Por qué el aceite de oliva se paga más caro en Mendoza que en Europa
El litro extra virgen no baja de los 16 mil pesos cuando en cualquier supermercado de Barcelona se consigue por menos de 10 euros. Las causas.
9,25 euros. Esa es la cantidad de dinero que un residente o turista debe desembolsar en Barcelona por un litro de aceite de oliva extra virgen, mientras tanto, en Mendoza un producto de las mismas características difícilmente se encuentre en las góndolas de los supermercados por menos de 16 mil pesos.
Según informó el Ministerio de Economía y Energía en septiembre del 2023, la superficie cultivada en Mendoza abarca actualmente unas 13 mil hectáreas y permite producir unas 50 mil toneladas para aceitunas verdes y 30 mil de aceite, lo que deriva en 4.800 toneladas de aceite de oliva. Además, la provincia cuenta con 25 marcas propias, de las cuales una, Olivícola Laur, ocupa el número 1 en el ranking de las 100 mejores del mundo. Por esto, resulta difícil entender la diferencia de precios entre Argentina y el viejo continente.
Para comprender el trasfondo de la situación hay que analizar una serie de conceptos relacionados con la industria olivícola. En primera instancia, es importante señalar que el aceite de oliva es un commodity, por lo tanto, como sucede en la mayoría de los casos, los precios son definidos en Estados Unidos y Europa. Pero si en Barcelona el valor es sensiblemente inferior a los que existen en nuestra provincia ¿por qué pagamos más si vivimos en una provincia productora por excelencia? bueno, en la masividad de esa producción, el consumo interno, los costos de la cadena, los mercados internacionales y la pérdida del valor adquisitivo, podrían estar las respuestas.
Argentina produce aceite de oliva, es cierto. Pero, cuando se lo compara con la fabricación mundial, se puede observar que solo el 1 o 2% del mercado mundial, pertenece a la industria nacional. A la vez, tampoco somos consumidores masivos de ese producto, ya que en nuestro país se consume entre 200 y 350 cm3 per cápita al año. España, por ejemplo, genera el 50% de la producción global y el uso incluye 10 litros por año.
El impacto internacional y los costos de la cadena hasta que llega al consumidor.
Como decíamos, el mercado olivícola se define en España y la zona mediterránea. Y allí, los últimos dos años han sido regulares, por no decir malos, si de producción se habla. En este contexto, los precios granel que existen hoy son excepcionales, ya que históricamente el precio promedio granel de oliva extra virgen siempre estuvo en el orden de los US$ 3.5 por kilo y hoy está en los US$ 10 por kilo.
En síntesis: hay poco aceite y los precios están aumentando, aún, mientras el consumo en general está disminuyendo a nivel mundial. Por esto, el arribo de la temporada de lluvias en Europa sumada a una caída más profunda de la demanda, podría abrir la puerta a una estabilización del precio en el corto plazo. Sin embargo, para que el valor llegue a límites históricos, el sector debería transitar dos buenas cosechas con un volumen de producción óptimo.
Volvamos al mercado nacional. Como sucede históricamente, Argentina está a merced de la tendencia mundial y termina siendo rehén de los precios internacionales. Sin embargo, puede trazarse una diferencia clara entre nuestro país y un gigante de la producción como España: la intervención estatal. Al ser una nación altamente consumidora de oliva, el gobierno español decidió implementar algunas medidas para incentivar el consumo y mantener la industria a flote. Entre ellos, figura la decisión de eliminar el IVA para el oliva que permitió mantener los precios por debajo de la media internacional.
Por último, pero no por eso menos importante, llegamos al histórico problema argentino respecto a a los costos de la cadena de producción hasta la mesa del consumidor. Un mendocino que hoy llega a una fábrica de aceite de oliva, probablemente pague el litro de aceite de oliva 8 mil pesos, mientras que deberá desembolsar la misma cantidad de dinero por medio litro del mismo producto en un supermercado. Si a esto le sumamos una inflación interanual superior al 156% y la abrupta caída del poder adquisitivo de los argentinos durante los meses de diciembre y los primeros días de enero, podremos entender por qué consumir aceite de oliva se convirtió en un verdadero lujo.