina de fotocopiar y fax que supuestamente estaba a unos 5 metros a la izquierda de mi escritorio, después del desastre rodó unos 30 metros totalmente destruido y al centro de la gran sala.

Temblor incesante, largo, con ruido estruendoso nunca antes vivido ni escuchado. Gentileza: HS.

Fueron 3 minutos incesantes de terror, angustia y miedo

Jamás experimenté en mi vida esos minutos y espero nunca volver a tenerla. Corte de luz, sin señal para teléfonos móviles. ¿Cómo hacer para corroborar si mi esposo y familia estaban bien o no? Minutos de angustia. Los alumnos todos en pánico y asistiendo a que salieran del edificio por las réplicas que eran constantes. Las rajaduras y vidrios rotos de todas las ventanas no hacían estar seguros dentro de ella así que todos salimos fuera, al gran patio. Al instante comenzamos a chequear daños, víctimas, situación de emergencia por heridos, etc.

Fue un milagro y alivio ver que nadie había sufrido siquiera un rasguño. Todos ellos estaban en pánico y algunos lloraban. Yo debía controlar mi miedo para no aumentar la sensación de inseguridad de los alumnos. No miento si digo que no fue fácil. Pero lo admirable fue el comportamiento de todos en forma ordenada, organizada aún llorando. No hubo nadie que gritara o desesperara.
Los padres de los alumnos comenzaron a llegar para buscarlos y llevarlos a sus casas, muchos lo hicieron por su cuenta sin esperar a sus respectivos familiares dado que vivían cerca.

Los últimos fuimos nosotros los profesores chequeando no haya quedado nadie dentro ni fuera ya que era Viernes y el fin de semana adelante.

Fue un milagro y alivio ver que nadie había sufrido siquiera un rasguño. Gentileza: HS.

Y como pudimos, nos fuimos a nuestras casas

El celular no funcionaba pero a través del sistema de texteo de ese entonces, pude confirmar que mi esposo estaba bien y en el departamento. Estaba comenzando a oscurecer. Toda la ciudad en gran oscuridad, sin semáforos, calles agrietadas y muchas con agua debido a la licuefacción (por el temblor que sacude las placas de la tierra hace que el agua subterránea suba a la superficie).
Un trayecto normal de 20 minutos, se hizo de 2 horas y regresé como pude. Mi esposo estaba bien sin heridas ni nada, gracias a Dios y a la Virgen quien nos amparó. Pero dentro… Caos. Absolutamente todo destrozado, caído, roto. Milagrosamente un mueble estaba en pie porque mi esposo lo sostuvo con riesgo para que no cayera. No se podía caminar descalzo. 

Y allí comenzó el capítulo de volver a recuperarnos y salir adelante. En una palabra, infierno. No tener agua fue lo más complicado. No podíamos beber agua, los sanitarios sin poder usarse así que viviendo y haciendo necesidades al estilo pleno campo y al aire libre. No sólo yo, todos los vecinos también. Apenas podíamos estar en contacto, por así decirlo, escuchando la radio. Pero no fue lo mismo. No teníamos la menor idea de la envergadura de la tragedia ocurrida especialmente la explosión de la usina atómica en Fukushima después del tsunami. Volvimos a tener luz al 3er día pero el agua...

No podíamos beber agua, los sanitarios sin poder usarse. Gentileza: HS.

Nos las arreglamos con agua de pozo de un vecino cercano donde todos ibamos a juntar. El televisor apenas y funcionaba. Ahí nos dimos cuenta del horror ocurrido en el norte, el tsunami, las víctimas y el desastre de Fukushima. La gasolina para el auto fue otra
odisea. Las gasolineras no contaban con lo suficiente y apenas nos dejaban llenar el tanque con 10 litros después de hacer una cola de 4 a 5 horas. El teléfono comenzó a funcionar a los 5 días. Uno de los primeros llamados que recibí sorpresivamente fue
de la Embajada Argentina en Tokio para confirmar si había sobrevivido. Les pedí ayuda porque no contábamos con ella y la respuesta fue: “Perdón pero no podemos hacerlo. Que tengan buena suerte.” Y la empleada cortó al instante. Me decepcionó tremendamente. Pero lo peor fue que al tiempo supe por contactos íntimos que los funcionarios de la Embajada y Consulado fueron los primeros en huir.

Quedaron solos los empleados y parte del staff. El gobierno de Cristina Kirchner había dispuesto un avión para que los argentinos pudieran salir y evacuar. Pero solamente los que tenían “contactos” con dichos diplomáticos fueron auxiliados y evacuados en ese avión. A mí no me informaron de nada ni me dieron la oportunidad que me era imprescindible en ese instante. 

Comenzó el capítulo de volver a recuperarnos y salir adelante.
Gentileza: HS.

¿Cómo salí de todo esto?

Apechugando! De a poco, despacio, cosa por cosa, paso a paso, rogando y poniendo empeño. Ayudándonos mutuamente con la familia de mi esposo y amigos. El edificio del departamento era habitable así que pudimos seguir allí sin tener necesidad de refugiarnos. El gobierno con su estrategia y sistema, han ayudado para que la infraestructura básica lo tengamos en corto
plazo. El agua volvió a la semana, y fue para mí un milagro y bendición. No hay nada vital y básico como contar con agua potable. Contábamos con gas pero era imposible utilizarla ya que todo estaba destruido y no teníamos cómo calentar comida y esencialmente a nosotros mismos. 

La eficiencia y constancia del pueblo japonés es lo que hizo y hace que sigamos hacia adelante

Cueste lo que cueste, lleve el tiempo que sea, sin cesar ni quejarse. Hay zonas que recientemente han recuperado después de más de 10 años de falta de infraestructuras. Y cuando nos estábamos alegrando que volvíamos a la normalidad por fin… Sucedió el desastre nuevamente en la península Nodo en año nuevo. Todo es en un instante. Impensado. Inesperado. 

Lo que pueda suceder en un instante, marca para toda la vida.
Gentileza: HS.

Lo que pueda suceder en un instante, marca para toda la vida. Pero como se me ha regalado el don de la fe, jamás me separé ni me separo de Dios y la plena confianza en Jesús y la Santísima y Siempre Virgen María, los Arcángeles y Ángeles ofreciéndolo todo y viviendo cada momento agradecida. No he contado con una mano humana para evacuar y salvarnos. Pero he contado con la gracia y fortaleza del único y verdadero Dios quien jamás tarda ni traiciona.

Helena junto a su suegra.
Gentileza: HS.

* Helena Sano, Profesora Asistente de Lenguas Extranjeras. Ciudad de Tsukuba. Prefectura de Ibaraki. Japón.

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